¡Júbilo por el Dr. Jorge Ibáñez Cornejo ‘JIC’!; dictó su última lectio

Jue, 1 Sep 2022
Concluyó 38 años como académico de tiempo completo de la IBERO.
  • JIC agradeció a sus amigos y amigas haberlo acompañado por tanto años en la IBERO.
  • Cuando cursaba el cuarto año de Ingeniería Química en el ITESO, en 1976, Jorge Ibáñez comenzó a dar clases, las de su profesor, el P. Luis Hernández Prieto, que recién había caído enfermo.
  • En la misa que el Padre Fernando de la Fuente le ofició por su jubilación, el coro estuvo integrado por la familia de JIC.
  • Su última lectio fue “una charla entre amigos”.
  • Jorge impartió cursos y talleres en 24 países de los cinco continentes y en 30 estados de la República Mexicana.
  • La pandemia de COVID-19 ha sido “la experiencia más increíble que he tenido en 46 años como docente”, al diseñar, comprar y armar para cada uno de sus estudiantes un ‘kit de experimentos de química en microescala’.
  • Con su jubilación, el Dr. Jorge Ibáñez está dando continuidad a una vida que ha caminado ordinariamente en una dirección, y esta dirección tiene que ver con el proyecto de Dios.
  • JIC, el químico, el hombre espiritual, el docente e investigador convencido del proyecto educativo y social de la IBERO.

Era 1976 cuando a Jorge Ibáñez, quien entonces cursaba el cuarto año de Ingeniería Química en ITESO, el Director de la carrera le encargó dar las clases de su profesor, el P. Luis Hernández Prieto, “un jesuita muy sabio”, que recién había sido hospitalizado por una enfermedad.

Jorge acudió al nosocomio a pedir la venia del Padre para impartir sus cursos de segundo y tercer año, misma que le dio, indicándole qué debía enseñar. El fallecimiento de Hernández extendió “unas cuantas clases” hasta el final del semestre. “De eso hace ya 46 años, y sigo en esto, en la docencia”.

Pero Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora, y como en las autorrealizaciones y logros también hay desapegos, el Dr. Jorge Ibáñez Cornejo encontró en su interior la libertad para terminar su etapa de profesor e investigador con júbilo; porque eso trae la jubilación, alegría por empezar algo nuevo, otras cosas, a su manera, a su ritmo.

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¿Cómo fue la larga vida académica de JIC? (apodo que le pusieron sus estudiantes, hace 30 años), ¿se puede condensar una trayectoria de casi cinco décadas?; ¡claro!, él hizo gala del reduccionismo con sus cursos y talleres que impartió en 24 países de los cinco continentes y en 30 estados de la República Mexicana, representando al Centro Mexicano de Química Verde y Microescala -que fundó con otras/os colegas en la IBERO-.

Al presentarlo al alimón en su última lectio -que se transmitió en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos y Reino Unido- la Mtra. Sonia E. Fernández y el Mtro. Alberto Segrera hicieron un acercamiento a la trayectoria profesional y personalidad del inabarcable Jorge Ibáñez; amigo, promotor humano y transformador del mundo.

Destacaron de su polícroma trayectoria, que: es Investigador Nacional Emérito del SNI del Conacyt y Profesor Numerario e Investigador del Departamento de Ingeniería Química, Industrial y de Alimentos de la IBERO. Es Doctor en Fisicoquímica (Universidad de Houston), Posdoctor en Electroquímica de Semiconductores (Universidad de Houston) y Posdoctor en Sensores Electroquímicos de Glucosa (Universidad de Texas-Austin, donde con el Dr. Adam Heller desarrolló unos sensores de azúcar para diabéticos).

El solidario Jorge, entiende el servicio como extensión de su persona y entraña la convicción de donarse de forma cotidiana; lo demostró en el terremoto del ‘85, cuando con escasos recursos y mucho ingenio, en los laboratorios de la IBERO purificó agua para consumo de los damnificados.

El JIC rebelde batalló con la prestigiada Springer, hasta que lo aceptó como primer autor hispano. Fue, subrayó Sonia E. Fernández, una lucha “contra el colonialismo de editoriales norteamericanas y sajonas en el ámbito académico”, que derivó en la publicación de ‘Environmental Chemistry: Fundamentals’ y ‘Environmental Chemistry: Microscale Lab Experiments’, de los que sus capítulos han sido bajados de la red en 156 mil ocasiones.

El segundo libro, fue incluido en el 25% de e-books más descargados en 2013; y por el primero, a JIC y sus coautores los felicitó por escrito el Dr. Mario Molina, uno de los 20 Premios Nobel que Ibáñez ha conocido en persona.

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JIC, para quien los tres grandes químicos mexicanos son: Andrés Manuel del Río, descubridor del vanadio; Luis Miramontes, quien desarrolló la píldora anticonceptiva; y Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995; alguna vez soñó conectarse con ellos de alguna manera…y lo hizo. En 1998 la Sociedad Química de México le otorgó el Premio Nacional de Química Andrés Manuel del Río; en 2011 asumió la Dirección del Departamento de Ingeniería y Ciencias Químicas de la IBERO, que 40 años antes ocupó Miramontes.

Y sobre Molina, “un día en que lo encontré en un congreso le estaba hablando de mi libro Environmental Chemistry: Fundamentals, cuando se nos unió el Presidente de la Unión de Químicos de Puerto Rico, quien tropezó con mi portafolios y fue a parar al suelo. Inmediatamente, el Nobel y yo le tomamos, cada uno, de un brazo, y desde entonces puedo decir que: yo colaboré con Mario Molina en levantar la química de Puerto Rico”.

La apuesta de JIC por cuidar el medio ambiente -reduciendo la cantidad de desechos en los laboratorios- le hizo fundar con unos amigos el Centro Mexicano de Química Verde y Microescala, que ha impactado a 511 instituciones mexicanas, 582 extranjeras y 52 países.

“La mayoría de docentes que en el mundo utilizan la microescala para enseñar química han venido a la IBERO. De hecho, pudimos traer a 50 profesores visitantes en diferentes momentos, y tres de los 12 simposios internacionales que ha habido se han realizado en nuestra Universidad”.

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En 1983, concluidos sus estudios en Estados Unidos, JIC regresó a México y obtuvo una plaza en el Cinvestav, “que era el top a nivel nacional en investigación en química”, pero de donde renunció porque “quería seguir mi misión ignaciana de servir a mi comunidad. Entonces toqué puertas en la IBERO, y Arturo Fregoso, hace 38 años, me contrató”.

Comenzó en Cerro de las Torres, donde padeció, en los gallineros, las inclemencias, pues “cuando llovía no escuchabas nada y cuando hacía frío te congelabas”; vivó la mudanza a Santa Fe -entonces una zona despoblada en la que recolectaba piedras para defenderse de los perros- y para cuya ceremonia de bendición del campus le tocó estar en el Comité Organizador, en tanto que ‘Uqui’, su esposa, dirigió al coro en ese evento.

A la IBERO, su segunda casa, le ha dado todo su esfuerzo y en ella ha disfrutado al 100% su trabajo: 12 libros -2 como autor único-, 2 e-books y 1 en braille ‘Ciencia Experimental para Personas con Discapacidad Visual’.

Ha escrito para las 63 publicaciones académicas y científicas más relevantes de 16 países. Y con autorización de T. Dimitrov, autor de ‘50 Nobel laureates and other great scientists who believe in God’, tradujo y adaptó este libro, al que intituló ‘La dimensión espiritual de grandes científicos’.

Previamente, en los 90, K. Rajeshwar, profesor de la Universidad de Texas, “me enseñó a pensar en grande”. Con él hizo una revisión de qué ha hecho la electroquímica por el medio ambiente. “Un día estábamos en Arlington, frente a una mesa con 250 artículos que habíamos utilizado para el review, y me dijo: why not a book; y de ahí salió ‘Enviromental Electrochemistry. Fundamentals and Applications in Pollution Abatement’, libro que le dio la vuelta al mundo y nos puso en la frontera del tema a nivel internacional”.

JIC ha participado en 274 congresos y simposios -140 internacionales y 92 como presentador único-; y 165 conferencias y seminarios, de los que destacan los Congresos Internacionales de Educación Química de la International Union for Pure and Applied Chemistry (IUPAC).

Su nombre está registrado en dos patentes: ‘Procedimiento para la eliminación de cromatos y otros iones metálicos de corrientes ácidas mediante aluminio’ y ‘Proceso para la obtención de ácido tereftálico y recuperación de hidróxido de sodio de una solución de tereftalato de sodio producido a partir de polietilentereftalato (PET) de reúso’.

Ha dictado 125 cursos y/o talleres no curriculares, 56 de estos en universidades jesuitas como Loyola Chicago, Rafael Landívar y UCA de El Salvador, y en instituciones públicas y privadas de 17 países.

Ha obtenido 76 premios y reconocimientos, como el International Microscale Chemistry Award en 2017, la Medalla de Oro José Sánchez Villaseñor de la IBERO en 2020 y ser nombrado IUPAC Fellow en 2013.

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Quizá porque no olvida que su gusto por la ciencia empezó con un Juego de Química Mi Alegría, o por no resignarse a que sus estudiantes perdieran sus prácticas de laboratorio durante el confinamiento por el COVID-19, JIC envió hasta los hogares de todos y cada uno de sus alumnos(as) un ‘kit de experimentos de química en microescala’, que diseñó, compró con su dinero y armó en su casa con ayuda de su familia.

“Yo me equipé con cámaras para dar mi laboratorio desde una mesita junto a mi cama. Mis estudiantes de Ingeniería Química se conectaban, se ponían sus equipos y hacían sus experimentos. Esta fue la experiencia más increíble que he tenido en 46 años como docente”.

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En la misa que ofició por su jubilación, el P. Fernando de la Fuente dijo a JIC: “le estás dando continuidad a una vida que ha caminado ordinariamente en una dirección, y esta dirección tiene que ver con el proyecto de Dios”.

Jorge, quien quiso ingresar 2 veces a la Compañía de Jesús, compartió con sus amigos su agradecimiento por acompañarlo tanto tiempo en la IBERO, en cuya capilla “me encontré con el Señor durante más de 30 años”. A todas esas personas les recordó: “no olvidemos el mensaje que tenemos adentro, compartamos para que merezcamos, para que irradiemos”.

¿Qué sigue después de la jubilación?; para JIC: impartir sus cursos como maestro de asignatura, dar talleres de química en microescala en escuelas vulnerables, disfrutar más a su familia y divertirse con su nieto.

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Jorge Ibáñez Cornejo, el químico, el hombre espiritual, el docente e investigador convencido del proyecto educativo y social de la IBERO, quiere que cuando parta a su encuentro con el Creador sus cenizas sean esparcidas en nuestra Universidad, allá, “donde no estorben a nadie, por el rumbo de la cancha de futbol”, sobre cuyo césped pasó algunos de sus mejores momentos deportivos con sus coequiperos de la Timba Académica. Que así sea.

Ver aquí el video la última lectio que dictó el Dr. Jorge Ibáñez Cornejo

Texto y fotos: PEDRO RENDÓN

 

 

 

 

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