#Opinión. Anorexia nerviosa: la realidad oculta
Actualmente una de cada cinco personas con anorexia nerviosa muere debido a las complicaciones de la enfermedad; sin embargo, aún existe falta de concientización acerca de lo que realmente es la anorexia y lo que conlleva el pasar por ella.
La anorexia nerviosa se define como un “trastorno de la alimentación caracterizado por un temor intenso a aumentar de peso, un rechazo a mantener un peso normal y una imagen del cuerpo distorsionada”. Ahora bien, para poder entender la anorexia es importante recalcar que va mucho más allá del querer alcanzar el cuerpo perfecto. No es solamente una enfermedad que resulta en perder peso; la pérdida de peso es solo una de las posibles consecuencias físicas que trae esta enfermedad, lo que se ve en la superficie. Pero la anorexia esconde una problemática mucho más compleja. Las conductas obsesivas y rituales alrededor de la alimentación e imagen corporal son la manera en la que el paciente ha encontrado una forma de controlar sus emociones, de acabar con el dolor, de sobrellevar una realidad que de otra manera parece abrumadora. Con el tiempo, la anorexia se vuelve un refugio de todo aquello que parece ser incontrolable.
La anorexia no tiene una única causa, es una enfermedad multifactorial en la que influyen factores biológicos, sociales y psicológicos, los síntomas físicos de la anorexia pueden incluir: pérdida de cabello, presión arterial baja, ritmo cardiaco irregular, deshidratación, fatiga, mareos o desmayos, dificultad para regular la temperatura corporal, dolores de estómago y dificultades para concentrarse. Es importante destacar que la anorexia no solamente tiene ramificaciones físicas si no que tiene un impacto en el estado anímico de la persona. Los síntomas emocionales y conductuales más comunes son los siguientes: aislamiento social, falta de conciencia de la enfermedad, estados depresivos, apatía y pensamientos obsesivos.
A nivel fisiológico las personas que sufren de anorexia pueden presentar con diversas consecuencias a raíz de una restricción calórica prolongada como una densidad mineral ósea baja, daño en el corazón, hipoglicemia, y en algunos casos, la muerte. Emocionalmente se pueden presentar consecuencias como ideación suicida e intentos de suicido, autolesiones y niveles de ansiedad y depresión incrementados.
El tratamiento de la esta enfermedad debe de abordar los factores psicológicos que desencadenan estas conductas y tratar las consecuencias físicas.
El pronóstico de la anorexia se ve afectado por el momento y calidad de intervención que se le dé al paciente. Si se interviene cuando el trastorno no lleva mucho tiempo es más probable que la recuperación total sea posible. El tratamiento para la anorexia no es un proceso fácil, ya que es probable que el paciente no reconozca la necesidad de cambiar, la existencia de la enfermedad, o bien la gravedad de esta, y, por ende, no desee buscar ayuda. Es por esto la importancia de intervenir, ya que de otro modo la vida del individuo se pone en riesgo.
Además de recuperar el peso y establecer una pauta alimenticia, el tratamiento debe hacer frente a las problemáticas ocultas por la enfermedad, como puede ser la existencia de abuso sexual, psicológico o físico, ansiedad, baja autoestima, o bien, la necesidad de controlar sus emociones para ‘sobrevivir’ el día a día.
En conclusión, la anorexia es una enfermedad mental con una tasa de mortalidad alta, que, sin tratar puede llevar a consecuencias irreparables o incluso a la muerte. Afecta la vida del paciente de diversas maneras y conlleva un sufrimiento importante. Nadie debería de morir por anorexia. Los trastornos alimenticios no son una sentencia de muerte; son enfermedades de las cuales uno se puede recuperar con la correcta información y atención. Es por esto por lo que es necesario que tanto profesionales de la salud como la sociedad esté informada de las presentaciones de esta enfermedad y la realidad que oculta y no quedarnos con una sola perspectiva, ya que la anorexia no es solamente “una fase” o un capricho, sino una enfermedad aterradora y debilitante tanto para el paciente como para todos aquellos que le rodean.
Por: Emilia Gálvez García Frade, estudiante de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la IBERO
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