La Dra. Elvia González del Pliego Dorantes, coordinadora del Programa de Género e Inclusión (PGI) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, implementó diversas Estrategias educativas de construcción de paz con perspectiva de género en comunidades indígenas de Amealco de Bonfil en el estado de Querétaro, México, como parte de su tesis del Doctorado en Estudios Interdisciplinarios de Género, que cursó en la Universitat Jaume I (España), que por este proyecto le entregó el IV Premio de Investigación y Género 2020.

Por medio de una metodología participativa de educación popular, en la que colaboraron con la Doctora organizaciones de la sociedad civil, promotores y promotoras indígenas, y otras académicas, se logró que estudiantes otomíes de secundaria analizaran los estereotipos y roles de género imperantes en su comunidad, donde existe un problema fuerte de violencia contra mujeres, niñas y adolescentes.

A las y los alumnos (de primero a tercero de secundaria) se les enseñaron temas básicos de género, discriminación, derechos humanos y autoestima, así como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, para incitarlos a reflexionar que la violencia no se debe normalizar, sino erradicar, al igual que los estereotipos y roles de género; lo cual permitió, por ejemplo, a las mujeres, entender que su proyecto de vida puede incluir el seguir estudiando y no limitarse a cumplir sólo con un mandato de maternidad, una idea muy arraigada en su comunidad.

Para incidir en la forma de relacionarse entre los hombres y las mujeres, González del Pliego y sus colaboradoras(es) usaron, como estrategias de educación para la paz: el diálogo, la escucha activa y la realización de acuerdos, que son formas de comunicarse de manera asertiva que permiten resolver y transformar los conflictos.

Fue tal el impacto positivo de esta enseñanza, que personal directivo de las escuelas secundarias donde se llevó a cabo el proyecto dijeron a la docente de la IBERO que las peleas a golpes entre estudiantes varones se disminuyeron notablemente, y su relación con las alumnas empezó a ser más respetuosa. Ellas, por su lado, comenzaron a hacer valer su palabra y opiniones, al dejar de considerarse seres indefensos y que no podían hacer nada.

En su tesis doctoral, la Coordinadora del PGI también documentó cómo se dan los procesos de atención a la violencia contras las mujeres en las distintas instancias públicas del municipio de Amealco de Bonfil, donde igualmente está normalizada la violencia contra las mujeres indígenas por parte del funcionariado. “Me topé con funcionariado que pensaba que era normal el incesto, que la violencia era parte de su cultura y que no había nada que hacer”, dijo González del Pliego.

Sumado a esto, al tener el funcionariado tan arraigada la discriminación hacia las comunidades indígenas, actuaba con permisividad y una falta de interés ante casos de violencia contra las mujeres de los grupos indígenas en su demarcación, maltrato que la académica de la Universidad Iberoamericana denunció en su investigación.

Debido a esta situación, se enseñó a las y los jóvenes estudiantes otomíes a exigir sus derechos, lo que será un aprendizaje importante para su vida personal, para sus relaciones de amistad, de pareja y familiares, “y para que aprendan a denunciar los abusos de los que pueden ser parte en diferentes ámbitos de su vida, en sus relaciones con el funcionariado, con el profesorado, etcétera”.

Por ser la tesis un proyecto de intervención social que llevó la teoría a un caso práctico concreto, la Universitat Jaume I decidió reconocer a este trabajo con su IV Premio de Investigación y Género 2020, distinción que alegró a González del Pliego Dorantes y la incita a continuar investigando y escribiendo sobre la violencia de género desde su trabajo en el Programa de Género e Inclusión de la IBERO.

Imprescindible, construir paz con perspectiva de género

La Doctora considera fundamental contar con una perspectiva de género para construir la paz, para entender cómo la violencia afecta de manera diferenciada a los hombres, a las mujeres y a las personas de la diversidad sexogenérica. Porque, aunque hay contextos más proclives a la violencia directa, también hay una violencia estructural y una violencia cultural que justifican las violencias, en mayor medida, por ejemplo, contra las mujeres y las personas de la diversidad sexogenérica.

La perspectiva de género también deja ver una educación que, por ejemplo, desde la infancia permite a los niños ser violentos o que los violenten; y a las niñas les permite llorar, pero no que reaccionen de forma violenta.

“Es muy importante que utilicemos la perspectiva de género para construir paz, porque debemos entender cómo se construye la violencia en una persona o en otra, cómo abordarla, qué acciones de prevención tenemos que desarrollar, cómo hacerlo y qué seguimiento darles”.

En cuanto a si es tarde el brindar en la educación superior una formación con perspectiva de género, González del Pliego comentó que nunca es tarde, y entre las diferentes estrategias pedagógicas de las que se puede echar mano está utilizar mucho el pensamiento crítico, que derive, entre otras cosas, en aprender a ver al mundo como un lugar donde todas y todos tienen igualdad de derechos.

A la par, es fundamental contar con cuerpos docentes formados en temas de género, “porque ellas y ellos son los puentes entre los planes de estudio y la realidad del aula. Son esos traductores, traductoras, que llevan los conocimientos, que los socializan y que los promueven entre el alumnado”.

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Texto: PEDRO RENDÓN/ICM