Rector IBERO llama a internacionalizar la educación superior
Para entender el presente de la educación en términos globales, el presidente de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL) y Rector de la Universidad Iberoamericana, el Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S. J., hizo un llamado a repensar constantemente el rol de las universidades jesuitas en la arena global, por lo cual dijo que se deben enfocar esfuerzos en tres diferentes aspectos:
- La formación de una ciudadanía sin fronteras.
- El fortalecimiento de nuestras redes de cooperación.
- Y la internacionalización de la educación superior (construyendo juntos la reconciliación entre los seres humanos y las diferentes culturas).
Durante un mensaje de bienvenida al foro SJ500 The future of internationalization in the Jesuit Universities, el Dr. Luis Arriaga señaló que los retos del estatus quo global necesitan soluciones. “No sólo la pandemia, sino también la crisis social y ambiental del mundo nos exigen repensar el futuro: imaginar nuevas formas de vivir y mejorar las dinámicas multiculturales de maneras sustentables”.
El Rector de la IBERO invitó a dirigir esfuerzos hacia la consolidación de una sociedad responsable, socialmente comprometida y noble de ciudadanos del mundo, preocupados no sólo por su propio futuro, sino también por el de la humanidad. Una ciudadanía mundial capaz de asegurar un mundo sustentable para todos.
Para lograr esta meta, el Dr. Arriaga Valenzuela dijo que es necesario “humanizar la globalización”, revitalizar la comunicación y profundizar nuestras redes de comunicación, aprendiendo mejores formas de trabajar en conjunto a través de fronteras y zonas horarias, explotando las tecnologías de la información y comunicación, y estableciendo un terreno común para las prácticas de colaboración académica.
En la inauguración de este encuentro, que se realizará del 24 al 26 de mayo, el presidente de AUSJAL destacó que la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas pretende darle una verdadera dimensión internacional a nuestra educación: una comprensión del mundo libre de fronteras, nutrida por la promoción ignaciana.
“En los tiempos actuales, la diversidad cultural está formando el futuro, y para enfrentarlo, necesitamos una serie precisa de habilidades que amplíen nuestra visión y nos preparen para interactuar y cooperar con personas de todo el mundo. Los ciudadanos globales necesitan educación internacional: desde los planes de estudio hasta las actividades extracurriculares; desde compañeros de clase hasta colegas investigadores”, expresó.
Recordó las palabras del Padre Adolfo Nicolás S. J., quien dijo que el proceso de internacionalización no puede ser simplificado a unas cuantas ideas aisladas y una corta interacción entre nuestras instituciones alrededor del globo.
“Por el contrario, debe ser una dimensión central dentro de los planes estratégicos de nuestra organización y estar presente en las estructuras académicas y administrativas. Una gruesa proporción que puede convertirse en acciones concretas con resultados tangibles”, explicó.
En ese sentido, el Rector de la IBERO dijo que nuestro deber puede ser resumido en una sola palabra: reconciliación. “Ver nuestras universidades no sólo como espacios de conocimiento y virtud, sino también como lugares de reconciliación; nutridos por el diálogo fraterno donde podemos coexistir en armonía, enfocándonos en nuestras similitudes como seres humanos y aprendiendo a abrazar nuestras diferencias y a vivir dentro de la diversidad".
El Dr. Arriaga Valenzuela recordó al Padre General Arturo Sosa S. J., quien ha dicho que “la reconciliación hace que la vida sea abundante y ‘tener vida en abundancia’ significa hacerse parte y entrar profundamente en el conjunto de pueblos y culturas que forman la humanidad”.
En ese sentido, explicó que la verdadera dimensión apostólica se despliega en la constante apertura a la renovación; en arraigar en el centro de las perspectivas el enfoque exhaustivo de la globalidad que se discutirá en este encuentro.
“Asumir la universidad como un proyecto donde se producen la renovación y la transformación implica trasladarse a los bordes de la historia humana. Así, en los márgenes encontramos lo segregado, lo excluido, lo abandonado”, compartió.
El Dr. Arriaga añadió que las universidades conciben la herida de los excluidos como la herida de la humanidad, y esa es la compasión: el aroma vital que florece cuando nos enfrentamos a la vulnerabilidad, y aspiramos a mejores proyectos sociales.
“Debido a este reto debemos abrazar nuestro compromiso de educar a nuestros estudiantes en la excelencia académica, para así servir mejor a estas complejas realidades y proponer soluciones innovadoras”, expresó.
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