Consolidar una cultura de la ciencia en México puede contribuir a solucionar sus problemas sociales, y, para lograr esta meta, se debe partir de un público semilla: los niños.

Así lo consideró el maestro Juan José Solís Delgado, integrante de la Dirección de Investigación de la Universidad Iberoamericana y especialista en divulgación, quien recordó que la Dirección de Investigación de la Ibero, en conjunto con la organización Investigación y Desarrollo, organizó hace tres semanas el curso Hacia una publicación infantil en ciencia y tecnología.

El curso tuvo como objetivo proporcionar a sus participantes los aspectos teóricos y metodológicos básicos que se deben tomar en cuenta para la creación y edición de publicaciones dirigidas a un público infantil, con contenidos relacionados con ciencia, tecnología e innovación, de una manera lúdica y creativa.

En esta iniciativa, precisó Solís, participaron -como oyentes- divulgadores y comunicadores de diversos centros estatales de ciencia, tecnología e innovación, así como coordinadores de oficinas de comunicación social de instituciones enfocadas en la investigación y el quehacer científico.

Asimismo, añadió, se presentaron representantes de las publicaciones científicas y de tecnología del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Con respecto al curso, señaló que uno de los mayores intereses era partir de las experiencias de investigadores de la Ibero, y de comunicadores especialistas en el tema, y “apropiarnos de sus experiencias para transmitirlas a un público semilla que serían los niños, para que en un futuro se tenga una cultura científica”.

Entre quienes impartieron el curso, continuó, se encontró la doctora Laura Guerrero, académica del Departamento de Letras y experta en literatura infantil y juvenil, así como la productora de radio Kirén Miret, quien tiene una amplia trayectoria en promover el conocimiento entre los pequeños radioescuchas de una forma lúdica y divertida.

Uno de los objetivos que se buscó en el curso, contó Solís, fue que los participantes comprendieran la manera en la que se debe usar el lenguaje para hablar a los niños.

“Tienen que traducir a un lenguaje más accesible para los niños, sin tampoco caer en lo que muchas veces por error caen, que es tratar al niño como incapaz de entender. El niño es más visual, entonces hay que generar iconografía que le resulte atractiva”, clarificó.

Asimismo, agregó, otro tópico que se trató fue la obtención y administración de un presupuesto para la publicación, y puntualizó que “90 por ciento de este tipo de publicaciones orientadas a la ciencia dependen de recursos públicos”.

Sin embargo, el comunicólogo explicó que el fin del curso “no es hacer al niño un científico, sino darle elementos para que vaya adquiriendo una cultura de la ciencia, y si es una experiencia positiva, quizás en un futuro, cuando llegue el momento de decidir sobre su futuro como un joven adulto, elija algo relacionado con el desarrollo de la ciencia”.

El comunicador también puntualizó que es la tercera ocasión en que se organiza en la Ibero un curso orientado a la comunicación pública de la ciencia.

“El año pasado tratamos el tema del divulgador científico versus el periodista científico, un tema en el cual existe mucha polémica. El primer año se habló del estatus de la divulgación de la ciencia”, contó Solís.

Lamentó que en la actualidad, debido sobre todo a un presupuesto limitado, las publicaciones relacionadas con la ciencia y la tecnología están limitadas a un público adulto, y aseguró que en el público infantil es más plausible plantar una “cultura de la ciencia”, la cual considera necesaria para el desarrollo de una nación.

“Nosotros, como universidad, nos estamos sumando a las necesidades del país; hemos dicho que se rompió el tejido social, hablamos de violencia y corrupción, y a veces se piensa que solamente desde las ciencias sociales o humanas se solucionan estos problemas. Sí, en efecto, las ciencias sociales y las humanidades aportan mucho, pero también la ciencia y la tecnología tiene un papel importante en la reconstrucción del tejido social”, expresó.

LLCh/ ah