Si las universidades no asumen con entusiasmo y creatividad los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), éstos no se podrán alcanzar, vaticinó la Mtra. Sylvia Schmelkes del Valle, académica adscrita al Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la IBERO.

Así lo dijo al responder ¿cuál es el papel que las instituciones de educación superior (IES) deberían hacer para seguir promoviendo una educación que aporte al bien común y al desarrollo sostenible?, pregunta que le formularon en el panel ‘Modelos educativos para el futuro’ del ‘3er Simposio Innovación para el Bien Común y el Desarrollo Sostenible’.

Las IES deben “impulsar al mundo hacia el avance de los ODS”, porque al generar conocimientos, la idea es que tarde o temprano éstos resuelvan los problemas complejos que tiene la humanidad. Contribuir a esa resolución, desde la que será su actividad profesional cotidiana, es algo que también las IES deben hacer que entiendan quienes se forman en sus aulas.

Para lo anterior, las universidades deben ofrecer una formación transdisciplinaria, en la que las personas puedan trabajar con profesionales de diferentes disciplinas, de manera articulada y sinérgica, para juntas producir conocimientos. Y también trabajar junto con quienes más sufren los problemas y respetar sus conocimientos y preocupaciones.

Esto es especialmente importante para el desarrollo sostenible, porque la mayor diversidad biológica del mundo se encuentra ahí donde están los pueblos originarios, que con sus conocimientos “parecen tener mejores soluciones que nosotros a los problemas de sostenibilidad”.

En cuanto a la investigación, comentó que todo proyecto debe responder a: ¿esto que estoy haciendo para qué va a servir?, o sea, que en algún momento aporte a la solución de algún problema de la humanidad. Asimismo, se debe “aprender a investigar mucho más interviniendo sobre la realidad, es decir, que los procesos de transformación de la realidad intencionados sean procesos también de generación de conocimientos”.

Es necesario, además, que las universidades fortalezcan su vinculación con otras IES --nacionales y extranjeras--, empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil; y busquen influir, mucho más de lo que ya lo hacen, en políticas públicas relacionadas con el bien común y la sustentabilidad.

La Dra. Luz María Moreno Medrano, directora del INIDE, reiteró que es fundamental que las IES tengan conciencia de la responsabilidad que tienen al generar conocimiento a partir de lo que está pasando en el mundo, de dar una respuesta urgente a los problemas que más están afectando al planeta, sobre todo, con un enfoque en las poblaciones más vulneradas.
 

Pero si las universidades se ven a sí mismas dentro de una burbuja, con una mirada cientificista y academicista separada del mundo, “ya perdimos. En la medida que estemos vinculados con la sociedad civil, con los problemas reales del mundo y que generemos conocimiento para la transformación y para la generación del bien común, entonces creo que estamos haciendo bien nuestro trabajo”.

Y al responder ¿cómo está el mundo en el cumplimiento del ODS 4? (garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos), la doctora aseveró que “todavía muy lejos”.

Por ejemplo, en estudios sobre cómo están tomando las juventudes los temas de las inequidades de género, preocupa observar que no se está logrando construir sociedades más tolerantes. De hecho, en varios países de Latinoamérica los hombres jóvenes de entre 15 y 20 años interpretan que las mujeres quieren quitarles poder y oprimirlos. Por ello, se debe educar, en espacios dialogantes y consensuados, en igualdad y nuevas masculinidades no tóxicas.

Sobre esa misma pregunta, Schmelkes mencionó que “estamos muy lejos de lograr la meta que se fijó” --para el 2030--. En México, niñas, niños y adolescentes del medio rural, indígenas, jornaleros agrícolas migrantes, que trabajan, tienen alguna discapacidad o viven en pobreza, cuentan con menos oportunidades de transitar por los diferentes niveles educativos y de permanecer en la escuela.

Pero lo más grave y absurdo es que, incluso asistiendo a la escuela, tienen menos oportunidades de aprender. La maestra refirió que, según el Estudio ERCE 2019, 58% de las y los estudiantes mexicanos de sexto grado no eran capaces de leer textos de una complejidad apropiada a su edad, y 62% no era capaz de resolver problemas matemáticos que requieren interpretar información en diversos formatos o recurrir a más de dos operaciones aritméticas. Esa realidad la agravó la pandemia de COVID-19, al aumentar la deserción escolar y exacerbar las desigualdades.

PEDRO RENDÓN

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