Los mexicanos que son deportados de Estados Unidos se enfrentan a una ausencia de derechos fundamentales al regresar al país, lo que se traducen en dificultades para tener acceso a educación, trabajo y salud. Muchos de los y las migrantes son ajenos a la realidad que se vive en México, no cuentan con la documentación adecuada, desconocen el idioma o no cuentan con los recursos para acceder a servicios, lo cual los deja con pocas alternativas de reintegrarse de forma equitativa.

El libro Empezar de cero, historias de vida y experiencias en el retorno a México es editado por la Coordinación Sistémica con Migrantes (CSM) -una red que articula el trabajo de los Programas sobre Migración o de Asuntos Migratorios (PRAMI) del Sistema Universitario Jesuita: ITESO Universidad Jesuita de Guadalajara; IBERO CDMX·Tijuana, León, Puebla y Torreón-. El ejemplar recopila 16 historias de hombres y mujeres que visibilizan las dificultades de la deportación.

“Se trata de un mosaico con diferentes miradas de quienes viven una deportación. En el caso de las mujeres, la violencia de género es una de las causas para migrar. Pero en caso de una deportación, se les impacta fuertemente con la separación de las familias”, explicó Samantha Mino, asistente del Programa de Asuntos Migratorios (PRAMI) de la IBERO.

La especialista también habló del estigma que viven en Mexico los hijos de quienes son deportados, ya que les resulta difícil adaptarse en las escuelas, en especial por el idioma, debido a que muchos de ellos sólo hablan inglés, lo que se traduce en rechazo por parte de instituciones educativas. Además, no hay apertura para un mayor acompañamiento. Estos factores son detonantes para regresar a la Unión Americana de forma irregular.

Las historias plasmadas en Empezar de cero, historias de vida y experiencias en el retorno a México dan cuenta de la dificultad para reintegrarse e integrarse a la sociedad mexicana; la búsqueda y el acceso a servicios básicos como salud, educación y empleo; así como de la necesidad de atención psicológica ante el impacto emocional generado por el retorno y la separación de familias.

 “La situación que viven quienes son deportados exige la implementación de una política pública integral sensible a la situación que viven miles de familias. Es una problemática de la que no se está hablando y que derechos como la identidad se están violando, pues la gente llega sin papeles”, explicó Mino.

En ese sentido, el libro evidencia la tardía respuesta del gobierno mexicano en cuanto a las numerosas necesidades que viven los connacionales en el proceso de deportación y que se extiende a quienes residen en Estados Unidos

Además, expone que, ante la falta de respuesta de las autoridades de nuestro país, muchas de las personas que vivieron el retorno se han organizado para generar procesos de cambio social a través del autocuidado, el acompañamiento social emocional grupal, la expresión cultural y artística, la generación de empleo, la búsqueda de justicia y la reunificación familiar.  

En el primer semestre de 2018, se registraron 109 mil 296 repatriaciones de mexicanos por parte de las autoridades migratorias estadounidenses. Esto representa 42% más en comparación con el periodo enero-junio 2017, de acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria, que depende de la Secretaría de Gobernación (Segob).

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Valentina González/ICM