#OPINIÓN | Sólo el arte nos salvará del caos que nos rodea

Vie, 14 Abr 2023
El arte es una de las facetas humanas más potentes, tan es así, que en ocasiones se busca callarlo, obscurecerlo, censurarlo
El arte nos salva de todo interés de reducir a la vida a un tema de gobernantes y gobernados, de buenos y malos, de limpios contra impuros
  • "El arte consigue lo que otras herramientas no logran", nos dice el Dr. Alberto Soto Cortés, Director del Departamento de Arte de la IBERO.
Por: 
Dr. Alberto Soto Cortés*

La vida de cada persona es una aventura valiosa, que se suma a otras existencias para conformar a la humanidad que está siempre viva, no sólo por la continuidad de seres que nacen y crecen, mientras otras abandonan este plano terrenal, sino porque los recuerdos, la huella sobre la tierra de cada ser y muchas otras evidencias permanecen siempre, rescatándonos una y otra vez de la verdadera obscuridad.

El arte es una de las facetas humanas más potentes, tan es así, que en ocasiones se busca callarlo, obscurecerlo, censurarlo. Un movimiento corporal, algunos compases, diversos trazos, una estructura, una instalación, una secuencia fotográfica, una vida, por mencionar sólo algunas maneras de exteriorizar lo artístico, tienen mayor complejidad y representan una plenitud que no podrán construir ni las invasiones, las dictaduras, las empresas trasnacionales, los partidos políticos, el crimen…

No todo lo que hoy llamamos arte lo fue en su momento. Por ejemplo, las representaciones religiosas tenían como objetivo ayudarnos a pensar y sentir lo supremo. Sin embargo, hoy consideramos que muchas y muchos artífices cimentaron, como el caso de Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel Buonarroti, el camino de nuestros contemporáneos dedicados a la creación.

De esa manera, quienes estudiamos arte nos hemos extasiado con la Antigüedad, el mundo medieval o la diversidad que existe dentro de fenómenos como el gótico, el quehacer renacentista, las turbulencias del llamado barroco, la nueva búsqueda en lo neoclásico o la disrupción vanguardista, por mencionar tan sólo unos hitos.

Pero la importancia del arte no radica sólo en la herencia, en las historias y anécdotas de personas que vencieron o se permitieron sucumbir ante los problemas de su momento y ser. El arte no es la oferta de los museos, ni las ferias a las que acuden cada vez más personas, menos aún las expresiones culturales promovidas por líderes en política, en plazas públicas, a costa de nuestros recursos.

De hecho, el arte nos salva de todo interés de reducir a la vida a un tema de gobernantes y gobernados, de buenos y malos, de limpios contra impuros. Ni el humilde está más alejado de lo artístico, como tampoco el magnate es dueño de lo que el arte engloba. Para todo ser humano hay un espacio donde la creación, la mirada, la contemplación o la reflexión sobre el arte nos da las respuestas sobre el poder que tenemos como individuos, nos cuestiona sobre el lugar que guarda nuestra dignidad y nos increpa diciendo aquello que nos hemos resistido a gritar.

El arte es libertad, es verdad, y sólo entendiéndolo así nos libraremos del caos. Por tanto, entre tantas posibilidades, el arte consigue lo que otras herramientas no logran.   

  1. Garantía para los derechos humanos y de todos los seres vivos: a través del arte se hace evidente y se discuten las contradicciones, injusticias y atentados contra la vida, la dignidad, la paz. Al replicarse rápidamente, lo creativo brota protestando en contextos de violencia como una respuesta y llamada de atención.
  2. Lenguaje para la memoria, la concordia y el respeto: ya que nos permite situarnos en contextos distintos, a veces nos perturba mostrándonos realidades que nos eran desconocidas, como también nos permite comprender otras miradas y asumirnos como elementos corresponsables de la humanidad.
  3. Generación de riqueza y bienestar: las naciones que confían en el arte y sus manifestaciones son, particularmente, las más ricas y con mayores niveles de satisfacción. Por el contrario, aquellas donde el Estado pretende secuestrar, delimitar o condicionar a las artes, se vive en medio de la carencia, mediocridad, corrupción e impunidad del crimen.
  4. Pensamiento complejo, responsable y productivo: porque el arte sitúa, permite salir de lo ordinario para insertarnos en una dimensión de posibilidades infinitas. Es habitual que las personas más dedicadas al servicio de los demás y a la resolución de problemas tengan una mayor afinidad para mirar al arte como un lenguaje y un sentido que invita a la bonhomía, a abrazar causas filantrópicas y a no perder de vista la posibilidad de hacer mejor al mundo.
  5. Esperanza donde hay caos: la o el artista debaten internamente cuestionamientos de diversa índole; son personas del mundo que no se han dejado derrotar en distintos frentes. Conciben, comparten y permiten que otros seres utilicen el arte para propósitos que les sean mejores, y confían en que el hacer y vivir en el arte es una condición e invitación de la propia vida.

Qué mejor para la economía, el derecho, la ciencia política, la medicina, la administración, entre muchas otras disciplinas, que mirar un poco más al arte para desbancar prácticas que contribuyen, a veces desde la buena fe, al caos. Considerando más al arte, como sociedad, comprenderemos la necesidad de que existan más personas en la creatividad, desterrando los prejuicios más torpes que circulan en muchos lugares. Con algunas excepciones, quienes se dedican a la creación son personas conscientes, humanas, compasivas, necesarias y baluarte de los principios más sublimes de la humanidad.

Cuando nosotras y nosotros ya no estemos sobre la faz de la tierra, el arte seguirá salvando a quienes nos desciendan del caos.

*El Dr. Alberto Soto Cortés, es Director del Departamento de Arte en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México

 

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