Transdisciplina, idónea para atender problemas socioambientales: experto

Lun, 6 Sep 2021
El Dr. Alejandro Guevara, académico de la IBERO, dictó la conferencia magistral ‘La transdisciplinariedad vs problemas sociales complejos’
  • Dr. Alejandro Guevara Sanginés, académico e investigador del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad. (Foto: Pedro Rendón).

La transdisciplina es el método idóneo para abordar problemas socioambientales complejos, consideró el Dr. Alejandro Guevara Sanginés, académico e investigador del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

En su conferencia magistral La transdisciplinariedad vs problemas sociales complejos, que dictó en el Tercer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad, dijo que el fin último de la humanidad es la búsqueda de la felicidad, y una de las dimensiones de esa búsqueda es vivir mejor, que las condiciones de vida de las personas sean mejores.

Sin embargo, el crecimiento exponencial de la población mundial, que comenzó a darse más o menos en la época de la Revolución Industrial -la revolución capitalista-, y el crecimiento también exponencial de la producción de bienes y servicios materiales, generaron un efecto colateral negativo y no deseado: la degradación de la Tierra.

Este hecho, sumado a la capacidad de la especie humana de destruir el hábitat del planeta, cimbraron el consciente colectivo y generaron una preocupación respecto a si el aumento de la riqueza material está llevando a la felicidad a la humanidad. “La paradoja aquí es, cómo el ser humano, buscando ser lo más feliz posible, en el camino está generando un suicidio colectivo”.

A raíz de hechos como la contaminación en las grandes ciudades, en los años de 1970 hubo una serie de eventos que convocaron a una reflexión a nivel planetario, en donde las naciones se reunieron para discutir si el crecimiento tal como se estaba (y está) llevando a cabo conduce a la felicidad.

En 1968, el ecólogo estadounidense Garret Hardin publicó en Science -la revista científica más importante el mundo- el artículo La tragedia de los comunes, en donde expuso que el acceso abierto a algunos bienes planetarios -como las aguas marítimas internacionales- genera que cada nación y cada individuo tenga el incentivo de explotar cuanto más y más rápidamente pueda los recursos de la naturaleza, porque si no alguien más los va a explotar, "y eso nos lleva necesariamente a una tragedia de los comunes. En buena parte el calentamiento global se explica por esta tragedia de los comunes, el agotamiento de las pesquerías a nivel internacional también.

Luego, a petición del Club de Roma, profesores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), desarrollaron un modelo para pronosticar qué sucedería dadas las tendencias de extracción de recursos naturales y contaminación; y concluyeron que, de seguir las tendencias como seguían hasta ese entonces, a mitad del siglo XXI va a haber una gran debacle a nivel planetario. “De hecho, esta gran debacle la empezamos a vivir actualmente con el cambio climático y todas sus consecuencias, incluida la pandemia del COVID”.

Todos estos factores generaron que las naciones se reunieran en 1972 en Estocolmo, Suecia, para debatir la relación entre desarrollo y medio ambiente. Y justamente en ese mismo año, en un seminario interuniversitario, Jean Piaget (epistemólogo suizo) acuñó el término de transdisciplina, como un abordaje desde la universidad para poner en diálogo las disciplinas y los saberes, para la resolución de estos grandes retos que enfrenta la humanidad.

De la cumbre de Estocolmo se creó una comisión que definió al desarrollo sostenible como: el desarrollo que satisface las necesidades de la presente generación, sin disminuir la capacidad de las siguientes generaciones para satisfacer las suyas. Lo que se puede ver al centro de esta definición es el concepto de justicia intrageneracional, en donde ningún ser humano, ningún prójimo, debe ser relegado de los derechos humanos básicos, como alimentación y salud.

20 años después, en la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro, se concluyó que, si bien crecimiento económico y conservación de la naturaleza han sido dos objetivos encontrados, hay formas creativas mediante las cuales se pueden hacer compatibles. Se generó entonces una agenda de trabajo internacional, la Agenda 21 –antecedente de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030-, que contiene los acuerdos para la contención del cambio climático y los acuerdos de conservación de la biodiversidad.

Las naciones se dieron cuenta que el objetivo de la humanidad no es el crecimiento económico, sino algo más: el desarrollo. Desarrollo que se define como el avance en una serie de valores que la sociedad considera deseables y que básicamente tienen que ver con justicia, como reducción de las desigualdades e igualdad de género, así como con una mayor conciencia de la vida planetaria, la producción y el consumo sostenible.

El conocimiento y la transdisciplina

Respecto al desarrollo del conocimiento tradicional, el doctor Guevara Sanginés mencionó que, por lo menos desde la revolución científica cartesiana hasta nuestros días, ha sido un tipo de conocimiento lineal y cada vez más especializado, que ha descartado otros conocimientos. El tipo de abordaje tradicional de la universidad ha hecho especializarse en un ámbito de conocimiento e impide ver la luz de otras disciplinas y de otros diálogos. Es así que el pensamiento disciplinar “ha sido visto como un abordaje lineal súper especializado y fragmentado”.

Por supuesto esta especialización tiene sus ventajas -por ejemplo, en el tratamiento enfermedades crónicas degenerativas-, pero a menudo, este conocimiento unidisciplinar ha creado unas barreras que impiden ver la realidad en toda su riqueza y complejidad.

En cambio, la transdisciplina, como la propuso Jean Piaget, está orientada hacia un cambio de enfoque que vaya de la acumulación de conocimientos y la hiperespecialización, hacia un enfoque de metodologías capaces de contribuir desde la ciencia y la educación a la resolución de los grandes problemas o de los grandes retos sociales.

Hay tres abordajes distintos. Primero, el discurso de la trascendencia, cómo la transdisciplina implica que el conocimiento de una disciplina pueda ser llevado y aplicado a otras disciplinas. Por ejemplo, cuando Gary Becker, Premio Nobel de Economía en 1992, aplicó los conocimientos de la estadística y de la economía para el entendimiento de grandes problemas sociales como el crimen y el castigo.

Segundo, el discurso de la resolución de problemas, el no sólo ascender de una disciplina a otra o estar en diálogo con otros saberes, sino cómo aplicar la ciencia a aquello que realmente va hacia los grandes retos de la humanidad.

Tercero, el discurso transgresor o transformador del estatus -de ese estatus injusto que genera pobreza y desigualdad-, que inspirado principalmente por Orlando Fals Borda (sociólogo colombiano), transforma las estructuras de educación e investigación transdisciplinaria como un proceso que depende del cultivo de una comunidad de aprendizaje en el que interactúan y se cogeneran diferentes sensibilidades ético-afectivas y capacidades epistémicas, de lo que surge el término investigación-acción.

Uno de los proyectos de investigación transdisciplinar de la Universidad Iberoamericana para resolver problemas socioambientales, que presentó como ejemplo el Dr. Guevara, es el Fortalecimiento de las capacidades para la gestión sustentable del territorio: información geoespacial y monitoreo comunitario de agua para la toma de decisiones ambientales en comunidades rurales.

En este proyecto participan investigadores del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus), del Instituto de Investigación Aplicada y Tecnología (InIAT), del Departamento de Ingeniería Química, Industrial y de Alimentos, y del Departamento de Física y Matemáticas, de la IBERO; así como del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA).

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PEDRO RENDÓN/ICM

 

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