Latinoamérica es la historia de los que empezaron tarde: Mujica en la IBERO

Mar, 3 Dic 2019
El expresidente uruguayo se reunió con estudiantes en el marco de la visita que hizo a la Universidad para su investidura como Doctor Honoris Causa
Les recomendó vivir a tope, con intensidad. Se van a equivocar mucho —aceptó—, pero la diferencia entre lo vivo y lo inerte es que sentimos y podemos transmitir
  • José Mujica, expresidente de Uruguay, dijo que la construcción de un mejor mundo es un trabajo de todos (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • Algunos estudiantes capturaron en foto y video la intervención de nuestra ahora Doctor Honoris Causa (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • El público asistente estuvo a tento a las palabras del luchador social (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • Algunos uruguayos se dieron cita en la primera fila y portaron la bandera de su país (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • El estudiante Joaquín Torres leyó la semblanza de 'Pepe' (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • Los estudiantes Adolfo, Noelia y Luis acompañaron a Mujica en el presídium (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • El invitado criticó al Dios mercado y las diferentes depredaciones que provoca (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • A los jóvenes les dijo: "Dediquen un ‘cacho’ de tiempo de su vida para cultivar los afectos" (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • La plática duró más de una hora. El exmandatario habló de diferentes temas con los universitarios (Héctor Raúl Pérez/IBERO).
  • La cancha de basquetbol de la IBERO CDMX se habilitó para la plática que Mujica dio ante jóvenes (Alberto Hernández/IBERO).
  • El Encuentro con estudiantes universitarios fue organizado por la Coordinación de Participación Estudiantil y Creación de Comunidades y el Consejo de Presidentes de Sociedades de Alumnos (Alberto Hernández/IBERO).

José Mujica camina despacio. Toma un descanso antes de enfrentarse a cientos de universitarios deseosos de escuchar a uno de los líderes más carismáticos del mundo. Alrededor de 65 años separan a ‘Pepe’ de esos jóvenes con quienes sostuvo un encuentro de ideas durante cerca de hora y media, previo a la ceremonia en la que el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) le otorgó un Doctorado Honoris Causa por su compromiso con la paz, la igualdad y la integración de los pueblos y naciones latinoamericanas.

Tras una pequeña reseña sobre sus andanzas, arranca el evento. Tarda en responder la primera pregunta. Se acomoda en la silla, ajusta el micrófono y mira hacia el techo del recinto acondicionado en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México para el Encuentro con estudiantes universitarios, organizado por la Coordinación de Participación Estudiantil y Creación de Comunidades y el Consejo de Presidentes de Sociedades de Alumnos.

Saluda y agradece a quienes hicieron posible la charla. Lo cuestionan sobre el papel de la juventud latinoamericana frente a las promesas incumplidas por los gobiernos. Diserta, trae al presente sus recuerdos. Habla y saca referencias sobre la tierra, la relación entre los hombres y el proceso civilizatorio. Hace pausas que alimentan la ansiedad de quienes están sentados por escucharlo. Va tejiendo poco a poco la respuesta.

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Conoce bien la política, ha militado en ella desde sus años mozos. Por eso no se tira del todo contra los gobiernos; los critica, sí, pero también apela a que la construcción de un mundo mejor nos corresponde a todos, al esfuerzo que hagamos para salir adelante. No es condescendiente con su público, los involucra y les exige hacer más. Reconoce que las necesidades de las nuevas generaciones son diferentes a la suya, pero ambas buscan estar mejor.

“Muchachos: las inconsistencias de los gobiernos contemporáneos son una expresión de nuestras propias limitaciones; nuestras limitaciones en parte se superarán en la medida en que exista humanidad comprometida para cambiarla, pero no queramos por obra de los dioses porque, de existir, los dioses no se van a ocupar de semejante pavada (tontería); esa es una ocupación nuestra”, dice.

Todos callan en la cancha de basquetbol de la IBERO, acondicionada para este encuentro, pero en la era de la tecnología, hay quienes sacan sus celulares ultramodernos para colgar mensajes donde Mujica critica a la modernidad. Buscan el mejor ángulo, algunos hacen selfis a la distancia y otros toman videos que quizá difundan por sus redes sociales o queden enterrados en la memoria de sus smartphones. Da igual, el momento debe capturarse no sólo en el recuerdo humano.

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El público le aplaude todo. Y sólo cesan los claps, claps, para volverlo a escuchar. Tiene 84 años, según sus biografías que rondan por internet, aunque él dice que son 85. A veces intenta retener las preguntas kilométricas que le lanzan, aguza su oído y se pone los lentes para leer las letras miniatura que algunos estudiantes escribieron en papeles chiquititos. Respira profundo y entonces las ideas salen, brotan fuertes.

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Se le nota tranquilo, su personalidad recuerda a la del hombre sabio que enseña a través de parábolas, ejemplos y la experiencia misma. Se le tiene cariño por la edad, pero se le reconoce bravío por su pensamiento progresista. Aunque él dirá en sus presentaciones que es un “campesino frustrado”, un hombre al que le gusta lanzar semillas para que germinen, que le encanta sentir el pasto bajo sus pies. Pero no, la historia no lo quiso para ello, aunque tal vez sí para sembrar conciencia.

Los jóvenes le proponen una actividad: que responda lo primero que se le venga a la mente al escuchar algunas palabras. No lo entiende a la primera, pero tal vez lo que no comprende es que todo se pueda sintetizar, como si la vida fuera tan fácil. Por ello, lo que sería una dinámica rápida se convierte en frases e ideas formadas a lo largo de los años. Lo intenta y suelta joyas:

  • Latinoamérica, le sugieren. “La historia de los que empezaron tarde”, dice con agudeza.
  • Jóvenes. “Hermoso camino hacia la vejez”, dice sonriendo. Los aplausos se sueltan por la ocurrencia.
  • Chavo del Ocho. “No puedo responder”, tal vez sea porque en los años del apogeo de este programa televisivo mexicano tan conocido y querido en Sudamérica, él estaba preso (1972-1985).
  • Democracia. “Una hermosa utopía (…) que siempre está inconclusa”.
  • Libertad. “Hermosa quimera del hombre”.
  • Desigualdad. “La norma de la naturaleza que nos hace semejantes, pero nunca iguales. Desigualdad es lo que ha infringido el reino de la propiedad en nuestra vida”.
  • Feminismo: “La cuenta regresiva del deceso del patriarcado”.

Hay preguntas y más preguntas. Bebe un poco de agua y recarga su brazo izquierdo en el respaldo de la silla. Hace frío en el lugar, pero las palabras de ‘Pepe’ son cálidas. Habla de las características que nos hacen seres humanos: somos gregarios, somos cooperativos y animales políticos, es decir, vivimos en sociedad. Pero somos algo más: “bichitos utópicos”, dice con cariño. Es la utopía la fuerza que nos ha permitido hacer todo lo que como civilización tenemos construido.

Pero dentro de este marco de ilusiones y esperanzas, también se ha dado espacio a la depredación, la lucha entre pueblos, la esclavitud ante el Dios mercado, el neocolonialismo corporativo (dixit), que supone la dominación de las personas por grupos económicos, la cultura de la ansiedad. Para todo ello, hay una solución: la política como administradora del conflicto. Ve en esta herramienta que muchos critican -¿o tal vez sólo a quienes la ejecutan?- una de las salidas.

“Hace tiempo, la respuesta está en la política, pero debemos tener una política mucho más inteligente que la que hemos tenido hasta ahora”. Respiran aliviados quienes desde las sillas escuchan la defensa que José hace de la política. Si lo dice quien ha transformado la forma de gobernar, será por algo. Y tal vez respiran también un poco más tranquilos quienes forman la clase política de este país. Pero, siempre hay un pero, deben cambiar, pues un descontento puede quitar gobiernos.

Tras más de una hora de plática, estar sentado le pesa a todos. Las ideas siguen saliendo, aunque la voz de José Mujica se vuelve lenta y arrastra algunas palabras. Todavía se da tiempo de aclarar la visión a los incautos: “No le pidamos al capitalismo hacer socialismo”, responde tras cuestionarle si hay alguna vía para cambiar el modelo imperante. Dice no tener claro qué se puede hacer, pero sí estima que los Estados deben invertir a la par del capitalismo.

Cierra el encuentro. Le regalan un alebrije de coyote, una artesanía originaria de nuestro país. Le agradecen la plática. Pero ‘Pepe’ tiene algo que decir. Siempre tiene algo más que decir: “Vivan con ganas. El único milagro importante que hay arriba de la tierra es haber nacido. Vivan la vida al tope, vivan con intensidad, se van a equivocar mucho, pero la diferencia entre lo vivo y lo inerte es que sentimos y que podemos transmitir. Dediquen un ‘cacho’ de tiempo de su vida para cultivar los afectos porque al final del cuento lo único que quedan son los afectos”.

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Sale. Afuera corre un viento helado, pero los rayos de sol son lancetas que castigan a quienes se quedan de pie esperando una foto con el expresidente. Lo guían a un carrito pequeño, de esos que se usan en el golf, dispuesto para sus traslados. Lo esperan para investirlo Doctor Honoris Causa. El cochecito avanza lento, como si imitara el ritmo de los pasos de Mujica.

 

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