La química del amor: se ama con el cerebro, no con el corazón
Por: Dr. Alejandro Tapia de Jesús, académico del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana
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El amor es uno de los fenómenos psicológicos, sociales y filosóficos más fascinantes que existen, podríamos decir que nos ha acompañado a lo largo de nuestra evolución y posiblemente estará presente en el final de nuestros días... incluso, podría ser la causa.
Y tú: ¿cómo vives el amor, te da vida o te mata?
Dentro de los principales motivos de consulta psicológica está desde cómo mejorar las habilidades para encontrar y potenciar la experiencia amorosa hasta cómo superar una ruptura o decepción que en situaciones severas puede derivar en trastornos mentales como la depresión, ansiedad, celotipia, entre otros. Sin embargo, a pesar de que es un tema crucial para nuestra vida y que puede representar un problema de salud, ¿qué tanto sabemos de él?
Empecemos definiendo y reconociendo qué es el amor:
Para los filósofos como Platón, el amor implica: el deseo, una búsqueda de la belleza y la aspiración al bien (Jurado 2000), de ahí que el amor platónico se base en la admiración y búsqueda de la perfección, razón por la cual la decepción, frustración y desesperanza son una constante. Para otros pensadores más contemporáneos como Nietzsche, este sentimiento refiere una relación de poder y superación (Nietzsche, 2024), que mal entendido puede llevar a situaciones de celos patológicos y control. Por su parte, Erich Fromm lo asume como una acción que requiere consciencia, práctica, y dedicación, llevándolo a una interpretación más constructiva que espontánea (Fromm, 1992). Y Freud argumenta que es un estado de identificación y unificación con el otro, por supuesto, atravesado por el deseo sexual, lo cual puede resultar en la búsqueda de la complementariedad o como coloquialmente se dice: “la media naranja”. Sin embargo, ¿qué perspectiva o interpretación es la correcta?, ¿existe una interpretación y forma de vivir el amor que sea correcta?
Para analizarlo es importante también saber qué pasa en nuestro cuerpo durante este sentimiento, más allá de las mariposas en el estómago y esa sensación de energía y super poder, qué ocurre específicamente en nuestro cerebro, que como sabemos es el centro de interpretación de lo que vivimos, sí, amamos con el cerebro no con el corazón.

| El amor posiblemente estará presente en el final de nuestros días... incluso, podría ser la causa. (Imagen creada con Firefly.) |
La química cerebral del amor
El amor es un sentimiento abstracto que implica una compleja red de activación en nuestro cerebro, diversas sustancias como la dopamina, serotonina y oxitocina median esta activación y modulan nuestras experiencias de placer, satisfacción, euforia, apego y tranquilidad (Blumenthal, & Young, 2023). Se podría decir que neurológicamente el amor involucra dos fases, el enamoramiento; caracterizado por excitación y euforia; y el amor pleno, caracterizado por sensaciones de tranquilidad, seguridad y apego (Zou, Song, Zhang, & Zhang, 2016).
¿Sabías qué para nuestro cerebro, estar enamorado es similar a estar drogado? Te explico por qué…
La dopamina se libera sobre el núcleo accumbens y la corteza prefrontal cada que hacemos algo que nos gusta, comemos nuestro postre favorito, recibimos un regalo o se da reconocimiento a nuestros logros.
Específicamente, en el amor romántico se encontró que hay una activación importante de estos centros de la recompensa, lo interesante es que no se limita a la interacción directa, sino también ocurre ante la presencia de una fotografía, audio o recuerdo de la persona amada (Fisher, Aron, & Brown, 2006). Y además esta activación es similar a la que se presentaba en situaciones de consumo de sustancias adictivas como los psicoestimulantes (cocaína, anfetaminas) o empatógenos (éxtasis o mdma). Es por ello que una persona que se encuentra enamorada experimenta sensaciones elevadas de euforia, deseo y placer, sin embargo, esto no se mantiene por periodos prolongados, sino que ocurre en forma de picos de excitación, lo cual hace que sintamos motivación y deseos por buscar o estar con la persona amada y experimentar ansiedad e incertidumbre cuando nos alejamos, similar a lo que ocurre en el síndrome de abstinencia ante la interrupción en el consumo de una droga.
¿Tienes sentimientos de obsesión, preocupación y cuidado por tu ser amado?, aquí la razón de ello…
La serotonina juega un papel importante en el enamoramiento y el amor pleno, específicamente se ha asociado con la estabilidad emocional, esa sensación de tranquilidad y satisfacción plena. Resulta que durante el enamoramiento disminuye la actividad serotoninérgica, lo cual genera sensación de ansiedad y nerviosismo, deriva en pensamientos de obsesión y fijación por la persona amada, similar a lo que ocurre en el trastorno obsesivo compulsivo, en el cual, los niveles de serotonina están disminuidos (Marazziti, & Stahl, 2018). Esta es la razón por la cual, en las fases iniciales del enamoramiento, existe una idealización y obsesión por la persona amada, misma que se refuerza por la experiencia de placer, euforia y excitación que se experimentan durante la interacción.
Ahora entendemos por qué se dice que el amor es ciego y todo lo puede. Pero ¿qué ocurre cuando pasa el tiempo y estos sentimientos de euforia y placer disminuyen?, ¿qué pasa con el amor cuando se mantiene en el tiempo y evoluciona?
Como describía Erich Fromm, el amor implica una acción y compromiso constante y consistente, es una construcción a largo plazo. Es aquí donde toma relevancia la oxitocina, esta hormona se libera de manera importante durante funciones reproductivas como el sexo, el parto y el amamantamiento, pero también durante interacciones sociales satisfactorias por lo que se le ha relacionado con procesos complejos como la empatía, el apego y la formación de vínculos afectivos.
En 2005, un estudio realizado por Kosfeld y colaboradores, observó que las personas que tenían niveles más elevados de oxitocina confiaban más que las que tenían menores niveles; en el mismo sentido, se encontró que esta hormona promueve sentimientos de fidelidad, cuidado y protección de los seres amados (Carter, 2018). Finalmente, y no menos importante también se ha encontrado que modula efectos tranquilizantes y ansiolíticos (Heinrichs, von Dawans, & Domes, 2009). Es por esto que la oxitocina ha sido denominada la hormona del amor, pues regula sentimientos de confianza, fielidad, cuidado, protección y tranquilidad, características del amor pleno.

| El Dr. Alejandro Tapia, del Departamento de Salud de la IBERO, es especialista en Neuropsicología. |
Conclusiones
Como se ha descrito, el amor ha sido un tema de interés desde tiempos inmemoriales para filósofos, psicólogos y neurocientíficos. Mientras que la filosofía aborda el amor desde una perspectiva trascendental, como el ideal de la belleza platónica o el amor al prójimo, las neurociencias nos permiten observarlo como un proceso neuroquímico y biológico que involucra sustancias como la dopamina, la serotonina y la oxitocina, que regulan nuestros comportamientos, emociones y vínculos afectivos.
Sin embargo, no es solo un asunto de atracción o de bienestar. El amor como proceso neurobiológico, tiene el potencial de transformar profundamente nuestras vidas, desde las experiencias de euforia y placer en las primeras etapas de una relación hasta la estabilidad emocional en el amor maduro o pleno.
El amor también tiene un lado oscuro, caótico y patológico, cuando la ansiedad, la obsesión o el miedo al abandono se vuelven una constante pueden dar lugar a trastornos emocionales y psiquiátricos. Es por ello que recomendamos a nuestra comunidad lectora, que se apoye en las múltiples herramientas de autoconocimiento, asertividad y gestión emocional que existen, pero fundamentalmente que se apoyen en profesionales calificados para proporcionar esta dirección y apoyo.
Las redes sociales estan cambiando la forma en que amamos, si quieres saber más al respecto, espera nuestra siguiente nota: Ámate para que sepas cómo amar.
Referencias:
- Blumenthal, S. A., & Young, L. J. (2023). The neurobiology of love and pair bonding from human and animal perspectives. Biology, 12(6), 844.
- Fisher, H. E., Aron, A., & Brown, L. L. (2006). Romantic love: a mammalian brain system for mate choice. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 361(1476), 2173-2186.
- Fromm, E. (1992). El corazón del hombre (pp. 40-48). Fondo de Cultura Economica USA.
- Heinrichs, M., von Dawans, B., & Domes, G. (2009). Oxytocin, vasopressin, and human social behavior. Frontiers in neuroendocrinology, 30(4), 548-557.
- Jurado, E. (2000). El amor en la filosofía griega. Consideraciones en torno al amor en la literatura de la Grecia Antigua, 45, 123.
- Kosfeld, M., Heinrichs, M., Zak, P. J., Fischbacher, U., & Fehr, E. (2005). Oxytocin increases trust in humans. Nature, 435(7042), 673-676.
- Marazziti, D., & Stahl, S. M. (2018). Serotonin and love: supporting evidence from a patient suffering from obsessive-compulsive disorder. Journal of Clinical Psychopharmacology, 38(1), 99-101.
- Nietzsche, F. (2024). Más allá del bien y del mal: Preludio a una filosofía del futuro (Vol. 35). Minerva Heritage Press.
- Sue Carter, C. (2018). Oxytocin and human evolution. Behavioral Pharmacology of Neuropeptides: Oxytocin, 291-319.
- Zou, Z., Song, H., Zhang, Y., & Zhang, X. (2016). Romantic love vs. drug addiction may inspire a new treatment for addiction. Frontiers in psychology, 7, 1436.
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