Necesario, reformular términos de diálogo entre ciencia y sociedad
Desde la antigüedad, los gobernantes reclutan asesores científicos como apoyo para la toma de decisiones de pertinencia social. Las pautas relacionadas con el establecimiento de estrategias alimentarias, el desarrollo de tecnologías y la planificación racional de asentamientos han sido dispuestas con base en el diálogo entre autoridades y el equivalente a consejos de notables.
En la medida en que los asesores posean las capacidades de comunicación asertiva con los responsables de las políticas públicas, se hace posible la generación de acciones coordinadas dirigidas a la seguridad, dignidad y trascendencia de las sociedades. Un ejemplo histórico de este tipo de asesoría lo constituye la famosa carta de Albert Einstein al presidente Roosevelt, a quien alertó sobre las capacidades de las armas atómicas y aconsejando prevenir el uso de éstas por parte del régimen nazi [nota al pie 1].
Este tipo de diálogo no siempre se desarrolla de manera fluida y en ocasiones da lugar a enfrentamientos. En este contexto, más de dos mil 300 científicos se han dirigido al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y al 115 Congreso de dicho país por medio de una carta abierta.
El documento base consta de un breve texto y varias hojas con las firmas de los científicos, destacándose 22 ganadores del Premio Nobel en distintas disciplinas [nota al pie 2]. La carta evoca la postura de un consejo de expertos expresándose de manera paternalista-imperativa ante un gobierno que es poco afín al conocimiento científico, y que parece ser indiferente a los enormes riesgos que implicaría ignorar la crisis planetaria derivada del cambio climático.
El primer párrafo de la comunicación se dedica a una reflexión muy elemental de los beneficios que la ciencia ha dado a la sociedad estadounidense, destacándose la innovación tecnológica y el incremento de la salud de la población. En el segundo párrafo se hace hincapié en la necesidad de canalizar recursos públicos para fortalecer la infraestructura científica. El resto de la carta corresponde a una serie de recomendaciones de lo que el nuevo gobierno de Estados Unidos debe hacer en torno al nombramiento de responsables de la ciencia y sus organizaciones.
A pesar de que la carta es valerosa e impecable, desde el punto de vista técnico, es improbable que tenga efectos positivos por parte del grupo a quien va dirigida. La palabra inglesa should, empleada para “lo que debe hacer el nuevo gobierno”, aparece ocho veces en la única cuartilla del texto.
En contraste, una carta similar dirigida George W. Bush, en 2004, únicamente utiliza este recurso gramatical en una ocasión [nota al pie 3]. En el último párrafo se advierte que la comunidad científica norteamericana monitoreará las acciones de la nueva administración, y que exigirá cuentas a cualquiera que pudiera tratar de debilitar el papel de la ciencia en la construcción de las políticas públicas de Estados Unidos. Ante estas frases, algunos analistas han considerado a la misiva como una especie de declaración de guerra que llegaría en muy mal momento.
Un factor decisivo en la lucha contra el cambio climático es la comprensión del fenómeno por parte del ciudadano común. Las evidencias experimentales y las modernas técnicas didácticas y de comunicación trascienden a los argumentos de autoridad. En este sentido, resulta necesario cuestionar los términos actuales del diálogo entre ciencia y sociedad.
La consolidación del método científico, sumado a su enseñanza en los sistemas educativos, ha permitido que una proporción muy importante de la sociedad pueda comprender y fortalecer los procesos de tomas de decisión en todos los niveles de actividad. Fenómenos tales como el movimiento planetario, las estaciones del año, el arcoíris y la generación de electricidad pasaron de ser interpretados mágicamente, a ser material de enseñanza en los cursos de ciencias naturales en las escuelas primarias de todo el planeta.
La comprensión de los fenómenos físicos relacionados con el efecto invernadero ha permitido que el ciudadano común se sume a iniciativas de largo alcance, tales como el desarrollo a gran escala de fuentes alternas de energía.
La humanidad ha finalizado una etapa equivalente a una infancia científica y ha entrado de lleno a una especie de adolescencia caracterizada por claroscuros. El antiguo modelo de diálogo entre especialistas, autoridades y ciudadanos comunes no puede mantenerse en plena era de la información y la comunicación instantánea.
Desde esta perspectiva, un nuevo paradigma en la relación entre ciencia y sociedad está surgiendo y está siendo catalizado por la complejidad de la crisis ambiental que amenaza la viabilidad de la vida tal y como la conocemos.
1 La famosa carta de Einstein al presidente Roosevelt puede leerse en el sitio web: http://www.atomicheritage.org/key-documents/einstein-szilard-letter
2 El texto completo de carta puede hallarse en la dirección electrónica: https://s3.amazonaws.com/ucs-documents/science-and-democracy/ucs-scienti...
3 El texto de la carta dirigida a George W. Bush puede consultarse en: http://www.ucsusa.org/our-work/center-science-and-democracy/promoting-sc...
prl/ICM
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