Por la Dra. Christa Godínez Munguía, Coordinadora de la Maestría en Teología y Mundo Contemporáneo, del Departamento de Ciencias Religiosas, y la Mtra. Rebeca Montemayor López, Coordinadora de la Cátedra de Teología Feminista, del mismo Departamento

Del 4 al 29 de octubre se ha celebrado en el Vaticano la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Al menos tres novedades consideradas inéditas, caracterizaron este sínodo:

En primer lugar, la representación con voz y voto, por vez primera, a distintos representantes de la iglesia católica que tienen en común el sacramento del bautismo; por eso se encuentran no solamente Obispos sino también laicas, laicos que representan diferentes sectores, religiosas, religiosos, sacerdotes, de distintas generaciones.

En segundo lugar, una ampliación sustantiva de la participación ecuménica, con delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades eclesiales, es decir, doce representantes de diferentes tradiciones cristianas, miembros de las iglesias ortodoxas, de las comunidades protestantes históricas y de los pentecostales evangélicos. Se destaca la participación de la Dra. Anne Burghardt que es la primera mujer que asume la Secretaría General de la Federación Luterana Mundial. Y Catherine E. Clifford, canadiense, profesora de Teología en la Universidad Saint Paul de Ottawa y miembro de la Comisión mixta internacional católico-metodista, que subraya que: “La sinodalidad es, de hecho, un paradigma de nuestro camino común hacia una Iglesia reconciliada en la que la fe que compartimos en Jesús es mucho mayor que las cuestiones que nos dividen.”¹

Y, en tercer lugar, quizá lo más destacable, por vez primera en la historia de los sínodos, de las 85 mujeres presentes, 54 de ellas participantes con derecho a voz y voto. De todo el mundo, de todas las edades, religiosas, consagradas, laicas. 

Entre las mujeres participantes en el Sínodo con voz y voto se encuentra la Mtra. María de los Dolores Palencia Gómez, CSJ. religiosa de la Congregación de San José de Lyon, quien forma parte del grupo de los nueve presidentes delegados. La Mtra. María Dolores Palencia es exalumna de nuestra Maestría en Teología y Mundo Contemporáneo de la Ibero Ciudad de México; mujer de lucha y servicio comprometido siempre con comunidades empobrecidas y grupos vulnerados. Como presidenta delegada la Hna. María de los Dolores presidió el 13 de octubre el trabajo de la Asamblea haciendo historia, pues fue la primera vez que una mujer en veinte siglos presidía una Asamblea de Obispos. Para ella, estar en el Sínodo ha sido una gracia, un regalo, “un camino para aprender y para desaprender”, y a través del discernimiento común, “descubrir a través de esa escucha y de ese entendimiento qué nos dice el Espíritu a todos y a todas juntos, para servir y para dar un paso más adelante en este deseo de hacernos realmente un mensaje de esperanza y un anuncio de Evangelio en el mundo".² Celebramos las palabras de nuestra Hna. María de los Dolores, esto es lo que soñamos.

Pero, en torno al proceso iniciado rumbo a este sínodo desde 2021, hay otras miradas sobre la sinodalidad, desde los movimientos de mujeres católicas que no han sido uno, sino diversos. Entre los más destacados: la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia, iniciada en España el 1 de marzo de 2020, promoviendo el diaconado y presbiterado femenino y una perspectiva feminista.  El Catholic Women´s Council, fundado en Stuttgart en noviembre de 2019, trabajó en red sobre una visión común de las mujeres en la iglesia. En enero de 2020, esta red se hizo mundial 2020³ cuya demanda es una iglesia menos jerarquizada y más pueblo de Dios.  Y de los resultados del documento final del Sínodo de la Amazonía, en octubre de 2019, donde hubo voz, pero no hubo voto de las mujeres, y quedando aún muy lejos la igualdad sustantiva de las mujeres en las comunidades católicas.⁴  Todos estos grupos han visibilizado por diferentes medios sus demandas.

Y paralelo al Sínodo de Roma, el “Sínodo en la Sombra” (denominada Asamblea sinodal laica) que realizó sendas reuniones virtuales, y presenciales en Roma y Bristol Inglaterra, con la participación de más de 40 organizaciones y comunidades católicas con participación de grupos excluidos o no reconocidos dentro de la institucionalidad: presbíteras y obispas católicas; comunidad LGBTQ+; entre otros. El encuentro lleva el significativo título de “Derechos humanos en una Iglesia Católica emergente”, convocado por la organización internacional Spirit Unbounded (“Espíritu sin fronteras”).⁵

En una pregunta reflexiva sobre los desafíos para las mujeres, resultado del Sínodo de la Sinodalidad, la Hna. Michele da Silva, ICM (Brasil) afirma: “Creo que sí, seremos mujeres sinodales respetadas, quizás en el largo plazo, tal vez no vea esta transformación, pero estoy plantando semillas de empoderamiento para que las mujeres y las niñas se sientan capacitadas para ocupar los espacios que quieran, en los que puedan ser colaboradoras en la construcción del Reino de Dios. Llamo a cada mujer a repensar los espacios que ha ocupado en la Iglesia, a dialogar con otras mujeres de sus comunidades, a hablar de empoderamiento, sororidad e igualdad. Jesús caminó con las mujeres de su tiempo y sigue presente en nuestro actuar hoy, con la fuerza inspiradora y creativa de la Divina Ruah, permitámonos atrevernos y soñar con una Iglesia sinodal concreta, donde todos tengan voz y lugar y donen su vida por los pequeños y marginados, ésta es la voluntad de Dios, que ¡Todos tienen (sic) vida y vida en plenitud! ⁶

Si bien la participación de las mujeres en esta asamblea ha sido importante, variada y significativa, habrá que esperar y ver hasta dónde se puede avanzar en la conciencia para concretizar en cada iglesia local este camino sinodal de comunión, participación y misión.

Desde el sínodo en la sombra, en la conferencia de clausura, la destacada y conocida monja benedictina Joan Chittister, inicia con una pregunta, “¿qué necesitan realmente las comunidades de la Iglesia?” Y la respuesta fue rotunda: “La Iglesia tiene que cambiar, cambiar, ¡cambiar!”⁷ ¿Será realidad algún día el “ya” pleno sin el “todavía no” para todas y cada una de las mujeres en la iglesia católica?