Posibles efectos económicos de una política de altos incrementos en el salario mínimo

Jue, 7 Ago 2014
  • Dr. Alejandro Rodríguez Arana, académico del Departamento de Economía de la Ibero
Por: 
Alejandro Rodríguez Arana Zumaya, docente e investigador del Departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana

En el marco de la discusión actual sobre un posible incremento al salario mínimo el profesor Rodríguez Arana, doctor en economía dedicado a investigar entre otros temas los salarios e inflación, expone en este breve análisis académico los efectos negativos que de aprobarse pudiera tener dicha propuesta, como serían: despidos de trabajadores, aumento del desempleo e inflación. Empero, también reconoce que un incremento en el poder de compra del salario mínimo ligeramente superior a la inflación tendría efectos positivos.

En los últimos días el jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF),  Miguel Ángel Mancera, propuso un debate sobre la conveniencia de elevar los salarios mínimos, primero en el Distrito Federal, y tal vez después en todo el país.

Mancera está a favor de un incremento bastante considerable del salario mínimo y las razones que exponen tanto él como otras personas e instituciones, por ejemplo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), son a todas luces válidas. En los últimos 33 años ha habido una caída en el poder de compra del minisalario de cerca de 70 por ciento. Asimismo, es claro que 67 pesos diarios para una familia son totalmente insuficientes para comprar una canasta básica y darle una vida digna a las personas.

La propuesta del jefe de Gobierno es que el salario mínimo se eleve de los 67 pesos promedio diario que actualmente tiene a cerca de 170 pesos. Una propuesta menos agresiva es que primero haya un incremento de aproximadamente 30 por ciento para converger en 2025 a 170 pesos de 2014. ¿Qué efectos podría tener una política de este tipo?

Es claro que todos estamos a favor de un mejoramiento en el nivel de vida de las personas más necesitadas. Desafortunadamente, no es del todo claro que un incremento del salario mínimo, como el propuesto, efectivamente mejore sustancialmente las condiciones de las personas con mayores necesidades.

La razón principal es muy simple: ninguna empresa está obligada a contratar un determinado número de trabajadores. Ante un incremento sustancial de los costos laborales, las empresas pueden prescindir del empleo de muchas personas y sustituir sus servicios con otros factores de producción.

Un ejemplo puede ilustrar lo anterior. En los últimos años los estacionamientos de muchos centros comerciales han desempleado a un grupo considerable de personas que cobraban en las salidas de dichos establecimientos. Su trabajo ha sido sustituido por máquinas en donde el cliente paga directamente. El trabajo de cobrar las cuotas de un estacionamiento no requiere de grandes habilidades, por lo cual es posible que quienes se dedican a ese tipo de trabajo tengan un sueldo cercano al mínimo.

Si el salario mínimo subiera en la forma propuesta por el jefe de Gobierno, es seguro que los pocos estacionamientos donde todavía hay personas que cobran a la salida modificarían sus sistemas, sustituyendo a todos estos trabajadores en forma inmediata por las máquinas ya descritas.

Los más afectados por esta política serían justamente aquellas personas a las que en teoría se desea beneficiar: los trabajadores que ganan sueldos cercanos al mínimo. En circunstancias similares estarían muchos otros trabajadores de otras industrias. Ante tecnologías cada vez más automatizadas, la posibilidad de sustituir personas por máquinas es cada vez mayor.

Con el ánimo de contribuir a la discusión de una manera un poco más concreta, llevé a cabo un ejercicio econométrico en donde se compara un escenario en donde permanece el statu quo con otro donde se lleva a cabo la propuesta alternativa del jefe de Gobierno, aquella donde el salario mínimo aumenta en 2015 cerca de 30 por ciento y converge a 170 pesos de 2014 en el año 2025.

El supuesto es que tal propuesta se lleva a cabo en todo el país. El ejercicio es ciertamente parcial porque mantiene, en ambos escenarios, una misma trayectoria de la producción y de la inflación. Lo que analiza principalmente es cómo reaccionan las remuneraciones reales al trabajo y la tasa de desempleo al efecto del incremento de los salarios mínimos.

De acuerdo con el ejercicio descrito, el incremento inicial de 30 por ciento en el salario mínimo tendría un impacto en las remuneraciones promedio totales de 17 por ciento. Esto causaría un incremento inicial de la tasa de desempleo de un punto porcentual en 2015 por arriba del escenario del statu quo.

Sin embargo, en los siguientes años la diferencia entre las remuneraciones de los dos escenarios se reduciría, mientras que la diferencia entre las tasas de desempleo se ampliaría. Para 2025, la diferencia en las remuneraciones reales de los dos escenarios sería de 7.5 por ciento pero la de las tasas de desempleo sería de entre 3 y 3.5 puntos porcentuales. Eso significa que, en términos de las tasas de desempleo actuales, el escenario que considera el fuerte ajuste de salario mínimo sería compatible con una tasa de desempleo actual superior a 8 por ciento (actualmente es muy cercana a 5 por ciento).

En una situación más realista el efecto sobre el desempleo podría ser mayor. El ajuste del salario mínimo muy probablemente tendría efectos inflacionarios al afectar los costos de producción de las empresas. El Banco de México tiene el mandato constitucional de mantener una inflación en un rango de entre 2 y 4 por ciento, así que reaccionaría a la política de mayores salarios mínimos con altas tasas de interés, las cuales reducirían el crecimiento del producto y aumentarían el desempleo por arriba del ejercicio descrito.

No obstante, los gobiernos locales y el federal sí pueden llevar a cabo políticas que tengan un efecto sobre el nivel de vida de los trabajadores con mayores necesidades. Puede intentarse un incremento en el poder de compra de los salarios mínimos con incrementos de estos ligeramente superiores a la inflación. Si esto afecta poco el desempleo, la inflación y el crecimiento, se puede seguir llevando a cabo dicha política con incluso incrementos mayores.

Más importante, tal vez, es la intervención de los gobiernos, junto con las empresas, en la capacitación de los trabajadores, lo cual trae efectos positivos sobre la productividad que justificarían plenamente aumentos del poder de compra de las personas con mayores necesidades en un futuro próximo.

PRL/ah

 

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