#OPINIÓN | En las elecciones en EU, ganó la democracia

Lun, 14 Nov 2022
Las campañas electorales dejaron ver la llegada de nuevos políticos y sus discursos
Trump no estuvo en la boleta electoral, pero sí en la mente de los electores y en los debates públicos
Por: 
Mtra. Raquel Saed*

En las últimas semanas, los estadounidenses estuvieron escuchando la misma frase que repetían los medios de comunicación, que habría una “ola roja”, refiriéndose a que, en estas pasadas elecciones, posiblemente los republicanos retomarían las dos cámaras y por ende el control del gobierno, dejando al presidente Biden paralizado para poder llevar a cabo sus proyectos. Pero los resultados fueron otros, aunque todavía no se ha definido correctamente cómo quedará el congreso, se puede afirmar que esa “ola roja” no fue tal.

El senado ya quedó en manos de los demócratas por el triunfo en Nevada, aunque todavía tendrá que haber una segunda vuelta en Georgia. Además, la Cámara de Representantes no sería tan obstructiva como se piensa, ya que la mayoría que probablemente lograrán los republicanos, no es tan contundente y habrá espacio para la negociación con el ejecutivo. Estos serían los primeros indicios de que no se trata de una “ola roja”.

Por otro lado, esa mayoría se ve amenazada por una evidente fractura dentro del partido republicano, donde están los políticos tradicionales, por un lado, y los incondicionales de Trump, por el otro. Y es precisamente el expresidente la pieza fundamental para esta división. Los republicanos tradicionales se han estado retirando, mientras que ha llegado una nueva ola de políticos que están definiendo su futuro de acuerdo a sus lealtades e identidades, por encima de los proyectos de nación.

Las campañas electorales dejaron ver la llegada de los nuevos políticos y sus discursos. Algunos de ellos son los que se niegan a reconocer que Biden haya ganado las elecciones en 2020, mientras que otros solo intentan exhibir sus propuestas de gobierno, pretendiendo ganar la preferencia de los votantes republicanos y los indecisos. Sin embargo, los resultados no muestran el triunfo contundente que se esperaba, y sí muestran que sus electores estaban atentos a la retórica y que sus decisiones estuvieron más determinadas por sus propios proyectos individuales. Tal vez algunos, incluso, pudieron darse cuenta del riesgo que corría la democracia si votaban por los candidatos que buscaban obtener una identidad política, en vez de hacer propuestas que apoyarían efectivamente a sus electores.

El expresidente Trump, en su afán de recuperar el poder que perdió democráticamente en 2020, ha ido construyendo grupos de apoyo dentro del propio sistema, enfocándose en los recursos legales que le pudieran beneficiar. Es decir, durante las campañas recientes, estuvo apoyando a aquellos que, de llegar a ganar su cargo, estarían dispuestos a usarlo para favorecer a Trump, si él no ganara las elecciones de 2024 democráticamente. Entre los puestos que podrían hacer este uso están los secretarios de estado y los procuradores estatales, así como los miembros de las legislaturas, lo mismo que el propio gobernador de cualquiera de los estados, de acuerdo a las constituciones estatales. Cualquiera de ellos podría ser pieza clave para voltear la elección, aún si el candidato presidencial no la hubiera ganado. Es por eso que la importancia de estas contiendas no estaba solamente en el Congreso a nivel federal, sino en estos cargos menores de elección popular. Así es que pudimos ver a Trump presente detrás de las campañas de muchos de ellos.

En estas pasadas elecciones, Trump no estuvo en la boleta electoral, pero sí estuvo en la mente de los electores y en los debates públicos. Al ser el resultado tan poco contundente, significa que el electorado en general estuvo más enfocado en otros temas de su interés que en las rencillas y ambiciones de poder del expresidente. Y aquí podemos hablar de los electores de las nuevas generaciones que parecen estar más interesados en resolver su presente y su futuro, que sentirse identificados con algún personaje que solamente busca llegar o mantenerse en el poder.

Entre los temas más relevantes, se hablaba de la inflación combinada con el bajo desempleo, de la resolución en la Suprema Corte en contra de la libertad del aborto, de la seguridad en las ciudades y de la migración. Esto es lo que se discutía en el espacio público, los medios de comunicación y las redes sociales, los cuales, a su vez, estuvieron matizados por el color de la retórica divisoria. Estos temas estuvieron compitiendo con los que buscaban establecer una identidad política.

La revista The Atlantic publicó que “ganó la democracia”, ya que, si la victoria hubiera sido para los candidatos con identidades políticas y amarres establecidos, los cuales basaron sus retóricas en conspiraciones y verdades alternativas, le habrían tejido una alfombra segura para que Trump llegara al poder en 2024, cuestionando los procesos democráticos e incendiando al núcleo duro que lo apoya.

Al parecer, una gran porción del electorado se ha cansado del espectáculo de la política incendiaria, de los protagonismos personales, de la polarización y de la continua batalla por adherirse a un candidato o partido. Tal vez estamos entrando a una nueva era, en la cual las identidades políticas que son estériles ya no tienen validez y, que ahora, los nuevos electores están cambiando para regresar a la política propositiva donde se discutan sus intereses y valores. Tal vez, esta vez sí ganó la democracia.

La autora es académica del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana y especialista en Política y Medios de Estados Unidos.

 

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