Más de la mitad del país ya no es apto para la agricultura; ¿es irreversible?
Más de la mitad del suelo de México ya no es apto para la agricultura, lo que equivale a alrededor del 59 por ciento de su territorio, de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. La región que más perdió suelos entre 2015 y 2019 fue América Latina, y la mayor parte de esta degradación se dio precisamente en a nuestro país.
¿Se trata de algo irreversible? Es una de las preguntas que abordó José Rosario Marroquín Farrera, S.J., del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia Francisco Suárez, S.J., del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), durante la primera sesión del segundo ciclo de RefleAxión, titulada Resistencia y defensa de los bienes comunes.
“¿Por qué no estamos en una crisis a pesar de esas pérdidas?”, cuestionó el activista en derechos humanos. Explicó que se debe a que “la tecnología nos ha ofrecido respuestas que están entre lo orgánico y lo químico más agresivo”.
Con una visión esperanzadora, dio el ejemplo de una región de Jalisco, donde el equipo del centro al que pertenece ha realizado investigación sobre los procesos agroextractivos. La tierra descrita por Juan Rulfo en 'El llano en llamas' como desértica e infértil, se ha recuperado a base de compuestos químicos y agroecología, a tal grado que ahora se ha vuelto un polo de desarrollo para la producción de frutos rojos, en particular arándano. En esa área del estado se ha recuperado más la cubierta vegetal de lo que se ha perdido, a diferencia de otras entidades como Chihuahua, donde ha crecido la desertificación, señaló.
Crisis energética global
Resistencias ante el extractivismo
Dentro de todo este panorama, el docente investigador del ITESO expuso también algunas de las formas de resistencia que desata la dinámica extractiva. Con algunas de ellas ha estado en contacto durante su labor comunitaria. Por ejemplo, expuso cómo una comunidad en México detuvo la construcción de un gasoducto porque iba a pasar por una cueva en la que, en su cosmovisión, se reunieron los dioses para crear el mundo.
La forma de medir el tiempo es otra forma de resistencia ante el extractivismo y el ritmo acelerado de destrucción masiva. El activista narró el caso de unos ingenieros que no pudieron explotar una mina nuclear porque la cita era a las 5 de la tarde y los pobladores no entendieron la hora por su forma de contar el tiempo.
Al abordar la transición energética, el experto invitó a ir más allá de los vehículos eléctricos individuales y pensar en una solución eficiente también para transporte de mercancía, como barcos y aviones. Argumentó que la energía solar y eólica no son capaces de sostener el consumo de electricidad en horas pico, por lo que es necesario preguntarse sobre los métodos de administración y gobernanza futuros de la energía.
Los esfuerzos individuales y comunitarios en torno a la energía son buenos y nos están preparando para el futuro, en opinión de Marroquín, pero el problema global demanda un reordenamiento global, por lo que llamó a cuestionarnos y seguir generando preguntas para cuando toque enfrentar decisiones conscientes sobre el tema.
Durante sus sesiones de RefleAxión, la IBERO invita a su comunidad a reflexionar sobre las diferentes desigualdades y violencias que se viven dentro y fuera del lugar universitario para la construcción de espacios incluyentes, igualitarios y libres de violencias. Los eventos son 100% gratuitos. En esta liga puedes encontrar ponencias pasadas y enterarte de las que están por venir. ¡Inscríbete!
Texto: Mariana Domínguez Batis / Fotos: Alberto Hernández Mendoza y Elihú Cortés Hernández
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