Fundador de OCESA tenía sólo 200 pesos para pagar la IBERO; primera crisis que lo impulsó
Cuando Alejandro Soberón expresó a su padre sus deseos de estudiar en la Universidad Iberoamericana, recibió de éste únicamente un cheque de 200 pesos para costear su formación profesional; este acto, afirmó nuestro egresado de la licenciatura en Administración de Empresas, pudo haber frenado sus sueños y obligarlo a buscar otras opciones, sin embargo, se convirtió en uno de los cimientos de OCESA, la empresa que fundó más tarde y que es hoy la compañía promotora de espectáculos más grande de México y una de las más importantes del mundo.
Soberón volvió a la IBERO como uno de los oradores del ‘Encuentro Agentes de Cambio: Administración y Mercadotecnia 2024’, organizado por el Departamento de Estudios Empresariales de nuestra institución, con el fin de fortalecer la vinculación entre el estudiantado y el sector empresarial, proporcionando un espacio en el que se fomenten el intercambio de ideas, la innovación y la creatividad en torno a las tendencias actuales.
“Hay unos que en las crisis corren, otros que se posicionan y se reinventan”, declaró Alejandro Soberón durante su conferencia ante estudiantes y docentes. El empresario contó que a los 17 años vivió un “pedacito de fractura” con su padre, quien era académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Y es que, explicó Soberón, su papá le insistía estudiar Administración de Empresas en la UNAM, pero ante la resistencia del entonces muchacho, optó por darle un cheque de 200 pesos, el equivalente del costo de la carrera en la universidad pública, y limitarse a decir “te deseó éxito en la IBERO”.
Considerando al inicio este suceso como el final de su proyecto educativo en la IBERO, Soberón terminó por preguntarse a sí mismo: “¿qué tal y sí puedo pagar la carrera?”, y se puso a vender casas de interés social en el Estado de México, obteniendo independencia económica y la posibilidad de pagar su licenciatura: “sentí una libertad tan increíble”.
“Mi padre entonces dejó de ser mi padre para convertirse en mi amigo”, explicó el egresado, y compartió uno de los consejos que recibió de aquel académico de la UNAM: los cambios se dan por isis, cuando se programan, o por crisis.
A Alejandro Soberón, son las crisis las que lo inspiran
El fundador de OCESA estudiaba en la IBERO cuando un sismo, el 14 de marzo de 1979, dejó inhabilitado lo que fue el campus de Cerro de las Torres.
El terremoto ocurrió a las 5 horas de aquel día, recordó el ponente, quien cree que, si el movimiento telúrico se hubiera presentado unas cuantas horas después, “probablemente no estaría aquí”.
De los efectos del sismo, a Alejandro Soberón le sorprendió ver el campus caído y una montaña en el horizonte que era perceptible tras la caída de un edificio, pero lo que más le llamó la atención fue la capacidad de nuestra universidad para salir adelante, muestra de que hay que “dejar de tener miedo a las crisis y verlas como una oportunidad”.
“Este campus (el de Santa Fe, el actual) probablemente no hubiera existido si no se hubiera caído la IBERO”, agregó Soberón.
Juan Gabriel y el rock
Cuando tenía 18 años, Alejandro Soberón recibió una llamativa oferta: producir películas.
El fundador de OCESA tomó la posibilidad, aunque, confesó, era la exhibición y la distribución lo que más le atraía.
Cuando se estrenaba el que prometía sería su filme más exitoso, un amigo le advirtió que por las mismas fechas Juan Gabriel estaría ofreciendo conciertos, lo que podría pegar a la taquilla de su película; Soberón no encontró relación, pero se topó con pared: El Divo de Juárez llenó tres Plazas de Toros y su cinta sólo alcanzó el 50% de la taquilla proyectada.
Fue entonces que se preguntó: “qué es eso que puede mover a una sociedad de esa manera; qué es eso que toca fibras”.
A finales de la década de los 80, “no había espectáculos internacionales en nuestro país”, señaló Soberón, “estaban prohibidas las concentraciones de más de 4 mil personas y el rock era considerado peligroso”.
Además, se seguían viviendo las secuelas del Festival de Avándaro de 1971, una de las primeras concentraciones de jóvenes ocurrida en México tras la represión del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, el cual escandalizó al gobierno, a la prensa y a algunos sectores de la sociedad; y las de la muerte de cuatro personas en un concierto de la banda estadounidense Chicago, en 1975, que obligó durante varios años a suspender unas 4 mil butacas en el Auditorio Nacional.
Aún con todos esos antecedentes en contra, Soberón decidió fundar OCESA y en 1991 la empresa montó su primer show llenando tres Palacios de los Deportes con la banda australia INXS, sorteando obstáculos de funcionarios del Jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís.
Unos mil 500 policías a caballo y helicópteros vigilaron a la horda de personas que asistió a las presentaciones, la cual mostró “una actitud increíble”, rememoró nuestro egresado. Este hecho le pareció “conmovedor”, ya que hablaba de los deseos del público mexicano por dar nueva vida a los conciertos.
A la fecha, el fundador de OCESA encuentra en la fanaticada a su principal motivación. En los conciertos--dice--, paso prácticamente el 80% del tiempo mirando al público”.
Las crisis de OCESA
Fiel a sus ideas, Alejando Soberón habló de algunas de las crisis que ha sorteado OCESA para hacerse más fuerte:
En 1993, cuando tuvo que construir el Foro Sol en sólo 60 días para poder albergar los shows de Paul McCartney y Madonna.
Aunque este espacio se había planeado para operar de manera temporal, se mantiene hasta la fecha y ha regalado incontables momentos memorables a las y los fans, y este año se reinauguró tras una remodelación como el Estadio GNP Seguros que, se prevé, vivirá 50 noches de conciertos en 2025, aproximadamente una a la semana.
En 1995, en plena crisis financiera, OCESA continuó con la búsqueda de financiamientos y pese a proyecciones negativas, trajo por primera vez a los Rolling Stones.
En 2008, OCESA y todo el país enfrentaron otra severa crisis financiera, durante la cual la compañía optó por optimizar su estructura y esforzarse por pagar sus deudas, lo que, hoy en día, le otorga más libertad y estabilidad.
A finales de 2022, unas 3 mil personas con boleto válido se quedaron fuera de los conciertos de Bad Bunny. “No fue por sobrecupo”, aceptó Soberón y comentó que lo que sucedió es que individuos fotocopiaron y vendieron QR´s de entradas fidedignas, y solo la primera persona que presentara el código ingresaba.
Las 50 mil vidas salvadas de OCESA
A partir de esa experiencia negativa, OCESA y sus entidades aliadas desarrollaron una tecnología que permite que los códigos en los boletos se actualicen cada 10 segundos, dificultando de gran manera estas prácticas que lastiman a la industria y al público.
Pero hubo una, la madre de todas las crisis, de la que OCESA volvió más fuerte: la de la pandemia de COVID19 en 2020 y 2021.
Con los grandes espectáculos suspendidos y con la necesidad de contribuir a la solución de la emergencia sanitaria, Alejandro Soberón y su equipo decidieron construir un hospital en uno de sus inmuebles: el Centro Banamex.
Lo que hubiera parecido una tarea imposible, se logró gracias a un equipo que, afirmó nuestro egresado, “es capaz de inventar ciudades donde no hay nada”.
Con ayuda de sus socios, incluido el ingeniero Carlos Slim, e instituciones como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición y la UNAM, levantaron un centro hospitalario con 900 camas en sólo 17 días. Durante el proceso de edificación, el desarrollo llamó la atención del equipo de la presidenta Claudia Sheinbaum, entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Así, una alianza entre OCESA, otras empresas, y el gobierno de la capital del país tuvo un 97% de éxito, salvando la vida de 10 mil personas.
El gobierno federal reconoció el éxito de esta tarea y encargó, a cuenta del erario público, 13 hospitales más.
En total, el proyecto en el que participó OCESA, salvó 50 mil vidas, y dio lugar a un nuevo negocio para la empresa: CREAMEDIC, con la capacidad de montar hospitales con una permanencia mínima de 25 años, en sólo 90 días.
Y todo esto fue en reacción a la pandemia, reconoció el empresario.
OCESA sigue fortaleciéndose, monta unos 10 espectáculos al día, cuenta con 16 recintos para operar, vende unos 14 millones de boletos al año, y continúa trayendo a artistas de fama internacional como Madonna, Coldplay, y Taylor Swift, quienes, indicó Soberón, celebran el talento de las y los técnicos mexicanos, así como la entrega de sus fans.
“Sólo no se equivoca el que no arriesga”, dijo el fundador de OCESA a nuestro alumnado y, agregó, lo importante es lo que hace una persona a partir de la equivocación y la enseñanza que deriva de ésta.
Texto: Jorge Luis Cortés
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