Podría haber más calor en los siguientes meses por culpa de El Niño

Vie, 11 Ago 2023
Consultamos a expertos del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la IBERO CDMX: el Dr. José Alberto Lara y el Dr. Juan Manuel Núñez
La última vez que se produjo un fenómeno de El Niño, en 2016, el mundo vivió su año más caluroso jamás registrado
  • El pasado 3 de julio fue el día más caluroso jamás registrado a nivel mundia. (Foto: Pixabay / Joe)

Luego de siete años, este 2023 el mundo vuelve a vivir un ciclo más del fenómeno meteorológico conocido como El Niño, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) prevé que “aumentará considerablemente la probabilidad de que se batan récords de temperatura y de que se desencadene un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano”. Para que te des una idea, la última vez que se presentó El Niño, en 2016, el mundo vivió su año más caluroso jamás registrado

¿Estamos viviendo el verano más fresco del resto de nuestras vidas? Para despejar nuestras dudas, consultamos a dos investigadores del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la IBERO Ciudad de México, el Dr. José Alberto Lara Pulido y el Dr. Juan Manuel Núñez Hernández

El ciclo denominado Oscilación Meridional de el Niño (ENOS), no ocurre cada año, sino que es irregular y se produce cada de dos a siete años, y se compone por dos fenómenos que se alternan: el Niño y la Niña. Se origina cuando las aguas de la superficie del Pacífico Ecuatorial se vuelven más calientes de lo normal; sus efectos pueden ocasionar inundaciones, sequías y hasta incendios forestales, así como deslizamientos y afectaciones en las cosechas. 

En México, por ejemplo, la más reciente ola de calor de junio pasado, con temperaturas que llegaron a hasta 49° Celsius en algunas entidades del país, tuvo que ver con El Niño, tal como lo explica el Dr. Lara Pulido, también Director del Centrus, debido a que su aparición causó falta de viento. “Cuando no hay viento, las masas de temperatura, el calor, se queda ahí”; cuando hay viento, es como un ventilador que disipa el calor y reduce las temperaturas. Particularmente en México, las altas temperaturas provocaron un domo de calor, que se produce cuando las altas presiones atmosféricas empujan el aire caliente hacia abajo, evitando que suba y atrapándolo en una región concreta.  

Además, la falta de viento afecta otro fenómeno bastante complejo: Cada año, principalmente en verano, nubes de polvo proveniente del Desierto del Sahara en África son arrastradas hasta América del Sur, donde sus nutrientes fertilizan la selva del Amazonas en Brasil, en “un efecto ecológico bastante interesante”. De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), cada año, más de 100 millones de toneladas de polvo sahariano llegan a América. 

Cada año, más de 100 millones de toneladas de polvo sahariano llegan a América. (Foto BBC)

En su camino sobre el Océano Atlántico, la arena que cae sobre el mar forma una capa que impide que salga tanto calor del océano. Este año, la presencia de El Niño retrasó estas masas de viento hasta finales de junio: no se habían presentado nubes de polvo, la arena no había cubierto el mar y éste liberó mucho calor, lo cual hizo que las temperaturas aumentaran. Finalmente, el viento corrió y el 23 de junio terminó esa ola de calor. 

Pero es probable que vengan más eventos relacionados con el calor. Por ejemplo, el pasado 3 de julio fue el día más caluroso jamás registrado a nivel mundial, según datos de los Centros Nacionales de Pronóstico Ambiental de Estados Unidos. La temperatura global promedio alcanzó los 17.01 grados Celsius, superando el récord de agosto de 2016 de 16.92 grados. Si vives en la Ciudad de México, quizá no te pareció tan caluroso, porque el tiempo en esta ciudad fue más que nada nublado ese día, pero hablamos de un dato mundial. 

Lo que va a suceder en los próximos meses con El Niño, es un caldo de cultivo para más huracanes -y huracanes gigantes-, explica el Dr. José Alberto Lara, debido a que el ambiente se está calentando mucho y las corrientes de aire frío y caliente se van a mezclar y a provocar tormentas que evolucionarán a huracanes. 

¿Se romperán récords de calor un año tras otro a partir de ahora? 

La buena noticia es que, si las olas de calor de este año tienen que ver con el fenómeno de El Niño, se puede pensar que en los próximos años, cuando no haya Niño, no tendrían que ser cada uno más cálido que el anterior, aunque el promedio en general vaya subiendo. 

Si la tendencia continúa como se ha presentado en los últimos diez años, podemos esperar que la temperatura promedio del planeta tienda a elevarse, pero no es algo que vaya a suceder de manera lineal, sino con unos años más frescos que otros, dependiendo de muy diversos factores, entre ellos El Niño. 

Refrescar el ambiente de manera natural 

No obstante, hay que recordar que, como apunta el Dr. Juan Manuel Núñez Hernández, ondas de calor como la que vivimos en junio normalmente suceden entre abril y mayo en estas regiones. “Que sucedan en junio, casi julio, nos habla de que no sólo ocurren con mayor intensidad, sino además de manera mucho más amplia”.  

Este experto estudia el tema de las islas de calor, que consisten básicamente en entornos urbanos cuyos materiales guardan calor durante el día y lo liberan durante la noche. “Las ciudades son el reflejo de la actividad humana en la Tierra. No hay una obra más grande del impacto de la actividad humana que las ciudades”, nos dice. 

En el caso particular de la isla de calor, agrega que, si no hacemos nada, el efecto todavía puede ser peor. Y la respuesta no está en refrescar el ambiente de manera artificial, “que cada quien vaya y se compre su aire acondicionado”, porque ello implica mayor demanda de energía y por lo tanto mayor emisión de gases de efecto invernadero, que están directamente involucrados con la participación humana en el cambio climático

Lo primero que se puede hacer, “es sensibilizar sobre estos temas y entender que todos formamos parte del problema”. A nivel personal o familiar, se puede quitar o cambiar los focos incandescentes por focos de luz más fría, usar impermeabilizantes de colores claros, y llenar de vegetación nuestros espacios habitables. 

A nivel de colectividad y acciones de gobierno, procurar que en los espacios públicos haya vegetación arbórea, sobre todo árboles grandes que den sombra, que absorban mucho calor, que tengan las hojas muy grandes. También, que la ciudad se llene de espacios azules, de cuerpos de agua, de fuentes que funcionen. Además, usar pavimentos que no absorban tanta radiación solar y que sean permeables para que se mantengan húmedos. Y a futuro, gestionar de mejor manera el crecimiento de las ciudades. 

Como has visto, así como el ser humano ha tenido participación en el cambio climático, también tenemos mucho por hacer. 

Texto: Yazmín Mendoza 

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