La agenda de investigación académica requiere un puente con el activismo porque hay una desconexión entre ambas perspectivas. La academia está llamada a mejorar su comunicación para poder incidir entre las defensoras y los defensores de los derechos humanos. 

Así lo expresó el vicerrector académico de la IBERO, Dr. Alejandro Anaya, quien hace un llamado a explorar nuevos formatos más allá de los libros y los artículos académicos, y a poner en práctica la creatividad para abrir espacios de diálogo entre academia y activismo, y unir esfuerzos y capacidades para exigir que se hagan valer los derechos humanos en México.

Las violaciones a los derechos humanos las cometen agentes del Estado en contubernio con una mezcla compleja de actores no estatales y en un contexto sociocultural particular caracterizado por prácticas relacionadas con el machismo, el clasismo, el racismo y el conservadurismo. Esta violencia nos permea a todos y a todas, destacó el académico.

En este marco, la academia requiere ser creativa y generar acercamientos interdisciplinares que vayan más allá de las relaciones internacionales y la ciencia política. Al menos, dijo, se requieren herramientas de sociología, antropología, psicología y administración pública en coordinación con el activismo.

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