Rector de la IBERO afirma que cristianos están invitados a comprometerse en la historia y actuar frente a la realidad
‘El compromiso de los cristianos en la coyuntura de México hoy’.
Segunda de cuatro partes.
Los cristianos, quienes se dicen seguidores del Señor Jesús, están invitados a involucrarse en la historia, a tomar compromisos en la historia y a tomar decisiones, con todos los riesgos que esto implica; lo que, “es el llamado a apostar la vida, a actuar o no, frente a una determinada realidad”, dijo el Padre David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
En su conferencia, ‘El compromiso de los cristianos en la coyuntura de México hoy’, organizada por el Centro Ignaciano de Espiritualidad de la Ciudad de México y que dictó en el Auditorio de la Parroquia de la Sagrada Familia, comentó que lo anterior supone siempre una toma de postura, para bien o para mal, pues nadie, y menos los cristianos, está por encima de la historia.
Sostuvo además que, desde las opciones de Jesucristo, las y los creyentes “podemos hacer una valoración de lo que sucede en la historia, de esta coyuntura, de esta situación en la que estamos, y también podemos hacer una valoración que esas realidades nos abren y nos posibilitan”.
De la fe cristiana, mencionó que ésta “no es confesión de verdades”; es sobre todo seguimiento del Señor Jesucristo, es hacer lo que Él haría en el mundo de hoy, “en nuestra circunstancia”. Y recordó que, “el Carpintero de Nazaret se comprometió en la historia de su pueblo hasta la muerte, y fue muerte en Cruz” (destinada, en su época, para lo peor de lo peor).
En lo expuesto, el Padre David encuentra razones para que las y los cristianos se pregunten ¿qué les toca hacer en esta coyuntura histórica? “La pregunta tendríamos que hacérnosla, porque el Evangelio tiene que fecundar esta historia, no es para vivirlo en la sacristía, no es para rezar el rosario, es para seguir al Señor Jesús, aunque también vayamos a la sacristía y también recemos el rosario; pero es expresión religiosa de algo más profundo, que es la fe que nos mueve”.
Evangelio que tiene que fecundar lo político, las realidades económicas y las realidades sociales, que son parte de esta historia. “Entonces preguntarnos, qué tengo que hacer yo como cristiano, es cómo fecundo con los valores del Evangelio, con la historia”.
También vale la pena hacerse la pregunta, porque las decisiones políticas, los proyectos socioeconómicos concretos, los rumbos nacionales y las políticas públicas, pueden ser una mediación eficaz, o pueden no serlo, para avanzar en la construcción o el acogimiento del Reinado de Dios en la historia; porque el destino de los seres humanos se juega en esta historia y porque “es urgente que los excluidos y los pobres de la Tierra puedan tener motivos de esperanza en un panorama que parece negar absolutamente la posibilidad de la esperanza”.
“En medio de esta grave situación, de miseria, de violencia, de migración, de incertidumbre, de muerte, en la que están debatiéndose las mayorías pobres, hay que dar motivos de esperanza, y eso lo tenemos que dar quienes seguimos al Señor Jesús”. Porque, agregó, “los seguidores del Señor Jesús somos los ojos, las manos y la posibilidad de credibilidad de Dios en esta historia. Y también porque comprometernos es la forma de medir el seguimiento del Señor Jesús”.
Añadió que la lucidez que pedía Jesús de Nazaret para los hijos, No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad. (Jn 17,11-19), exige de las y los cristianos tomar el mundo, en esta coyuntura, en este país, en una posición desde los valores del Evangelio, que es una oportunidad de servicio a los demás y una oportunidad de servicio al Evangelio.
Y sobre la Encarnación, dijo que el Dios de las estrellas, del Universo, decidió hacerse presente en el mundo para salvar al ser humano, para hacer redención. “Dios se hace presente en el mundo, se hace presente en el infierno de hoy, para hacer redención”.
Pero esto no es algo que quedó atrás en la historia. Jesús se hizo, tomó partido, y toca a los cristianos seguirlo. “Es entender que esto de que Dios se inserta en el mundo y hace redención, o salvación, sigue ocurriendo ahora, no quedó en el pasado”. Es la acción constante de Dios, que sigue manifestando su voluntad salvífica, que se reveló en Jesucristo, en su Encarnación.
“Entonces la misión de hoy de salvar al género humano se realiza a través de la Iglesia, de los fieles creyentes y de nosotros, hombres y mujeres de buena voluntad, que siguen la Inspiración Divina. Pero esa redención se hace desde abajo y desde adentro, como en la Encarnación”.
Encarnación, que dicen los teólogos, fue doble. Primero, porque Dios tomó carne humana y se hizo ser humano; y segundo, porque se hizo pobre; “porque qué podría Él ofrecer a los desheredados de la Tierra si Él mismo no lo hubiera sido”. Por eso, para ser noticia para todos, Jesús tuvo que tener esa segunda encarnación, y “salvar desde abajo y desde adentro. Hacer redención desde ahí”.
Dios entregó a los seres humanos su destino, en sus propias manos
En Jesucristo, el hecho de que Dios asume la historia es patente. La realidad humana y material atañen intrínseca y directamente a Dios, y la realidad divina involucra irremediablemente la historia humana. Pero vale la pena saber que, si Dios no intervino en la Cruz de Jesús, para salvarlo; si no frena las catástrofes, ni remedia el hambre en el mundo; “es porque ha decidido preservar lo que juzga más valioso, que es la libertad humana y la autonomía del mundo, la autonomía de la historia”.
“La apuesta de Dios es a favor de nosotros, de nosotras, como seres humanos. Es a favor del ser humano, y es una apuesta absolutamente seria y radical; nos entregó nuestro destino en nuestras propias manos”. Es como un padre y una madre que le entregan la vida a su hijo y no lo andan tutelando toda la vida, porque entonces no puede vivir su vida a plenitud. De la misma manera, Dios apostó por los hombres y mujeres, quienes “tenemos en nuestras manos el destino de nuestro propio devenir, nuestro porvenir, el destino del mundo”.
“Lo escandaloso es que el destino de Dios se juega en ese destino del mundo. Ese es el profundo dramatismo de la Encarnación y de la revelación de Dios en la Encarnación, es decir, Dios se hizo historia, y al hacerse historia se entregó a nosotros, y de nosotros depende que esta historia triunfe o acabe colgada en la Cruz como Jesús de Nazaret. Y Él no va a intervenir, y la suerte de la Creación, la suerte de Dios, se juega en nosotros”.
“Por eso es importante el proyecto político y económico de un país o del mundo entero; porque en él se juega el destino de la humanidad y se juega el destino de Dios mismo. Es la radicalidad de la Encarnación la que ahí está en juego”.
Los cristianos en la coyuntura de México hoy
Puesto este marco, y situado ahora en la coyuntura actual, el Padre David, Rector de la IBERO, dijo que el destino de la humanidad y del Dios de Jesucristo, que apostó por nosotros, se está jugando en las violencias y en la depredación del medio ambiente.
En el caso específico de México, “hoy no se puede hablar de lo que está ocurriendo en el país, o porque eres fifí o eres chairo”, y de inmediato se lanzan las descalificaciones al otro y no se puede tener una conversación.
Y es que, contrario a esto, la primera obligación de los cristianos es poder platicar. “Poner las condiciones para que haya un diálogo, sereno, razonable, sin calificativos a priori. Tratando de discernir dónde está el Dios de la historia del que hemos hablado, para empujar las dinámicas que producen vida y frenar las dinámicas que producen muerte”.
Pero la polarización que existe ahora en el país “nos impide pensar como Iglesia y como cristianos qué es lo que tendríamos que hacer. Luego salen los amlovers y los amhaters, y con calificativos no vamos a llegar a ningún lado”.
La descalificación del adversario es lo que está primando, y no la voluntad de encontrar puntos de convergencia o una visión más o menos objetiva de lo que ocurre. “No vamos a tener consensos, pero probablemente necesitamos escucharnos para saber cómo podemos actuar unos y otros, porque tenemos que suponer que nos interesa, o nos debería interesar, la suerte de los pobres, de los excluidos, la justicia”.
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Texto y fotos: PEDRO RENDÓN/ICM
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