La desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) fue el presagio de lo que pasaría con los organismos autónomos en la actual administración, pues fue el primero de ellos extinguirse el 15 de mayo de 2019, a pesar de haberse convertido en referencia del derecho a la educación y su compromiso con el monitoreo permanente de su cumplimiento.

Este instituto se convirtió en un centro de estudio, pensamiento y propuesta sobre la educación en nuestro país, así lo refirió la Mtra. Sylvia Schmelkes, vicerrectora académica de la IBERO, en su artículo La extinción del INEE autónomo, publicado Sobre México: Blog de Economía y de Políticas Públicas, del Departamento de Economía de esta casa de estudios.

La especialista en temas educativos y en su momento consejera de la Junta de Gobierno del INEE comentó que las funciones para el organismo autónomo fueron tres: evaluar el sistema educativo nacional, coordinar el Sistema Nacional de Evaluación y emitir directrices de política a las autoridades educativas.

En su texto, la maestra Schmelkes recordó que hubo renuencia por parte del magisterio nacional por la evaluación a la que fueron sometidos, y que se dividía en dos vertientes: para el ingreso y la promoción en la carrera docente y la que se llevó a cabo para evaluar su desempeño; lo que afectó al sindicato en el control de plazas y atemorizó a los propios docentes.

Sin embargo, afirmó la Vicerrectora, en los hechos ningún docente perdió su plaza por haber realizado la evaluación (sólo 400 por no haber acudido a realizarla). El INEE fue visto como culpable de todo ello, a pesar de que quien debía por ley diseñar, operar y administrar la evaluación no era el organismo sino las autoridades educativas federales y estatales.

En ese sentido, la extinción del INEE, escribió la Mtra. Sylvia Schmelkes, “presagió una suerte similar de otros organismos constitucionales autónomos ahora amenazados con su desaparición”.

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Redacción IBERO