Desde la semana pasada, varias ciudades francesas arden en manifestaciones, muchas de ellas violentas, luego de que el 27 de junio un joven de 17 años falleció cuando un policía le disparó en un control vehicular, en el suburbio parisino de Nanterre. Un transeúnte captó en video el momento en que dos agentes detuvieron el vehículo que manejaba el adolescente Nahel, de ascendencia argelina. El joven arrancó y el policía, que actualmente está siendo investigado, le disparó. 

En estas situaciones hay una cuestión histórica, estructural, social y cultural, explica el Dr. Javier Urbano Reyes, Coordinador de la Maestría en Estudios sobre Migración de la Universidad Iberoamericana. “La anécdota de la persona asesinada es solamente eso, una anécdota; pero  atrás trae muchas más complejidades”. 

El 30 de junio, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos pidió a Francia que “ataje de manera seria los graves problemas de racismo y discriminación en las fuerzas de seguridad” y que a la hora de repeler actos violentos en las protestas tengan en cuenta los principios de legalidad, necesidad, proporcionalidad, no discriminación, precaución y rendición de cuentas. 

El Dr. Urbano detalla que Francia tiene un gran problema de división social entre poblaciones nativas y poblaciones inmigradas, debido a que la política pública no ha logrado conjuntarlas. “En la política pública francesa se dice que los hijos de inmigrantes, en la narrativa social, siguen siendo inmigrantes, y el tratamiento se les da a partir de una diferenciación social, que luego se traduce en diferenciación jurídica y que, peor, luego se aplica en política pública”. 

Agrega que en el país hay una acumulación de tensiones históricas: falta de financiamiento a las zonas donde viven inmigrantes o hijos de inmigrantes; poca atención a la política pública educativa; poca atención a política pública en materia de salud; poca atención en la política de atención y desarrollo local. Todo siempre en perjuicio de las comunidades inmigradas o hijas de inmigradas. El “gran pastel” de los recursos de la política pública es para la población nativa, de padres, abuelos o bisabuelos franceses. 

 

 

 

 

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“Esta diferenciación que tiene que ver con desarrollo, por supuesto hace que haya un rencor social”, que puede estallar en respuestas violentas cuando hay sucesos de tensión como el reciente asesinato del joven Nahel. El Estado francés, puntualiza el experto IBERO, no logra entender que las raíces de estas manifestaciones violentas “vienen de muy lejos, de hace tres, cuatro o cinco décadas”, y que responder a las protestas es reactivo, pero no se están tomando las acciones estructurales preventivas. 

Lo que ocurre en Francia, advierte el Dr. Urbano, es un ejemplo de cómo un contexto de globalización que está excluyendo a tanta gente eventualmente va a generar reacciones violentas, porque hay una gran concentración de beneficios en muy pocas manos y una gran distribución de miseria en grandes masas. Señaló que en todos los países hay rencores sociales y división que podrían traducirse en movimientos violentos. 

En Francia, 2 mil 508 edificios y 12 mil 31 coches han sido incendiados en los disturbios, por los que han sido detenidas 3 mil 505 personas, en su mayoría jóvenes, según informó el Ministerio del Interior. No se sabe qué esperar los próximos días, mientras que voces como la de la abuela del adolescente asesinado llaman a la calma. 

Texto: Yazmín Mendoza 

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