Hoy 3 de diciembre, la Iglesia celebra una vez más a San Francisco Javier “El Gigante de la Historia de las Misiones”, nacido en 1506 en Navarra, España, y que siendo estudiante de la Universidad de París (Francia) conoció a Íñigo de Loyola, a la postre, fundador de la Compañía de Jesús, con quien fue presentado por su compañero Pedro Favre.

La amistad cultivada entre Francisco Javier e Íñigo, llevó a éste a hacerse acompañar del primero como uno de los iniciadores de la Compañía de Jesús, a quien se consagró el navarro en 1534 -fue ordenado sacerdote en Venecia, Italia-.

En la primera expedición misionera de la Compañía, Francisco Javier fue enviado a la India, travesía que comenzó poco después de ser nombrado, por el Papa, Nuncio Apostólico en Oriente. Llegado a esa tierra asiática, el jesuita impartió catequesis a los aborígenes, sanó a los enfermos y enseñó a leer a los esclavos.

En 1549 partió de la India hacia Japón, donde los cristianos no eran bien recibidos, por lo que regresó a la India y, posteriormente, empezó a preparar su siguiente expedición, ahora a China, a la cual consiguió arribar, pero enfermo de gravedad, por lo que terminó por morir ahí, precisamente el 3 de diciembre, pero de 1552.

Sus restos descansan en la Iglesia del Buen Jesús, situada en Goa, India.  Al igual que San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Ávila, San Francisco Javier fue canonizado el 12 de marzo de 1622.

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Fuente: aciprensa