#INVESTIGACIÓN Por cada nuevo empleo manufacturero, se generan dos nuevos empleos no manufactureros
En México, por cada nuevo empleo formal creado en el sector manufacturero, se generan 1.97 nuevos empleos no manufactureros, señaló la investigación ‘Localización industrial, empleo y pobreza en México: estimaciones con tres modelos de simulación’, realizada por académicos de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP).
El estudio, que abarca el periodo 2000-2015, y que toma datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) y del Censo Nacional de Población y Vivienda, arrojó que esos dos nuevos empleos se crearon en la misma ciudad donde primero se generaron los trabajos manufactureros.
El estudio simula cuál podría ser el aumento en el empleo total si se mejoraran algunos aspectos clave que atrajeran inversión en la industria manufacturera (por ejemplo, la escolaridad de la población, disminución de la violencia, acceso a carreteras, entre otros factores). Concluye que la mejora en estos indicadores podrían generar hasta 430 mil 100 nuevos empleos en cinco años (144 mil 700 manufactureros y 285 mil 400 no manufactureros).
Para el total de la población en México este aumento en el empleo puede traducirse a su vez en una reducción de la pobreza moderada de ingreso del 0.6% (105 mil personas) y en una reducción de la pobreza extrema de ingreso del 0.5% (65 mil personas), destacó el Dr. Isidro Soloaga, académico del Departamento de Economía y responsable técnico de la Cátedra de Investigación Dinámicas Territoriales y Bienestar, de la IBERO, y uno de los tres investigadores que hizo el estudio.
Al precisar qué tipo de empleos se crean gracias a los trabajos formales manufactureros, Soloaga dijo que básicamente son en el sector no manufacturero, que requieren poca cualificación y que se dan en el sector servicios, por ejemplo: vendiendo comida, cortando el cabello, etcétera, aunque algunos también en servicios especializados (atención médica, servicios financieros, etcétera).
El problema está, destacó el investigador de la IBERO, en que, de esos tres nuevos puestos de trabajo creados, la mitad son informales. Entonces no hay manera de ganarle a la informalidad atrayendo inversión económica de empresas extranjeras o mexicanas, porque la informalidad se reproduce.
Lo anterior se explica por el hecho de que al ser muy bajos los salarios en el sector formal de la economía, a los trabajadores les supone un costo menor dejar la formalidad, o nunca laborar en ella, para ocuparse en un empleo informal, donde los principales 'premios' son la independencia y no tener ningún jefe.
Sin embargo, Soloaga aclaró que alrededor del 30% de los empleados informales están en esa condición involuntariamente, porque en realidad aspiran a tener un trabajo formal; pero éstos no están disponibles o no existen.
La investigación, que analiza 22 sectores de la manufactura (como el automotriz, textil y el agroindustrial), encontró una correlación entre la creación de empleos y la infraestructura, es decir, que propicia la apertura de nuevos puestos de trabajo un mejor acceso a puertos, a aeropuertos y a caminos, para el transporte de mercancías y de personas, agregó el Dr. Irvin Rojas, docente del CIDE.
Con ‘Localización industrial, empleo y pobreza en México: estimaciones con tres modelos de simulación’, quienes la llevan a cabo (Isidro Soloaga, de la IBERO; Irvin Rojas, del CIDE; y Nataly Hernández, del RIMISP) quieren saber también si la presencia de mano de obra calificada, es decir, la gente con un mayor nivel de estudios, es determinante para que en algunas ciudades de México se estén creando nuevos empleos manufactureros.
Como en la República Mexicana existen miles de urbes, distintas todas entre sí, su investigación las caracteriza en tres tipos ciudades típicas bien diferenciadas: del norte, del centro y del sur. La tipicidad queda definida por cuestiones como: promedio de escolaridad de la población, promedio de homicidios por cada cien mil habitantes (para medir la violencia, un factor que afecta negativamente a la economía), distancia promedio a vías ferroviarias, puertos y aeropuertos, entre otras.
A partir de esa tipicidad, Rojas explicó que se pudo identificar diferencias regionales (como que en el norte hay mayores capacidades tecnológicas), y lo más importante, que una mejora en ciertas condiciones en una ciudad típica, que haga más atractiva la localización industrial, genera: 248 nuevos empleos manufactureros en el norte, 35 nuevos empleos manufactureros en el centro y 12 nuevos empleos manufactureros en el sur.
Una trampa haber apostado por la maquila
En este último apartado, Soloaga apuntó otros datos relevantes, y es que en México se ha observado que cuando los salarios han subido en la industria manufacturera del norte, porque aparecieron armadoras de autos o de productos electrónicos con un mayor nivel tecnológico, las propias maquiladoras decidieron mudarse a Tlaxcala (centro) o a Yucatán (sur), donde la mano de obra es más barata.
Un segundo punto es que, “México le apostó a un desarrollo a través de la maquila, de la producción para terceros, que está visto que en la cadena global es la que menos ganancia deja”. Por ejemplo, cuando en China se armaba el Ipad, que tenía un costo al público de 400 dólares, en ese país de Asia se quedaban sólo 10 dólares en concepto de salarios; y el resto iban a parar mayormente a las áreas de diseño y venta de Apple en Estados Unidos.
Por eso, el que México le apueste a la industria maquiladora para sacar adelante su economía puede ser algo no tan acertado. De hecho, para Soloaga, “México le apostó a un sector que en los últimos 30 años ha sido una trampa”; porque la industria que se hace aquí es en general de baja productividad, porque en las fábricas automotrices sólo se arman autos, no se diseñan modelos nuevos de coches, cuando “el mayor valor agregado está en el diseño, y el menor valor agregado está en la producción”.
A esto se suma que, para atraer inversión, los estados regalan a las empresas terrenos para montar sus fábricas, las exentan del pago de impuestos y asumen costos ambientales ocultos (como la sobre explotación y contaminación de mantos acuíferos), “para atraer una industria maquiladora que no me va a comprar nada, porque todo viene ya hecho o diseñado desde afuera”.
Lo que tendría que hacer México es negociar la atracción de inversión extranjera directa (IED) a través del gobierno federal, y ser éste quien decida dónde instalar a las manufactureras, no que lo haga la propia industria acordando con los gobiernos estatales. No tiene sentido poner a competir entre sí a los gobiernos locales. Tampoco se deben regalar terrenos, ni condonar el pago de impuestos; porque eso es un modelo de inversión 'a la baja'.
Texto y foto: PEDRO RENDÓN/ICM
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