En México, la criminalización de las y los periodistas que han sido asesinados es un fenómeno particularmente nefasto, que genera una inmediata descalificación contra ellos y ellas, y disminuye la urgencia de investigar el homicidio. Se trata de una larga y trágica tradición en nuestro país que ha permeado en los últimos 20 años, señaló Jan-Albert Hootsen, representante en México del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).

En su artículo Es imposible no hablar de la criminalización de las y los periodistas en México, publicado en la Revista IBERO (80), Hootsen explicó que México es el país más violento para la prensa en el hemisferio occidental y con más periodistas desaparecidos a nivel mundial, según un comparativo hecho por el CPJ, en donde los grados de impunidad en crímenes contra informadoras/es es de los más altos del mundo.

Destaca que según un informe de Article 19, la violencia contra las y los periodistas no sólo es ejercida por grupos delictivos, sino también, y en gran parte, por funcionarios públicos, lo que hace el tema aún más catastrófico. En ese sentido, comentó que los efectos van más allá del impacto a nivel individual, ya que toda la sociedad, de forma indirecta, se ve impedida de tener derecho a la información.

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