La inclusión, al tomar como punto de partida la diferencia, reconoce que no hay medidas ni soluciones que sirvan de la misma manera para todas y todos, por lo que, “la inclusión da lugar a una pedagogía que sabe atender la diversidad, para propiciar el desarrollo integral desde lo que cada quien es, en interacción y en diálogo con los demás”, dijo la Mtra. Sylvia Schmelkes del Valle, vicerrectora académica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

En la bienvenida a la Jornada de Inclusión Universitaria -realizada en el marco del Día Internacional de Personas con Discapacidad- mencionó que incluir supone, como punto de partida, reconocer las diferencias entre la gente, respetar a las personas y nunca esperar que se transformen en alguien distinto. Y es que “la inclusión propicia la autenticidad del ser de cada quien e implica valorar esta diferencia, y reconocer que justamente porque existe la diferencia tenemos la oportunidad de enriquecernos al entrar en interrelación y diálogo entre personas diversas”.

Lo anterior conduce a pensar en qué se puede entender por una institución inclusiva. Un primer elemento de lo que debe definirla, es que la institución debe procurar representar la diversidad presente en la sociedad, tendiendo a hacerlo en el porcentaje en el que esta diversidad se manifiesta en la sociedad, y esto se refiere a todas las diversidades; culturales, de capacidades, de orientación sexual, entre muchas otras.

Pero abrir las puertas no basta, en el caso de una universidad, es necesario preparar a ésta “para recibir y aprovechar la diversidad, y desarrollar las metodologías y pedagogías necesarias para que la inclusión efectivamente sea respetuosa, propicie el pleno desarrollo de las personas y enriquezca la vida universitaria”.

Como la Iberoamericana quiere ser una universidad inclusiva “y entiende que está en ese camino”, desde hace varios años su campus es accesible para las personas con discapacidad motora -en lo que fue vanguardia- y también cuenta con el Centro de Ingeniería y Tecnología de Rehabilitación (CITeR), un laboratorio que fabrica prótesis personalizadas para personas amputadas, así como otros dispositivos para personas con discapacidad motora.

Tiempo después, la IBERO abrió sus puertas a personas con discapacidad intelectual, primero con Construyendo Puentes, programa que atendía a personas con Síndrome de Down; y actualmente con el programa ‘Somos Uno Más’, que atiende a personas con una gama más amplia de discapacidades intelectuales. En ambos casos se procuró y procura brindar a las y los estudiantes una intensa experiencia universitaria,  desarrollar su autonomía y prepararles para el trabajo.

La Universidad siempre ha contado con estudiantes indígenas, fundamentalmente en posgrado, pero ahora espera iniciar un capítulo del programa ‘Si Quieres Puedes’ -que beca a alumnos talentosos de escasos recursos-, para ampliar la presencia de estudiantado procedente de diversas culturas originarias de México y de América Latina.

Recientemente, se integraron cuatro estudiantes sordos a una de las carreras de técnico superior universitario de la Iberoamericana, a quienes se les da el apoyo específico que requieren mediante intérprete de la lengua de señas. “Es un piloto que queremos consolidar para seguir creciendo en la incorporación de personas sordas en la IBERO”.

Asimismo, la IBERO se reconoce por ser abierta y respetuosa de la diversidad sexual; y aunque es una institución de inspiración cristiana confiada a la Compañía de Jesús, “o quizás precisamente por eso, somos una institución abierta a todas las religiones y a la ausencia de religión”.

Además, ha marchado a la vanguardia en el combate a la violencia de género y en la promoción de la equidad de género en las instituciones universitarias. “Todo esto responde a la visión ignaciana de la persona, que está en el centro de la actividad de la Universidad; toda persona, cada persona, desde su singularidad. Esta es una exigencia de la filosofía y de la pedagogía que nos orienta, y es la que nos lleva a seguir creciendo en la atención a la diversidad”.

En este caminar, la IBERO ha transitado de asegurar el acceso (incorporar la diversidad) a la integración (que ha supuesto darle espacio a esta diversidad y reconocerla), y ahora lo que se quiere es transitar a la verdadera inclusión, donde el propósito es que toda la institución y todas las personas que están en ella sean parte cabal de la misma.

“Tenemos mucho camino por andar. Para lograr la verdadera inclusión tenemos que seguir trabajando para abrir todos los espacios universitarios, y a todas las personas que en ella trabajan y estudian, no sólo a la aceptación y respeto de la diversidad, que a lo mejor ya lo vamos logrando, sino a su valoración y aprecio. Hemos de crecer en la pedagogía de la inclusión para realmente lograr atender la diversidad en las aulas, pero más que eso, lograr aprovecharla, pedagógicamente”.

En la IBERO existe el convencimiento de que el camino es que la diversidad debe estar presente en todas las esferas de su actividad: en la investigación, en la vinculación, en la innovación; y no sólo por el beneficio de quienes se van incluyendo, sino quizás, sobre todo, por el bien de todos y todas en la IBERO y de la Universidad misma, “pues todos seremos mejores gracias a ello”.

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PEDRO RENDÓN/ICM