En el extranjero, a nuestro país lo consideran como una nación emergente, dependiente y exótica, según arroja el informe Imagen de México en el mundo 2013-2018, un trabajo con sello IBERO que analiza la información que circula por distintos canales digitales en el periodo 2013-2018, más allá de la diplomacia pública o de  las campañas internacionales de comunicación echadas a andar por el Estado mexicano.

El trabajo fue elaborado por el Departamento de Estudios Internacionales, el Instituto de Investigación Aplicada y Tecnología (InIAT) y la Dirección de Investigación y Posgrado de nuestra Universidad Iberoamericana Ciudad de México, con la premisa de que la imagen de un país es un fenómeno orgánico, es decir, se construye a partir de lo que acontece dentro de sus fronteras.

De acuerdo con el Informe, “las señales que México envió al exterior fueron las de una nación con acuerdos institucionales frágiles, en los que prevalecía la corrupción, la violación a los derechos humanos de la mayoría de la población, el escalamiento de la inseguridad y la ampliación de acción de agentes que promueven la violencia criminal en el país”.

En nuestro país también hay espacios de esperanza a través de sectores atractivos para el comercio y las inversiones externas, que permiten hacer negocios. También hay un conjunto de percepciones que perfilan a “México como una nación extraña, incomprensible y, paradójicamente, atractiva, debido a factores culturales e idiosincráticos propios de su riqueza social tan contrastante”.

Los bastiones o puntos positivos del poder suave mexicano son su economía y su cultura, mientras que las dimensiones que generaron una imagen negativa son lo social y lo político. En general, México fue percibido como un país en búsqueda de la modernidad, enfrascado en “la lucha por el poder e incapaz de cumplir metas de largo alcance”.

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Iván Cabrera