Pinceladas y reflexiones: 100 años de la disciplina en Relaciones Internacionales
El pasado 25 de febrero del año en curso, el Departamento de Estudios Internacionales inauguró una serie de reflexiones sobre la carrera de Relaciones Internacionales y sobre la fundación de la Escuela de Servicio Exterior, Edmund Walsh. El propósito: el relanzamiento de la colaboración entre las dos universidades que permitirá ampliar la investigación conjunta, intercambio de profesores y estudiantes de ambos países.
El acuerdo es muy relevante debido a que Estados Unidos constituye la relación más importante de México en el mundo —desde luego no es la única— y ha sido desde su independencia un factor directo e indirecto de su política interior y exterior. Asimismo, este Convenio permite tender puentes entre la academia, los acervos bibliográficos tales como la Biblioteca del Congreso, los tanques de pensamiento y tomadores de decisiones que circulan por las aulas de Georgetown en particular y en Washington DC. en general. Justamente en un momento que requiere reafirmar el entendimiento bilateral.
Argumento central
El fin de la Primera Guerra Mundial fue un momento precipitante en la historia mundial y en respuesta a la destrucción y el odio se impulsaron diversas iniciativas para ensanchar los puentes de comunicación y entendimiento entre la sociedad internacional. También orilló a las comunidades epistémicas, sociales, diplomáticas y liberales gubernamentales y no gubernamentales a ampliar las alternativas a la guerra con por ejemplo la creación como disciplina de las Relaciones Internacionales, la Escuela de Servicio Exterior y el Instituto de Educación Internacional[1] entre otros. De igual forma, se sentaron las bases para la concreción de organismos internacionales para la cooperación de los más variados temas que vinculan a la Tierra entera que no fueron posibles en la Liga de Naciones (1919) pero que cristalizaron en el sistema de las Naciones Unidas tras su fundación en 1945.
A partir de entonces la disciplina alberga la más amplia y plural comunidad de escuelas, enfoques y teorías; no es uniforme y es eminentemente interdisciplinar ya que los problemas de la comunidad internacional trastocan los más diversos conflictos y oportunidades que atañen a la humanidad, incluyendo desde luego a nuestro país. Existen desde sus más acérrimos detractores hasta sus más sistemáticos investigadores y estudiantes con alcances de talla mundial.
Desarrollo
A finales del siglo XIX emergieron tres potencias regionales: Japón en Asia, Estados Unidos en las Américas y Alemania en Europa. Asimismo, la Revolución Industrial precipitó un aumento de la producción mundial y la expansión de nuevos y viejos mercados que a la par de cambios científicos y tecnológicos revolucionaron el desarrollo táctico y operacional de las Fuerzas Armadas, exacerbando los nacionalismos. El duelo entre los mismos fue devastador en la danza de las geopolíticas, el expansionismo imperial, la militarización y la interdependencia de regiones y continentes que permiten delinear algunos factores contextuales en el surgimiento como ciencia de la disciplina de Relaciones Internacionales y de la Escuela de Servicio Exterior. No obstante, sus antecedentes provienen de mucho tiempo atrás y en la actualidad todavía no existe consenso sobre la fecha de su origen .Pues bien veamos.
1.- La Primera Guerra Mundial demostró que el mundo nunca había experimentado una vinculación que ligó directamente a países, regiones y países de la mayoría del planeta con esa capacidad de fuerza. Indirectamente afectó a todas de las regiones aunque no tuvieran participación alguna.
2.- La rivalidad histórica ( Italia, Reino Unido y Francia) de potencias con raíces imperiales y nuevas potencias con similares aspiraciones (Japón, Alemania y Estados Unidos) perfilaron entre 1914 y 1918 la primera “guerra total” en la historia de la humanidad.[2]
3.- El fin de la Primera Guerra Mundial dejo a todos sus participantes insatisfechos en el Tratado de Versalles que no alcanzó a resolver el tema central: BUSCAR QUE LA GUERRA FUERA IMPOSIBLE EN EL FUTURO. Bajo el lema, “Nunca más.” Sin embargo, el fin de la guerra mundial en 1919 no resolvió las raíces de la competencia entre viejas y nuevas potencias. A las que se unió la Revolución Bolchevique de 1917 y dio origen a la Unión Soviética que eclipsó el sistema internacional en la segunda mitad del siglo XX.
En 1919 flotaba sobre la faz de la tierra una paz frágil, engendrando dos décadas más tarde la Segunda Guerra Mundial, evento aún más potente y devastador que el anterior. Además arrojó el período más destructivo nunca visto jamás, incluyendo métodos incalculables como el genocidio Nazi de 6 millones de judíos[3] o el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagazaki. Regresando a 1919, la Peace Conference presentaba el dilema de las fronteras que se redefinieron durante la Primera Guerra Mundial y dejaban heridas abiertas y ambiciones proscriptas que se “resolvieron” durante la Segunda Guerra Mundial. Y fueron catastróficas.
4.- La política exterior en las democracias establecidas tomaron una nueva conciencia de las invasiones territoriales o de amenazas extracontinentales al atentar con los intereses vitales de los estados: la soberanía, infraestructura y población. El nuevo escenario que se veía distante a los conflictos regionales o coloniales de las potencias europeas obligó a buscar explicaciones sobre el origen de la guerra y el conflicto. Previamente, el tema de la militarización era materia exclusiva de ejércitos y diplomáticos pertenecientes a las maquinarías del poder del Estado. Como plantea Edward H. Carr: “la guerra de 1914-18 terminó con la idea de que ésta era, solamente una cuestión de ejércitos y de profesionales de la política internacional.”[4] Es notorio dar crédito a que el estudio de las relaciones internacionales nacía en los países de habla inglesa como el Reino Unido y Estados Unidos en contra de acuerdos secretos. Antes de la guerra, continua H. Carr, el gran público carecía de interés en los acuerdos oscuros que desembocaban en guerras atroces. Tras la Gran Guerra, las universidades impulsaron de manera decisiva una agenda de investigación que fuera justo al grano de los comportamientos y de las motivaciones que entretejían los conflictos militares, así nacía una ciencia y la necesidad de una explicación para buscar cambiarla. La necesidad de comprender la destrucción en proporciones globales alteró los códigos de conducta de las ciencias sociales, algo requería cambiar en la generación del conocimiento.
5.- En sus orígenes, la labor del cientista social en Relaciones Internacionales—no el experto en asuntos militares-- consistió en clasificar, recolectar y analizar los hechos que desembocan en conductas; pautas del comportamiento que oscilaban entre la cultura y las normas. La observación científica que echaba mano a la Teoría Política desentrañaba paradigmas del quehacer político en la ruptura de la paz y los acuerdos que desnudaban motivaciones profundas del poder: la conquista, la expansión, los intereses extraterritoriales. Aquí se abre la agenda de investigación. Ahora bien, es importante que la disciplina alcanza un auge de las calamidades masivas de una guerra mundial: ello lo precipita. Para los pioneros de esta profesión, la motivación central fue evitar la guerra. Justamente aquí se gesta y desarrolla el debate central—pero no único— realismo versus idealismo.
El primero se concentra en el diagnóstico de la “realidad factual” que permite vislumbrar las fuerzas precipitantes de la naturaleza humana y política que permiten arribar a la explicación “correcta” de la política internacional. Por su parte, los idealistas se enfocan en el análisis de lo que puede mejorar, en la aspiración. Desde el punto de vista del realismo; el idealismo no podrá explicar la realidad, ya que sus prescripciones son “utópicas.” Para el idealismo, la política internacional está formada de ideas alrededor de la paz que derivan en la construcción de instituciones para resolver el conflicto. La lucha entre el idealismo y el realismo desencadena lo que en la jerga de la disciplina se conoce como el “eterno debate.” En realidad son convergentes bajo la base del orden liberal que nace de las cenizas de dos guerras totales y que bajo ningún punto de vista pueden llegar a una explicación final de la humanidad. En realidad, quizá nadie lo podrá explicar a cabalidad, sin embargo, engendran el debate y el orden liberal hoy en crisis.
6.- Sobre la base anterior se robustecen las teorías: el neo-realismo, el liberalismo institucional, los regímenes internacionales, la interdependencia, las teorías de la integración, la política económica internacional, la teoría crítica, el constructivismo entre otras. Y en torno a ellos, nacen subdisciplinas como la política exterior y la seguridad por mencionar dos ejemplos imprescindibles de la política internacional.
7.- En este sentido, resulta extraordinario el desarrollo teórico y práctico de la política exterior desde el surgimiento de la disciplina en las Relaciones Internacionales. La política exterior permitió ser el vehículo para presentar identidades, estructuras y procesos de toma de decisiones con base en el interés nacional de los Estados. Asimismo, la política exterior es la expresión más íntima de la política interior. En la política interior descansa la naturaleza de los regímenes políticos: democracias consolidadas, totalitarismos, autoritarismos, transiciones a la democracia, etcétera. En efecto aquí echamos mano de la política comparada. Durante la I Guerra Mundial y la segunda guerra mundial, la política exterior fue el vehículo de los Estados para impulsar sus intereses. No obstante, el poder real de los Estados yace en su poder militar, económico, científico y tecnológico, social, territorial y desde luego en sus recursos naturales. Resumiendo, el poder explicativo de la política exterior recae en lo que Putman sostiene en el juego de dos niveles: impulsa los intereses del Estado en el exterior, atendiendo su política interior y dos, identificando las tendencias de la política mundial que puedan cuestionar el interés nacional. [5]
8.- En 1919, la Escuela de Servicio Exterior, Edmund Walsh nace como un centro educativo de excelencia en la teoría pero sobre todo en la práctica de la política internacional. Con la finalidad de hacer frente a las calamidades de la guerra e impulsar un contingente civil y diplomático que desarrollará política pública en la arena internacional destinada a propulsar los intereses de Estados Unidos, evitar la guerra y promover la paz. La Escuela de Servicio Exterior nace en el centro de uno de los polos de la política mundial de las últimas décadas con las premisas éticas del servicio, la moral pública, la comprensión de las culturas y etnias de Estados Unidos y del mundo, enraizadas en la tradición liberal de esa nación.
Posteriormente, la Escuela de Servicio Exterior se expandió con los doctorados en Gobierno, la maestría en Estudios de Seguridad (2000)[6] y Paz (2001)[7], la licenciatura en Relaciones Internacionales (1919)[8]y los programas regionales en Estudios Latinoamericanos (1959)[9], etcétera.
Ahora bien, la historia de la Universidad de Georgetown se inscribe en el surgimiento de los Estados Unidos como la primera universidad jesuita de la Unión Americana fundada en 1789. El acervo jesuita y la vocación de servicio e incidencia social se encuentran en los fundamentos de la Escuela de Servicio Exterior que atestiguó la inauguración de la capital federal en 1801 de la mano de George Washington y que poco a poco perfiló el asidero de las universidades que hoy constituyen el consorcio de universidades en Washington, DC como la American University, John Hopkins University, George Washington entre otros.
No obstante, no podemos perder de vista el diseño arquitectónico de Washington, DC, la capital federal de Estados Unidos retoma la visión imperial que se remonta a Egipto, Roma y Francia y por el contrario estudiar ahí constituye una oportunidad sublime para rastrear las raíces de Occidente. No es fortuito que las universidades que se asientan en las trece colonias inscribieran en sus programas los signos de la erudición en el estudio del latín y el griego en sus matriculas y programas. Aquí viene la mirada del estudiante internacional que requiere adentrarse con curiosidad y buscar desentrañar con mirada crítica ya sea lo que va del diseño arquitectónico de la ciudad y el sentido urbano de la metrópoli a la cúspide del poder y la generación de conocimiento. En el fondo, en Georgetown cohabita con la división de poderes que se inauguraron desde la “más perfecta unión” en 1789 y se hilvanan a la Bill of Rights de 1792 con el nacimiento de sus diversas libertades públicas.
9.- En la Constitución de los Estados Unidos se establece el rol del Comandante en Jefe para conducir la política exterior, llevar a cabo las negociaciones de los tratados internacionales, promover la paz o decidir por la guerra de la mano de la autorización del Congreso de Estados Unidos. Es en Washington D.C donde se elabora y ejecuta la política exterior, la seguridad nacional y la política de defensa. Y donde converge o disiente el federalismo de la mano de una democracia presidencialista y hegemónica.
La capital federal es la sede de los tres poderes de la Unión; cuenta con uno de los acervos bibliotecarios más grande del mundo; además de albergar a uno de los think tanks de la vida pública de Washington que van del Brookings Institution, al Woodrow Wilson International Center for Scholars, la Heritage Foundation, etcétera, así como la sede del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos. En ese marco, la Escuela de Servicio Exterior ha incidido no sólo de la política exterior sino de la política mundial. La Real Politik y el pragmatismo es recurrente en Washington por ello es central establecer una intersección más amplia con la disciplina de las Relaciones Internacionales del surgimiento de la Escuela de Servicio Exterior.
10.- En 1947 se creo el Acta de Seguridad Nacional que dio origen al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la figura del Consejero de Seguridad Nacional, la CIA, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y el Tesoro. Desde entonces la nueva estructura guía los esfuerzos e intereses de Estados Unidos en el ámbito regional, continental y global. Independientemente de las preferencias, en torno a esa estructura se elabora y a veces se ejecuta el devenir de la política internacional. Por ello, es vital estudiar ahí desde el punto de vista del interés mexicano.
11.- El fin de la Guerra Fría en la que Estados Unidos resulta victorioso frente a la Unión Soviética delineaba una era en las Relaciones Internacionales. En ese marco, la mayoría de los enfoques en la disciplina gravitaron en torno a la dinámica regional, la cercanía de fronteras, el intercambio de bienes y personas, etcétera. El balance de poder se inclina hacia las Américas y México a lado de la super potencia mundial.
12.- En 1992 gana la elección presidencial, Bill Clinton. Un egresado de la Escuela de Servicio Exterior, Edmund Walsh llega a la Casa Blanca. Las fronteras se redefinían. Y por azares de la geografía y de la historia, México comenzaba una nueva era de relaciones en América del Norte a través del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. A un cuarto de siglo de lo que se pensaba sería una mayor convergencia entre ambos países, el día de hoy se encuentra en profunda crisis en la región y en el mundo.
Conclusiones
Hace un siglo, surge la disciplina de Relaciones Internacionales y la Escuela de Servicio Exterior en el Reino Unido y Estados Unidos respectivamente. No obstante, algunas de sus raíces epistémicas se remontan a Platón y Confucio hace más de dos mil años. En cualquier caso, a un siglo de la disciplina de las R.I y la Escuela de Servicio Exterior las sombras de la guerra no desaparecieron. Lo cierto es que los internacionalistas del planeta aspiramos a mejorar el entendimiento del conflicto entre la paz y la guerra, impulsar la cooperación y el desarrollo y coadyuvar a una paz y seguridad colectiva de gran calado.
Por ello, celebramos que la Universidad Iberoamericana relance su Convenio de Colaboración con la Universidad de Georgetown a 100 años de la fundación de la Escuela de Servicio Exterior y 100 años de la disciplina de Relaciones Internacionales.
[2] Baylis, John & Steve Smith, The Globalization of World Politics. An introduction to international relations, Oxford, 2001.
[3] United States Holocaust Memorial Museum, “Documenting numbers of victims of the holocaust and Nazi persecution”, Holocaust Encyclopedia, https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/documenting-numbers-of-victims-of-the-holocaust-and-nazi-persecution, 4 de febrero de 2019.
[4] Hallet Carr, Edward, The Twenty Years’ Crisis, 1919-1939. An Introduction to the Study of International Relations, Perennial, 1939.
[5] Robert Putman, “Diplomacy and Domestic Politics: The logic of Two level games” International Organization, MIT Vol. 42, No. 3 (Summer, 1988), pp. 427-460
[6] “About CSS”, Walsh School of Foreign Service. Center for Security Studies, disponible: https://css.georgetown.edu/about/.
[7] “Program on Justice and Peace. National and Global”, Georgetown University. Georgetown College, https://justiceandpeace.georgetown.edu/resources/nationalandglobal
[8] “History of the School”, Walsh School of Foreign Service, https://sfs.georgetown.edu/about/history-of-the-school/
[9] “History”, Walsh School of Foreign Service, Center for Latin American Studies, https://clas.georgetown.edu/about/introduction/history/
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