¿Cuál es el legado en política exterior del gobierno de López Obrador?

Mié, 20 Sep 2023
La Mtra. Pía Taracena Gaut, académica IBERO, nos comparte su análisis sobre las acciones en política exterior llevadas a cabo por la administración federal
  • El presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, en la Organización de las Naciones Unidas en 2021. (Foto: La Razón)

México es uno de los países más importantes de la región y un jugador estratégico en el plano internacional por su posición geográfica y poderío económico. El actual gobierno cambió muchos paradigmas políticos dentro de nuestro país por su orientación ideológica, la cual está centrada, al menos en el plano discursivo, en la izquierda casi radical.

Uno de estos rubros es la política exterior, y para abordar este tema, platicamos con la Mtra. Pía Taracena Gaut, académica del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana. La Mtra. Taracena nos platicó sobre cómo el gobierno mexicano buscó balancear su estrategia en política exterior entre la cooperación con EE.UU., y el acercamiento con los países izquierdistas radicales de Latinoamérica. Además, también abordó el descuido e improvisación del Estado mexicano en sus relaciones con Europa y el sureste asiático.

Pregunta: La política exterior del actual Gobierno de México se ha centrado en un acercamiento con Latinoamérica. ¿Qué tanto éxito ha tenido la Administración de López Obrador con ese acercamiento?

PT: Yo creo que es un éxito parcial, porque en realidad lo que ha sucedido es que el peso de Estados Unidos sigue influyendo mucho en la capacidad de autonomía de la política exterior de México, y creo que Latinoamérica puede ser un buen ejemplo, aunque se ha regresado a una visión de que Latinoamérica te puede servir como balance frente a esa concentración de la relación con Estados Unidos.

Digo parcial porque se han concentrado más en los países de América Latina con más radicalismo ideológico que con los países que tiran más a centro, quizá como Chile o como el propio Brasil, que, si bien ha cambiado de un gobierno conservador a uno de izquierda, genera un liderazgo regional internacional muy importante, sin tanto radicalismo. Entonces, es una política exterior que ya se había hecho en las eras del autoritarismo mexicano y que sí llama la atención por este acercamiento, sobre todo a los países ideológicamente más radicales del continente.

¿Cuáles son las implicaciones a la imagen del país de ese acercamiento que ha habido con países como Cuba, Venezuela y Nicaragua?

Hay un factor interno --y siempre hay un factor interno en la política exterior--, porque esta narrativa es más bien para tratar de recuperar o mantener ciertos sectores internos del país. Ya sean el nacionalismo revolucionario tradicional o los sectores más de izquierda del país, que veían con muy malos ojos este acercamiento a Estados Unidos a través de mecanismos como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y que sentían que la política exterior de México se había alejado de América Latina.

Y segundo, sí, recuperar también una relación, porque estos países fueron sensibles a ese alejamiento, entre comillas, como Cuba o como Venezuela, por ejemplo. Pero esto sí tiene un costo, finalmente, de alguna manera, a nivel internacional, en la percepción de cómo se ve la alineación de México, que podemos bajar en dos niveles.

Uno, por ejemplo, de la imagen y la percepción, lo acabamos de vivir en el desfile de la independencia nacional, con toda la polémica que causó la presencia de Rusia o de Nicaragua, que es un país que está viviendo en una dictadura con violación de derechos políticos, humanos en general, entonces eso tiene un costo muy fuerte hacia afuera.

El presidente López Obrador en la conmemoración del natalicio de Simón Bolívar en 2021. (Foto: La Jornada)

 

¿Qué mensaje quiso dar el Gobierno de México permitiendo que desfilara un contingente ruso en el desfile militar del pasado 16 de septiembre?

Yo creo que no quiso transmitir nada y ni cuenta se dieron, pero no les salió, les salió el tiro por la culata, porque entonces las interpretaciones, como esta excelente pregunta, pues ya van, obviamente, a pensar que hay un mensaje escondido o cuestiones así. Yo creo que tal vez a veces en relaciones internacionales o en política internacional, la respuesta más sencilla es la más acertada, porque si no, puedes caer en las rumorologías o en el complot.

Yo creo que hicieron una lista, no la revisaron bien, tal vez no cotejaron, o es lo te digo, a veces no miden el costo de esas decisiones, tal vez no inocentes, pero que no les lleva mucho tiempo pensarlo. “A ver, si invitamos a Rusia, ¿qué va a pasar?” Y entonces, en ese sentido, yo creo que otra vez no están midiendo y creo que ésa es una característica de este sexenio, de su política exterior. Medir las consecuencias en estos otros ámbitos, porque el mensaje que quieren mandar ellos no lo han dicho y, sin embargo, hay muchas interpretaciones alrededor de eso.

Contingente del ejército ruso desfilando en el zócalo de la Ciudad de México el 16 de septiembre de 2023. (Foto: La Lista)

 

El presidente López Obrador está negando que se produzca fentanilo en el país, pero hay voces en EE.UU. que señalan que sí. ¿Qué tanto está afectando esta discrepancia del tema del fentanilo con el Gobierno de Estados Unidos y la opinión pública estadounidense?

Ayer sacó un memorándum el presidente Joe Biden que está muy interesante, porque en ese memorándum nos ponen en la lista de los países que producen fentanilo, pero si lees el desglose, en la parte que le toca a México, dice que sí hay una voluntad de cooperación, y que hay una cooperación muy importante entre México y Estados Unidos para atacar este problema, pero que no ha sido suficiente.

Lo que es muy interesante es que aquí podemos ver esa polarización partidista en Estados Unidos, en el sentido de que, mientras Biden --incluso en este memorándum--, habla de una gran cooperación de México, el Partido Republicano --que le está dando carga electoral al tema-- tiene una versión más radical de atacar o presionar a México en todo lo que no hace frente al fentanilo.

Entonces creo que aquí, en este punto, la política exterior no es clara en decir realmente qué se quiere hacer, a pesar de que, por ejemplo, la canciller Bárcena, en una gira que hizo recientemente a Estados Unidos, sí especificó que México se compromete a hacer seguimiento de los precursores cuando llegan al país, a qué tipo de industria se va, a la legal o a la ilegal, y hacer algo al respecto, pero no se declara una estrategia ya bien planteada de cómo van a lograr esto. 

¿Qué imagen está dando el país al extranjero por la crisis de seguridad que estamos viviendo y las reiteradas violaciones que se han suscitado contra el Estado de Derecho?

Yo creo que es una imagen muy negativa que nos afecta a todas y todos los mexicanos. Por ejemplo, si vas fuera ya te ven como “¡Mexicano, ah, traes drogas!”, entonces creo que eso indica muchísimo de cómo te ven.

Otra percepción negativa obviamente se desprende de las noticias de la violencia que hay en estados como Guerrero, como Zacatecas, que dan la vuelta al mundo. No es algo que puedas tapar: la violación de derechos humanos, la inviabilidad de las personas en México de poder hacer su vida en los pueblos donde viven, porque hay una amenaza constante del crimen organizado.

Entonces sí, esto ha repercutido de manera negativa y sí puedes hacer una estrategia, que tampoco siento que la haya muy clara, sobre cómo tratar de destacar otras cosas más positivas de país, porque la violencia es tal en este país que hay 35 mil asesinatos violentos al año, 3 mil al mes.

Algo que nos dejó muy mal fueron estas cifras que dijo la asesora de la Casa Blanca para los temas de seguridad y de crimen organizado y narcotráfico. Dieron dos cifras muy fuertes. Primero, que el 35% del territorio está controlado por el crimen organizado; y segundo, que los dos cárteles más importantes tienen cerca de 45 mil personas que trabajan para ellos alrededor del mundo. Obviamente, al jefe del Estado no le gustaron estas cifras, pero el gobierno mexicano tampoco parece que tenga un diagnóstico claro.

¿Cómo evaluaría usted en política exterior a la administración del presidente López Obrador y qué puede esperar el siguiente Gobierno en este rubro?

Creo que la evaluación de la política exterior del presidente López Obrador va a ser una política exterior que estuvo muy concentrada con Estados Unidos, creo que ahí puede ser la parte más positiva en el sentido de que se trataron de hacer elementos de cooperación. Tenemos el Diálogo Bicentenario para las cuestiones económicas de alto nivel y el Diálogo de Alto Nivel para los temas de seguridad. Al menos han tratado en el papel, o en estas reuniones constantes, de llegar a acuerdos de cooperación.

También en Estados Unidos se vienen unas elecciones, si gana Biden va a haber continuidad. Tal vez nos aprieten un poco más las tuercas, pero va a haber una continuidad en el espíritu de cooperación. En cambio, si gana Donald Trump, obviamente ese espíritu de cooperación no va a seguir, no va a existir, vamos a regresar a esas tensiones en donde siempre hay un quid pro quo de “te voy a apretar en lo comercial para que resuelvas lo de la seguridad”; y siempre la baraja de la intervención en contra del crimen, pues obviamente va a estar presente, ya sea como manera de presión o que realmente se atrevan a hacerlo. 

Una de las herencias más delicadas va a ser todo el tema migratorio, porque México tampoco tiene bien definido un interés nacional propio de qué quiere hacer con las personas migrantes, y ni siquiera tiene, tal vez, todos los recursos. Si uno analiza el presupuesto reciente que se le está pidiendo al Congreso, no queda claro que vaya a haber mucho dinero para atender a la migración y qué queremos hacer con ella.

La política exterior del siguiente sexenio va a ser muy interesante, porque vamos a ver si hay  continuidad. Por ejemplo, si ganara la candidata de Morena, veremos si va a también --como lo hacía el Canciller Marcelo Ebrard-- a apagar los fuegos que dejó el presidente, o van a ser capaces de definir su propia estrategia de política exterior. Me queda claro que el pilar de Estados Unidos va a seguir así, porque los problemas van a seguir ahí, pero, digamos, si va a tener más juego con otras regiones, por ejemplo, con Europa.

Ahora, si ganara la candidata o candidato que no sea de Morena, el juego sería, en un sentido, más interesante, porque podrían tener más espacio para rediseñar una política exterior.

Texto: Guillermo Gutiérrez

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