El pasado 21 de noviembre, durante el XI Congreso Internacional de Investigación en Rehabilitación, el secretario de Salud, David Kershenobich Stalnikowitz, destacó la urgencia de desarrollar una política industrial enfocada en la medicina, particularmente en el ámbito de la Ingeniería Biomédica. En México, aunque la licenciatura en esta disciplina se imparte en aproximadamente 50 universidades y cuenta con una trayectoria de 50 años --iniciada en la Universidad Iberoamericana y la UAM Iztapalapa--, aún enfrenta desafíos significativos, como la falta de plazas suficientes para egresadas y egresados.

 

En el marco del Congreso, se subrayó el papel del ingeniero biomédico, especialmente en la creación de dispositivos de asistencia para personas con discapacidad, como órtesis, prótesis, bastones inteligentes y lectores especializados. Sin embargo, su labor abarca mucho más: incluye el diseño, operación y mantenimiento de la tecnología hospitalaria. Durante la pandemia, quedó claro que su participación es crucial, ya que el correcto funcionamiento de los equipos médicos fue indispensable para enfrentar la alta demanda hospitalaria. Esto evidenció la necesidad de incorporar formalmente al ingeniero biomédico dentro del personal de salud, una propuesta que aún espera aprobación en el Congreso. Además, se destacó que, al trabajar en entornos intrahospitalarios, los ingenieros biomédicos están expuestos a riesgos similares a los del resto del personal de salud.

 

 

 

La Ingeniería Biomédica tiene un enorme potencial para contribuir al desarrollo económico del país. México cuenta con una industria productiva de fabricación de consumibles desechables como cánulas, catéteres, boquillas y mascarillas. Con los avances tecnológicos actuales, se espera que la industria biomédica se convierta en una de las más rentables a nivel global. Además, el envejecimiento poblacional incrementará la demanda de dispositivos de monitoreo en casa y de tecnologías como el IoMT (Internet de las cosas médicas), que podrían transformar la medicina de un enfoque paliativo a uno preventivo.

 

En universidades de todo el mundo, incluida la IBERO, se desarrollan tecnologías de diagnóstico sin contacto, sistemas de cirugía mínimamente invasiva y herramientas de monitoreo capaces de predecir eventos críticos como infartos o accidentes cerebrovasculares. Estos avances, combinados con la inteligencia artificial, las ciencias de datos y el desarrollo de nuevos materiales, prometen revolucionar la industria médica.

 

 

La apuesta por la modernización y la innovación tecnológica también debe ir acompañada de regulaciones estrictas para garantizar que los dispositivos médicos cumplan con los más altos estándares de calidad, eficiencia y seguridad. Como ha sucedido con casos de usurpación de títulos en el ámbito de la salud, la proliferación de dispositivos no regulados representa un riesgo significativo para los pacientes.

 

Finalmente, la Ingeniería Biomédica puede desempeñar un papel clave en la creación de políticas públicas basadas en la epidemiología nacional y en llevar tecnología de salud a las comunidades más apartadas del país. Por ello nos sumamos al llamado del Dr. Kershenobich para potenciar esta profesión y fortalecerla como una herramienta fundamental para el desarrollo de México.

 

 

 

La Universidad Iberoamericana cuenta con el primer programa de Ingeniería Biomédica que se fundó en México, en 1974, por el Dr. Arthur Sanderson; desde entonces, es referente en el país. Conoce los detalles dando clic aquí.