Mujer buscadora pide a la sociedad: No nos vean con tristeza, mejor háganlo con coraje y apóyennos
“Sigo en la búsqueda, porque no son simples huesos, son tesoros, son la posibilidad de identificar y de identificar a nuestros hijos, resignificar su presencia, su cuerpo y cuidar con amor la memoria de sus vidas”.
Antonia Escalante, del colectivo Las Rastreadoras del Fuerte, quien busca a su hijo Adrián Humberto, desaparecido el 24 de agosto de 2018 en Sinaloa.
Helen Clarisa López, del colectivo Uniendo Esperanzas-Estado de México, quien busca a su papá desde el 2020, pidió a la sociedad: “no nos vean con tristeza, créanme, mejor véannos con coraje y apóyennos”. Esto lo pidió en la mesa de diálogo ‘Ruido. Acompañando a las desapariciones desde la dignidad’, acontecida en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
En esta actividad, organizada por el Departamento de Ciencias Religiosas, mencionó que sentir tristeza por ella no le ayuda y, contundente, dijo: “yo estoy triste desde que despierto hasta que duermo, yo vivo con la tristeza. El coraje es el que tengo que buscar todos los días para no detenerme, de que algún día me maten, me levanten o me silencian. El ver con tristeza a una persona que perdió a su familiar la verdad es que solamente es una manera de sentir lástima. Y la manera en que se puede apoyar no es sintiendo lástima; es la verdad”.
Frente a la crueldad en las calles, que provoca dolor, lo único que mantiene fuerte a Clarisa, y también a las otras mujeres buscadoras, son “las ganas de que a mí no me van a callar, a mí no me van a detener, yo no voy a ser una más. Y si lo soy, lo voy a ser porque luché en su momento”.
María Fernanda Díaz, quien estudió la Maestría en Teología y Mundo Contemporáneo en la IBERO, mencionó que la academia debe reconocer que las y los familiares de personas desaparecidas con el tiempo se han vuelto expertos en materia forense; saben: enterrar a cierta profundidad varillas, palas y picos, para no destrozar osamentas; identificar las partes de un esqueleto y conocen los procedimientos para resguardarlos.
Como parte de los colectivos de búsqueda de personas, añadió, las mujeres se han transformado en luchadoras sociales, cuyo trabajo y frutos ahora se pueden ver gracias a la presión social que han ejercido para dimensionar la crisis de desapariciones en México.
No obstante, Leslie Jiménez, de Impunidad Cero, apuntó que las investigaciones sobre las más de 100 mil personas desaparecidas -un número que en sí mismo es alarmante- “no han llevado a ningún lado”.
Eso torna esencial que las y los servidores públicos encargados de las investigaciones se especialicen en el tema de desaparecidos y en un seguimiento y contención de víctimas. Porque el Estado mexicano tiene una gran deuda con las víctimas en cuanto a acceso a la justicia; que comprende que las autoridades dediquen tiempo, pesquisas y cada uno de los elementos que tienen para buscar, para acceder al derecho a la verdad.
Y aunque las fiscalías deberían llevar a cabo el registro nacional de fosas clandestinas y fosas comunes, no están cumpliendo con esta obligación, que realiza la Comisión Nacional de Búsqueda, señaló Fernanda Lobo Díaz, del Programa de Derechos Humanos (PDH) de la Iberoamericana.
Ante la falta de una base de datos completa que permita entender este fenómeno, el PDH construyó una propia -a partir de notas de prensa-. “Tener datos correctos y adecuados para lo que estamos analizando nos puede ayudar a crear políticas públicas que sean pertinentes y que realmente ayuden a mitigar, y eventualmente, a erradicar el problema”.
Abundó: “En la medida que tengamos registros que sean fáciles de comparar, las personas buscadoras tendrán mayor facilidad de poder encontrar a su familiar en alguna de estas bases de datos…Y también si tenemos más datos, podemos generar más herramientas para la búsqueda de personas”. Esto último, en referencia a que el PDH utiliza la estadística y modelos de proyección para predecir en qué estados podrían hallarse más fosas clandestinas.
Por su parte, Diana Rosas, del colectivo Uniendo Esperanza-Estado de México, quien busca a su sobrino Diego Maximiliano Rosas Valenzuela, que desapareció el 4 de septiembre de 2015 en Ecatepec, afirmó que: “si nos uniéramos y todos alzáramos la voz por los más de 100 mil desparecidos, pues esto cambiaría y cambiaría mucho”. Y a las y los jóvenes les solicitó traer un poco de la humanidad que se está perdiendo, “que no nos vean como cifras oficiales, que nos vean como lo que somos: seres humanos”.
En tanto que la teóloga feminista Gabriela Juárez, del Eje de Iglesias y Espiritualidades de las Brigadas Nacionales de Búsqueda, consideró que las mujeres buscadoras están “reivindicando a la sociedad…están siendo la voz de este país” y son ellas quienes están moviendo a México; desde sus luchas y logros.
Texto y fotos: PEDRO RENDÓN
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