Origen y desarrollo: algunas notas sobre la historia de la IBERO
Nuestra Universidad acaba de cumplir 75 años de vida. Muchos trabajos, ilusiones y esfuerzos han ocurrido a lo largo de estos años para que el proyecto impulsado por Enrique Torroella, S. J., y un grupo de jesuitas —preocupados por la juventud mexicana y apoyados por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Rodolfo Brito Foucher—, de crear una universidad católica en México, llegara no sólo a gestarse sino a crecer hasta alcanzar lo que hoy es la Universidad Iberoamericana.1
La Compañía de Jesús había tenido en la ciudad de México los primeros contactos con los estudiantes universitarios, a través de la ACJM y de los Centros Lex, Labor y Bios, y el Centro Cultural a partir de 1929. La casa del estudiante del P. Vértiz y la Unión de Estudiantes Católicos (UNEC), intensificaron la comunicación universitaria con los jesuitas. La compañía de Jesús consideraba importante el acercamiento con los jóvenes, así como la participación en su formación. De esta necesidad surgió en 1943 la idea de juntar estos centros y crear el Centro Cultural Universitario (C. C. U.) con el propósito de que, poco a poco, se le fueran sumando a la primera carrera de Filosofía, otras de la rama de la historia, las ciencias sociales, el periodismo, las ciencias y la pedagogía. Así, en marzo de 1943 fue inaugurado el Centro Cultural Universitario cuya finalidad era dar una educación universitaria con tendencia humanista y filosófica acorde con el pensamiento cristiano y los principios de la Compañía de Jesús. Tanto las carreras como los alumnos y el personal fueron aumentando: a Filosofía se le sumó, en 1945, la carrera de Química; en 1947, Letras Españolas, y con el correr de los años se fueron adicionando diversas carreras, muchas de ellas de vanguardia en su época y que aparecían por primera vez en América Latina. De este modo, la Universidad Iberoamericana, nombre que el Centro Cultural Universitario tomó desde 1953, iba respondiendo a las necesidades de su país y su tiempo.
La noche del 7 de marzo de 1943, con la presencia de autoridades de la UNAM, la Iglesia Católica y de la Compañía de Jesús se llevó a cabo el acto inaugural del Centro Cultural Universitario, con tan sólo un grupo de trece estudiantes y siete profesores. Días antes se había obtenido el reconocimiento e incorporación a la Universidad Nacional Autónoma de México.
De tal forma, el Centro Cultural Universitario se fundó en México en la década de los cuarenta del siglo XX, cuando nuestro país dejaba atrás las luchas revolucionarias y posrevolucionarias e iniciaba una etapa de unidad nacional para llevar a México a un desarrollo económico y al crecimiento industrial. En tal realidad surge la necesidad de un nuevo modelo educativo que respondiese a estas necesidades, buscando la formación de personas que, mediante el estudio y el trabajo, ayudaran a alcanzar dicho desarrollo económico del país. También se veía la necesidad de nuevas alternativas de educación superior, pues la proporcionada por la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y otras instituciones públicas o escuelas libres, no cubrían la demanda de algunas carreras o no respondían a las necesidades de todos los estudiantes. En tal contexto se fundan también otras universidades e institutos tecnológicos de carácter privado y algunos de ellos, como el Centro Cultural Universitario, de inspiración católica.
El Centro Cultural Universitario surge en una época difícil, tanto en el escenario mundial (en plena Segunda Guerra Mundial) como en el nacional (en México todavía se sentían las heridas del conflicto religioso), por lo que crear una universidad católica era una necesidad pero también un reto complejo de enfrentar, lo mismo con las autoridades del país como con los de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero las negociaciones por parte de los jesuitas y seglares fundadores de la Universidad Iberoamericana se supieron llevar a cabo. Años más tarde, y para poder contar con más libertad en sus planes de estudio, además de realizar una reforma académica y proponer un sistema departamental, en 1973 la Universidad Iberoamericana consigue un decreto presidencial de reconocimiento oficial de sus estudios.
El C. C. U. se instaló en una vieja casa en la avenida Hidalgo 120, en el centro de la ciudad de México, y de ahí, a lo largo de sus 75 años, ha tenido siete sedes. Las más recientes, en Cerro de las Torres 395 y su actual campus en Santa Fe, fueron construcciones diseñadas ex profeso. En estas dos últimas se concentraron todas las carreras que ha impartido la Universidad, ya que antes de 1962 se encontraban dispersas en varios edificios. A principios de 2018 la Ibero cumplió treinta años de haberse instalado en su actual ubicación, y éste ha sido el campus en que ha permanecido por más tiempo.
Una vez fundado el Centro Cultural Universitario había que asegurar su futuro, su desarrollo y su crecimiento, no sólo con recursos, sino también con nuevas carreras, con posgrados y con publicaciones. Para ello, el padre Enrique Torroella legó al C. C. U. una recién heredada “pequeña fortuna”, de la cual se invirtieron, en unos casos, los intereses y, en otros, el capital, para el sostenimiento del Centro y para crear becas para estudiantes sin recursos. Desde sus primeros años la Ibero contó con amigos y benefactores que, según fuera el caso, la apoyaron con instalaciones, dinero, construcciones, laboratorios. En 1956 se creó Fomento de Investigación y Cultura Superior, patronato económico y de desarrollo de la Universidad Iberoamericana y desde entonces ha trabajado junto con la Ibero para lograr sus objetivos.
La semilla estaba plantada, pero al crecimiento y cuidado de la cosecha ya no se pudo dedicar el padre Torroella, puesto que otras actividades le fueron encargadas por las autoridades de la Compañía de Jesús. Lo importante era que la nueva universidad quedaba en buenas manos: en las de los jesuitas. Durante los primeros años el Centro Cultural Universitario tuvo un rector oficial, el licenciado Gabriel García Rojas, y un rector o director general interno jesuita, siendo el primero el padre Enrique Torroella. Así, a lo largo de su historia, la Universidad Iberoamericana ha tenido 17 rectores, todos ellos, excepto el primero, miembros de la Compañía de Jesús, institución que le ha dado su razón de ser y fundamentación a la Ibero.
Desde sus inicios no sólo realizó cursos universitarios, sino que abrió sus puertas para impartir cursos de diversas materias como Filosofía, para profesionistas y empleados que no pudieran asistir a las clases regulares. También contaba con un buen número de alumnos oyentes. Asimismo, ofreció cursos de verano para extranjeros. Actualmente estos cursos siguen impartiéndose y se han creado diversas entidades para cubrir la necesidad de capacitar profesionistas y empleados públicos y privados en diversas ramas del saber y dar a conocer nuestra cultura y nuestra lengua a otras nacionalidades.
La planta académica de la Ibero —dentro de la cual ha habido siempre miembros de la Compañía de Jesús—, se fue haciendo cada vez más grande para responder al crecimiento de la institución y a la creación de carreras e institutos, lo mismo que al desarrollo de investigaciones y la instauración de posgrados y especialidades. De apenas siete maestros con los que inició hace 75 años, hoy cuenta con más de 325 académicos de tiempo completo y 1,736 profesores de asignatura. A lo largo de estos años miles de horas de clase se han impartido y cientos de maestros han dedicado parte de su vida a enseñar en las aulas de la Ibero.
Las primeras publicaciones no se hicieron esperar, y en 1943 salía a la luz Filosofía y los mitos modernos del padre Levit. Hoy, 75 años después, la Universidad Iberoamericana ha ido fortaleciendo sus ediciones contando con una dirección para este fin que año con año publica libros y revistas y cuenta con un significativo fondo editorial. También desde sus inicios la Ibero empezó a publicar folletos, revistas, anuarios, y catálogos generales y especializados de promoción y difusión. En 1950, por ejemplo, editó su primer Anuario, y en 1962 su primer Catálogo general.2
En 1953, ya con el nombre de Universidad Iberoamericana, para reforzar su identidad, se retomó y rediseñó el escudo del Instituto Patria, también perteneciente a la Compañía de Jesús, y se le agregó el lema Veritas Liberabit vos, (La verdad nos hará libres), tomado del Evangelio de San Juan. Además, se diseñó un escudo para la institución inspirado en las armas de la casa de Loyola, al que se incorporaron otros elementos relacionados con América Latina, la ciudad de México y la Universidad Nacional Autónoma de México. Los lobos de la casa de Loyola así como el lema se han conservado en las variantes de los escudos que a lo largo de sus 75 años de vida ha tenido la Universidad Iberoamericana, los cuales se han adaptado a los gustos de la época.
A partir de 1956 y hasta nuestros días, la Universidad Iberoamericana se ha ido consolidando académicamente y ha desarrollado sus documentos básicos, así como un cuerpo reglamentario, textos como la Misión, el Ideario y el Estatuto Orgánicos, y el perfil ideal del egresado, entre otros. Documentos que la van delineando y le otorgan características propias. El 31 de julio de 1968 como conmemoración de sus primeros 25 años de vida, la Universidad promulgó su Ideario, documento en el que define el sentido de esta casa de estudios. Los documentos básicos se han ido formalizando, promulgando y actualizando según el desarrollo de la institución, su organización, la aparición de nuevos programas, el creciente número de alumnos y la concreción de una identidad propia.
A las 5:09 de la mañana del día 14 de marzo de 1979 ocurrió un sismo de gran intensidad en el Distrito Federal; con una magnitud de más de siete grados en la escala de Mercalli, dañó seriamente el 60% de las instalaciones de la Universidad Iberoamericana. Afortunadamente no hubo desgracias personales, ya que a esa hora no se encontraba ningún estudiante o profesor, y los vigilantes pudieron salir de los edificios antes de que éstos se derrumbaran.
Los esfuerzos que desde 1943 había hecho la Universidad Iberoamericana por ser “la mejor universidad privada de México” se vieron seriamente obstaculizados por el sismo, pero la fortaleza de la comunidad Ibero se hizo más sólida al concluir que “LA ESCUELA NO SON LOS EDIFICIOS, SOMOS NOSOTROS”, y tres determinaciones surgieron rápidamente:
- Procurar que las clases pudieran reanudarse en una semana;
- Volver al campus lo antes posible, y
- Hacer cuanto fuera posible para que todo el personal de la Ibero pudiera conservar su trabajo.
Gracias a las autoridades de la Universidad, a sus empleados y alumnos, a su estructura y a otras instituciones, las clases se reanudaron tan sólo ocho días después en instalaciones facilitadas por el Instituto Politécnico Nacional. Luego de setenta y siete días, el 31 de mayo, se volvió al campus de Cerro de las Torres, en donde en aulas prefabricadas, y la biblioteca y oficinas adaptadas, se impartieron clases; así funcionó la Ibero hasta enero de 1988 en que se instaló en el campus de Santa Fe. El entonces rector, doctor Enrique Portilla, durante la develación de la placa de agradecimiento a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), del IPN, expresó: “Nunca es tan grande, tan fuerte, y tan hermosa la solidaridad humana como cuando se manifiesta en la adversidad”. Gracias a esa solidaridad, los estudios y los empleos pudieron salvarse y la Universidad Iberoamericana logró seguir adelante con su proyecto educativo.
Cuando la responsabilidad de guiar a la Ibero recae en el doctor Ernesto Domínguez, quien dirigió la institución hasta 1988, se tuvieron muchos avances, pero quizá el mayor logro fue la construcción de un nuevo campus, y con ello dotar a la Universidad de instalaciones dignas, apropiadas y modernas para continuar sus actividades académicas. El crecimiento de la Ibero no se ha detenido desde sus inicios, pero en los últimos años, y una vez que el objetivo de contar con un campus digno fue alcanzado, este crecimiento ha sido constante. Cada uno de los rectores que ha trabajado en Santa Fe ha buscado que la calidad académica de los egresados sea la mejor, para formar hombres y mujeres que trabajen para los demás.
*Mtra. Teresa Matabuena Peláez
Directora de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero. Con la colaboración del Archivo Histórico de la Universidad Iberoamericana (AHUIA).
La información y las fotografías son de la cuenta de Facebook Ibero 75 Aniversario
Bibliografia
Anuario del Centro Cultural Universitario, México, 1950 (263289).
Este es nuestro nuevo campus, México, UIA, 1987, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R. 05.06.110).
Historia de la UIA, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R.04.30.447).
Jesuitas que conocimos y admiramos, México, Buena Prensa, 1984 (A.R. 3.48.774).
Meneses Morales, Ernesto, “El modo específico de ser de la Universidad Iberoamericana”, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R. 3.33.592).
Meneses Morales, Ernesto, “Historia del Ideario de la Universidad Iberoamericana”, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R. 3.34.590).
“Momentos cronológicos relevantes de la Universidad Iberoamericana (1943-2003)”, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R. 004.23.345).
“Texto de la exposición con motivo del cuadragésimo aniversario de la UIA”, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R. 2.48.852).
Transcripción del periódico Excélsior del 8 de marzo de 1943, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R.04.10.140).
“Treinta y cinco aniversario, Universidad Iberoamericana”, documento del Archivo Histórico de la UIA (A.R.05.06.120).
Universidad Iberoamericana. Informes y mensajes del Rector 1988-2011.
Ledesma, José de Jesús, Trayectoria histórico-ideológica de la Universidad Iberoamericana, México, UIA, 1987.
1 Entre las diferentes fuentes utilizadas para este artículo destacan los libros conmemorativos publicados en los aniversarios 40, 50 y 60 de nuestra institución. El primero de ellos fue publicado durante el rectorado del doctor Ernesto Domínguez Quiroga, S. J., en 1983, y mediante sus siete ensayos realiza una aproximación a la experiencia educativa de las primera cuatro décadas de la Universidad. El libro dedicado al cincuentenario, propuesto en el rectorado del P. Carlos Vigil Ávalos, S. J., reúne con gran fortuna documentos fundamentales que testimonian la trayectoria de la institución hasta 1994 y reproduce los discursos más significativos de sus rectores. Finalmente, el texto intitulado 60 años de compromiso con el futuro, impreso en 2003, en el periodo del rector Enrique González Torres, S. J., ofrece un recuento de la historia de la Universidad y reflexiona sobre los desafíos que se observaban en el horizonte. También se utilizó el texto inédito: “Notas sobre la historia de la Universidad Iberoamericana”, del Archivo Histórico UIA 2013, y algunos documentos del AHUIA.
2 Estas publicaciones pueden ser consultadas en el Archivo Histórico de la Universidad (AHUIA) resguardado en la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero.
(Este texto fue publicado en Revista IBERO)
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