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El espíritu de la censura está lejos de morir, pues aunque problemas como la pedofilia deben ser rastreados y destruidos, han dificultado la labor creativa, señaló en la Universidad Iberoamericana el Premio Nobel de Literatura 2003, John Maxwell Coetzee, en la conferencia magistral que ofreció como parte del Coloquio "Filosofía y crítica social en la obra de John Maxwell Coetzee".

Coetzee, quien el pasado 5 de abril recibió el Doctorado Honoris Causa de la Ibero Ciudad de México, Puebla, Tijuana, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, el Instituto Superior Intercultural Ayuuk y la Universidad Loyola del Pacífico por su contribución excepcional en el campo de la filosofía, apuntó que el efecto “más corrosivo” en torno a la histeria por la pedofilia en el mundo anglosajón es que los autores ya no pueden escribir sobre niños sin pensar en un censor que busque encontrar rastros de deseo pedófilo entre las líneas. De esta forma, es imposible ignorar al censor y por lo tanto es imposible escribir normalmente, sentenció.

Durante los años en que vivió en Sudáfrica, “el censor siempre estaba en el cuarto, leyendo detrás de mi hombro. Tenía que leer dos veces la página que escribía”, dijo el autor de Desgracia.

El doctor Coetzee señaló que antes de mudarse a Australia, los autores en Sudáfrica se sentían “muy afortunados” si el Estado no volteaba a verlos.

La censura estatal, dijo, era una realidad de la vida y un antecedente contra el que operaban novelistas, cineastas y dramaturgos, sin mencionar a periodistas y editoriales. 

Frente a la comunidad universitaria reunida en el Auditorio José Sánchez Villaseñor, comentó que en 1994, cuando se abrieron los archivos del apartheid, recibió la oportunidad de leer los informes que de sus libros habían realizado los censores del Estado. Estos informes contenían elogios y muy pocas reservas sobre sus obras En el corazón del país, Esperando a los bárbaros y Vida y época de Michael K.

Reportadas como “lecturas de estatura”, dirigidas principalmente a personas preparadas, las obras de Coetzee fueron “protegidas” por los censores sudafricanos debido a tres razones: él era un afrikáner blanco, pertenecía al mismo estrato social de los censores (algunos de ellos novelistas también) y no era un autor popular, de modo que sus obras no eran de consumo masivo y no representaban un peligro.

El filósofo señaló que, contrario al estereotipo del censor como el burócrata que pasa el día subrayando con rojo o con las tijeras en la mano, los censores sudafricanos se veían a sí mismos como “guardianes de la república de las letras”.

El coloquio también contó con la participación del doctor Robert Pippin, estudioso de la obra de John Maxwell Coetzee, quien analizó su obra La infancia de Jesús (2013), en la cual se toca el problema de la migración, de las dificultades de llegar a un nuevo país, aprender un idioma, cambiar de identidad, costumbres y creencias.

Según Pippin, esta obra plantea la posibilidad de que Jesucristo tenía doble naturaleza: la humana y la divina, con lo cual el Hijo de Dios estaría sujeto al narcisismo, a la ira e incluso a los berrinches durante su infancia. 

La infancia de Jesús también plantea la idea de que la resurrección y un nuevo principio son posibles, pero no después de la muerte, como lo dice la Biblia, sino después de que las personas deciden dejar atrás su historia, sus tradiciones y su pasado.

Como parte del coloquio también fue presentado el libro colectivo Las encrucijadas de J.M. Coetzee. Miradas filosóficas de un creador literario, elaborado por siete expertos nacionales e internacionales alrededor de la obra del ganador del Premio Nobel.

El compilador de los textos, el doctor Pablo Lazo Briones, director del Departamento de Filosofía de la Ibero, detalló que desde hace seis años en la Universidad se estudia la frontera que existe entre la filosofía y la literatura, con el objetivo de demostrar que las grandes reflexiones no surgen únicamente de sistemas de pensamiento con metodologías y niveles difíciles, sino que pueden originarse desde la literatura, tal y como lo muestran las obras de Coetzee. 

Lazo destacó que las obras de Coetzee “no dejan escapatoria al lector para asumir un compromiso y reflexionar de manera crítica sobre la sociedad, la política, el abusos del poder y de la migración”, problemas que no son ajenos a la realidad de cualquier persona en el mundo. 

Editado por la Ibero, el libro recopila artículos del doctor Pablo Lazo Briones; del doctor Carlos Mendiola Mejía, académico de la Ibero; del maestro en filosofía Dante Ariel Aragón, egresado de la Ibero; del doctor en literatura moderna, David Attwell; del doctor Mike Marais, miembro de la Universidad de Rhodes; del profesor emérito en inglés y estudios comparativos de literatura, Michael Bell, y de Arthur Rose, de la Universidad de Leeds.

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