Investigación académica debe superar la fragmentación del conocimiento
Para desentrañar las complejidades de los problemas y generar propuestas de solución, el papel estratégico de la investigación exige nuevas aproximaciones que superen las limitaciones de la fragmentación del conocimiento, dijo la Dra. Marisol Silva Laya, directora de la División de Investigación y Posgrado de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Al hablar de El trabajo interdisciplinario: un pilar de la investigación con Sello Ibero -durante el Tercer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad- señaló que es fundamental caminar hacia la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, lo que pasa por un rediseño y nuevas dinámicas y concepciones del trabajo académico. Eso, tiene el reto de “salir de las paredes de la universidad”, para tener la capacidad de entrar en diálogos y reconocer que el diálogo de saberes enriquece la producción académica.
En el caso de la IBERO, mencionó que en su seno se cultiva el saber disciplinar -como en la mayoría de las universidades en el mundo-, por lo que uno de sus desafíos internos ha consistido en propiciar la colaboración interdepartamental, para animar el diálogo entre distintas áreas del conocimiento y abrir paso a la interdisciplina. Es así que desde 2015 se ha fomentado de manera sistemática y consistente, a nivel de política institucional, la interdisciplina, con el horizonte de avanzar hacia la transdisciplina.
Ese año se crearon las Cátedras de Investigación, con la idea de fomentar la investigación de calidad con pertinencia social y consolidar líneas transversales a la Universidad que convocaran a la investigación interdisciplinar. En 2016, se puso el acento en la colaboración interdepartamental, avanzando hacia la interdisciplina con pertinencia e incidencia social.
En 2017, derivado de los sismos acontecidos ese año en México, se lanzó la convocatoria Es hora de usar la cabeza, para hacer frente a los estragos de los temblores - particularmente la Ciudad de México y en Oaxaca-, lo que estableció la necesidad de salir de las paredes de la universidad y colaborar con otros y otras en la generación de conocimiento y en las propuestas de solución.
Por la pandemia, en 2020 se abrió la convocatoria IBERO frente al COVID-19, que buscó favorecer propuestas multidisciplinarias e interdisciplinarias, y la colaboración de personal académico y administrativo, con la idea de generar diálogos entre maneras distintas de entender y percibir la realidad, para generar propuestas de solución frente a esa realidad. También se convocó la colaboración de organizaciones de la sociedad civil y de personas activas en los medios sociales, para favorecer la generación de un conocimiento más integral.
Una evaluación de estas experiencias llevó a la Universidad a reconocer el “camino andado” y a detectar qué se debe atender para ir hacia la interdisciplina. Por ejemplo, en la evaluación de los resultados de las Cátedras de Investigación se reveló la necesidad de profundizar en la comprensión de la naturaleza del trabajo interdisciplinario, de fomentar el diálogo entre disciplinas y de generar marcos epistémicos comunes.
Se reconoció que la falta de definiciones y consensos internos sobre qué es la interdisciplina y cuáles son los prerrequisitos institucionales constituyeron una barrera que se debe superar. Quedó claro que hacía falta fomentar la formación interna para la interdisciplina y la transdisciplinariedad, y definir las formas de conocimiento, plataformas de entendimiento y acuerdos institucionales para avanzar en esta línea.
“Fue así como llevamos a cabo un seminario interno, con el propósito de construir una visión de conjunto para estructurar la propuesta y la ruta de la investigación hacia la transdisciplina. Estuvimos muy inspiradas en ese momento por la propuesta de Rolando García, que entiende que la interdisciplina es el modo de abordar el estudio de un sistema complejo”.
Se puso de relieve la importancia de construir conocimientos con la amplia participación de diferentes personas involucradas en estos problemas complejos, y para discutir y reflexionar sobre los desafíos de la transdisciplina y de la transdisciplinariedad se recuperaron diversas experiencias, como casos particulares en los ámbitos andinos.
“Esto también nos llevó a tener más claro el rediseño necesario en la Universidad, desde las políticas institucionales, y fuimos caminando hacia una propuesta de una ruta para la formulación y desarrollo de proyectos interdisciplinarios… Una de las cosas en las que me gustaría poner el acento es que, es necesario a nivel institucional transformar las dinámicas de trabajo, y esto empieza inclusive por dar los espacios para la conformación de los propios equipos. Nos dimos cuenta perfectamente que la suma de disciplinas o la constitución de equipos multidisciplinarios es un primer paso”.
Es fundamental tener un tiempo de debate, de discusión, de contradicciones y de acuerdos, para avanzar, para delimitar el problema, para elaborar las preguntas que se hacen entre las diferentes disciplinas y con otros colaboradores externos a la Universidad que forman parte de las comunidades en las que se pretende tener trabajo colaborativo.
Con estos aprendizajes se inició la convocatoria 15, donde se quería, a partir de los aprendizajes que ya estaban en práctica, definir una modalidad de investigación interdisciplinaria. “También hemos aprovechado estos tiempos para enriquecernos con las experiencias que existen en la Universidad, que nos hacen ver que hay semillas, inclusive brotes, inclusive ya milpas, que están floreciendo en relación con este trabajo”.
Una de esas experiencias es Hacia la transversalización de una interculturalidad crítica y decolonial en la IBERO, que tiene como misión hacer transversal la interculturalidad; que implica ir desde abajo hacia arriba y trabajar con la comunidad docente para coconstruir qué significan estas prácticas de interculturalidad y cómo desde la docencia se pueden fomentar. Es así que se ha fomentado una comunidad de prácticas interculturales basadas fuertemente en la metodología de investigación-acción, para hacer esta coconstrucción y poderla llevar a los conocimientos y a las prácticas formativas dentro de la universidad.
Otra de las experiencias es Milpas educativas, proyecto de investigación e intervención con 48 comunidades indígenas de distintas regiones del país, que consiste en hacer que lo escolar se inserte en la comunidad y se impregne de los valores del sentido comunitario, para vencer la tendencia a tener una educación estandarizada.
Principios orientadores
Al cierre de su alocución, la doctora Marisol Silva Laya enunció algunos principios orientadores. Primero, que el tránsito hacia la transdisciplinariedad reconoce y se nutre de procesos históricos de vinculación entre las disciplinas.
Esto es importante, como una manera de vencer las resistencias. “Quienes han trabajado una disciplina se sienten a veces excluidos o violentados cuando se les convoca a un diálogo. Y lo que queremos hacer notar es que es importantísimo conocer las disciplinas para avanzar en un diálogo franco entre las diferentes disciplinas, que también la transdisciplinariedad resignifica la realidad y el conocimiento, que existen diferentes niveles de realidad y que tenemos que avanzar en la capacidad de percibir esas diferentes realidades”.
Pero, sobre todo, se tiene que dejar de pensar en el diálogo entre disciplinas a nivel académico. “El gran reto es salir de la universidad e incluir saberes no académicos, no disciplinarios, por medio de procesos dialógicos entre actores de diferentes sectores de la sociedad”.
Segundo principio orientador, la importancia de la formación del investigador, que debe desarrollarse en un contexto que lo favorezca. Eso implica fuertes desafíos para la política institucional, que está anclada en privilegiar el trabajo académico individual -ser el primer autor en un paper es fundamental y la productividad básicamente se mide por el número de papers que se realizan-.
Tercero, la única forma en la que pueden constituirse la inter y la transdisciplinariedad es tomando el riesgo de ejercer esta práctica. “En ese riesgo estamos decididos desde la Universidad a acompañar a nuestros y nuestras investigadoras en este caminar, y en saber que existe fortaleza institucional para poder acompañarlos”.
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PEDRO RENDÓN/ICM
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