#OPINIÓN DE Rubén Aguilar: Volver al pasado, se restaura el Día del Presidente

Vie, 25 Nov 2022
El desfile del 27 de noviembre enmarca la vuelta al pasado de la presidencia imperial; es un retroceso, es regresar a los tiempos de los cadillos autoritarios que gozaban del poder y del culto a su personalidad
Por: 
Dr. Rubén Aguilar Valenzuela*

Por 50 años, en el tiempo de la presidencia imperial del PRI, existió lo que se conoció como el Día del Presidente, que al final de la década de los noventa cayó en desuso.

En los años del máximo autoritarismo priista era una ceremonia central de la  liturgia cívica construida a lo largo de 80 años en la presidencia.

Esta fue creada al inicio de la década de los 50 del siglo pasado y tenía como eje central el discurso del informe, que hablaba siempre de un país que no existía.

El discurso era interrumpido, una y otra vez, por senadores y diputados, que aplaudían a todo lo que decía el presidente. A  eso iban.

Otro componente de esa liturgia era que el presidente de Palacio Nacional al Congreso de la Unión se trasladaba en un carro descubierto.

En el trayecto, de ida y vuelta, saludaba a las personas acarreadas que habían sido colocadas en las calles del trayecto, para hacer valla al presidente.

Algunas personas rompían la valla, para tocar al presidente y se retiraban felices, por haber hecho contacto físico con el líder máximo.

De las ventanas y techos caía confeti y serpentinas, que creaban un ambiente de fiesta y celebración, para el primero de los mexicanos; el presidente.

Las avenidas de la Ciudad de México se llenaban de pendones y mantas con la imagen del presidente, de todos los postes y lámparas del Centro Histórico colgaba su rostro. 

En las fotografías siempre se le presentaba sonriendo e incluso semblantes adustos como los de Gustavo Díaz Ordaz o Luis Echeverria, se relajaban.

El mandatario era el centro de la atención de todo el país, era su día, y la televisión transmitía no solo el informe sino también el recorrido y las jubilosas manifestaciones de las personas en las vallas.

Los comentaristas en la televisión sólo hablaban de los logros extraordinarios obtenidos por el presidente en ese año de gobierno. La conclusión era que se estaba enfrente de un hombre único y excepcional.

El ahora presidente, en los 14 años de militancia en el PRI, fue presidente del partido en su natal Tabasco se creó y vivió esa liturgia.

Le impresionó y marcó. Era una de las expresión del poder  presidencial imperial, que el ahora todos nos días y al detalle reproduce.

El desfile del 27 de noviembre es la restauración del Día del Presidente y es él, en directo, quien se encarga de que sea así. Se ve en la imagen de los presidentes priistas a los que admiró.

La vuelta al pasado de la presidencia imperial es un retroceso, es regresar a los tiempos de los cadillos autoritarios que gozaban del poder y del culto a su personalidad. 

El Dr. Rubén Aguilar Valenzuela es académico del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana.

 

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