#OPINIÓN El movimiento feminista: campo de batalla de AMLO y sus malquerientes conservadores

Vie, 6 Mar 2020
Académica de la IBERO analiza la politización y la polarización detrás de la convocatoria al Paro Nacional de Mujeres del 9 de marzo
  • El Paro Nacional de Mujeres se llevará a cabo el 9 de marzo (Tomada de La Razón).
Por: 
Dra. Ivonne Acuña Murillo*

La convocatoria para un Paro Nacional de Mujeres, el lunes 9 de marzo (9M), hecho por Brujas del Mar y otros colectivos feministas, ha provocado una indeseable politización y la polarización en dos bandos claramente reconocibles. Por un lado, se ubica el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien se asume como víctima de un ataque directo, y por el otro, aquellos que pretenden utilizar al Movimiento Feminista como ariete, efectivamente, para golpear al primer mandatario y a la Cuarta Transformación (4T). Sin importar quién haya comenzado esta politización, ambos bandos han convertido al movimiento feminista en el campo de batalla en donde dirimir sus diferencias.

Lo anterior ha llevado al presidente a declarar públicamente no ser ‘un machista’. Así lo hizo durante la conferencia mañanera del 25 de febrero, en la que afirmó: “Nosotros estamos a favor de las mujeres, no somos machistas. Venimos de un movimiento de izquierda”, como respuesta a los ataques de quienes intentan usar este movimiento para denostarlo. Como respuesta a dichas embestidas preguntó: “¿Saben dónde está el machismo? ¿Quiénes son los machistas? ¿Los que discriminan? Su respuesta: “Son los conservadores”.

Por supuesto, decir ‘conservadores’ es una expresión muy general, la cual puede ser acotada a partir de un mensaje que circula en redes sociales, que a la letra dice: “Me están preguntando que si voy a unirme al paro Nacional y mi contestación fue muy sincera y tajante: NO. La está convocando Calderón, Lozano, Ferbelaunzaran, Marko Cortez, Mariana Gómez Del Campo, Margara Zavala, Denisse Dresser, TrolLGlodejo, Tumbaburros, las HijasMx y toda esa oposición carroñera oportunista... No es una convocatoria feminista, es una convocatoria OPORTUNISTA! (…) YO NO APOYO a la #OposicionOportunista. Yo no dejaré de ser mujer el 9 de marzo, ni por un minuto”.

Antes de comentar sobre tal enfrentamiento, hay que decir que la última frase de esta convocatoria es equivocada, pues nadie pide a las mujeres dejar de serlo, sólo no acudir a sus sitios de trabajo, no salir a la calle ni realizar labores cotidianas, como aquellas que siguen siendo llamadas ‘propias de su sexo’. Pero si, quien escribió este texto lo hizo pensando en que no quiere dejar de ser la mujer socialmente construida para servir a los hombres, se entiende su negativa al Paro del 9M. Por otra parte, si este mensaje va dirigido a las mujeres para que se resistan a ir a un día de paro que visibilice el trabajo que día a día realizan y que no es tomado en cuenta, el fin último del mensaje sería perpetuar las condiciones que mantienen al género femenino bajo el control y la violencia de una sociedad machista y misógina y desvirtuar con eso el objetivo último de ‘Un día sin mujeres’, más allá de quién pretenda treparse en el movimiento.

En corto, quien escribió este mensaje y lo remató de esa manera, no tiene idea de lo que está diciendo al desconocer simplonamente las complejidades de un movimiento histórico al querer reducirlo a una simple manipulación, aunque si tiene una intención clara de boicotear lo que parece será un día histórico.

Volviendo a los dos bandos que se han formado en torno al movimiento feminista y sus demandas en relación a la grave violencia que viven las mujeres en México, se puede decir que quienes se asumen como las víctimas de un ataque directo de una parte de las mismas mujeres no conocen al Movimiento, su historia, aportes, investigaciones, lógicas, teorías; mientras que aquellos que han pretendido subirse al movimiento para sacar raja política carecen de la ética suficiente para respetar una lucha que nunca han dado y mucho menos apoyado, aquí sí, la denuncia del presidente de que se dicen feministas quienes nunca lo han sido, adquiere sentido.

Sin embargo, asumiendo que López Obrador tenga razón y un grupo político conservador identificado, por un lado, con el Partido Acción Nacional (PAN) y, por otro lado, con el expresidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, se haya propuesto usar las demandas de las mujeres en su contra, aquí se sostiene que el presidente ha cometido varios errores, políticos unos, de comunicación otros, haciéndole el juego a sus ‘malquerientes’, como él los llama.

En primer lugar, a pesar de la evidencia o la confirmación de la sospecha de un posible intento de manipulación, AMLO debió abrazar el movimiento como el feminista que dice ser (aunque habrá que aclarar que ser de izquierda de ninguna manera te vuelve feminista, pues son dos visiones políticas que no necesariamente van de la mano). Si no por convicción, si por estrategia política. Esto habría dejado a sus adversarios políticos sin argumentos para golpearlo.

En segundo lugar, debió asesorarse en perspectiva de género para no argumentar que la razón última de los feminicidios es el deterioro moral provocado por el modelo económico neoliberal, mostrando su total desconocimiento de la historia -esa que tanto admira- de la lucha de las mujeres en México, así como de la teoría que demuestra, después de cientos de investigaciones teóricas y empíricas, que las diversas violencias sufridas por las mujeres, personales, familiares, comunitarias, estatales, no pueden explicarse a partir de la economía o la política sino en función de un sustrato cultural machista y misógino que atraviesa de lado a lado a todas las instituciones, a todas las relaciones sociales y a todos los modelos económicos, políticos, religiosos, sociales, culturales.

En tercer lugar, no debió minimizar la violencia sufrida por las mujeres, sus demandas y una tradición de lucha que van mucho más allá en el tiempo que las actuales izquierda y derecha políticas mexicanas no tienen más que envidiar. Discursivamente, ha deslegitimado, desde la máxima tribuna, no sólo las manifestaciones que se avecinan, en particular el paro del 9M (que no tenía en mente al estar, al parecer, más ocupado con la venta de los boletos de un avión que no se rifará que preocupado y ocupado para detener una violencia feminicida en aumento), sino el grito desesperado de las mujeres, jóvenes en particular, que están siendo acosadas, violentadas, violadas, desaparecidas, torturadas, asesinadas, descuartizadas y exhibidas públicamente sin respeto ni pudor alguno.

Cabe acotar que aquellas que han tenido la suerte de no haber pasado, aún, por ninguna de estas atrocidades viven con miedo, con la conciencia de ser las víctimas potenciales de estos delitos. Temen por ellas, por sus hermanas, por sus amigas, por sus madres y como muchas de ellas enuncian: “quieren ser libres no valientes”.

En cuarto lugar, se equivoca el presidente de la República al echar las protestas de las mujeres en el mismo saco que los ataques de sus enemigos políticos, que vaya que si los tiene. Centra en su persona demandas que le atañen como el más importante funcionario público del país, encargado de hacer todo lo posible para velar por los derechos de las mujeres, pero que no lo colocan como el culpable de las violaciones a tales derechos. Los ataques reales de que es objeto nublan su juicio y le impiden reconocer una causa legítima y dejar de lado a quienes han sido y podrían continuar siendo sus aliadas.

Suponer que la lucha feminista comenzó en esta administración y adoptar la idea machista y misógina sobre las escasas luces de las mujeres, que las vuelven fácilmente manipulables, lo acerca a la derecha, a los conservadores que tanto desprecia.

Por su parte, esos conservadores oportunistas de los que el presidente habla imaginan que las mujeres no tienen memoria que ya olvidaron su abierto rechazo a reconocer los derechos femeninos a decidir sobre el propio cuerpo, el derecho a un aborto libre, seguro y despenalizado, a amar en libertad a personas del mismo sexo, a casarse con ellas. Su resistencia para reconocer en las mujeres a personas de pleno derecho para participar en la vida social y política. Sus esfuerzos por mantener a las mujeres constreñidas al rol que tradicionalmente les ha sido asignado. Su interés por seguir tratándolas como menores de edad, incapaces de hacer juicios morales y de tomar las decisiones correctas en relación con su cuerpo y su vida. Por si fuera poco, asumen que ya se olvidó que, durante el sexenio de Calderón, el PAN y el PRI aprobaron leyes antiaborto en 17 estados de la República, en algunos de los cuales mujeres que han abortado, de manera provocada o espontánea, han sido condenadas a más de 20 años de cárcel por homicidio, sin tomar en consideración el destino de sus otros hijos e hijas, cuando ha sido el caso.

Estos son los que hoy se pretenden feministas y de pronto se suman a las causas de las mujeres que despreciaron durante décadas. El presidente acierta en este punto, son farsantes y oportunistas, imaginan que el movimiento de las mujeres abrirá el frente que esperaban para debilitarlo e impedir que siga atentando contra sus privilegios, sus contubernios, su profunda corrupción, su plan de hacer de México y sus recursos su botín personal y de grupo.

Sin embargo, esto no exime a López Obrador en la responsabilidad compartida con estos mismos conservadores al haber convertido al movimiento feminista en la arena de lucha en la que ambos grupos, el suyo y el de sus malquerientes, se enfrentan, haciendo a un lado las causas y la lucha legítima de las mujeres.

Al final, una vez más, los políticos, sean de derecha o de izquierda, anteponen sus intereses partidistas y de grupo a la lucha de las mujeres.

*La Dra. Ivonne Acuña Murillo es académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

 

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