La pandemia de COVID-19 está mostrando los problemas del sistema capitalista, del sistema mundo y de la civilización; pero si esto dará pie o no a un cambio, “creo que es imposible, estando encima de ello, saberlo”, dijo el activista y escritor uruguayo Raúl Zibechi, al participar en la presentación del libro Entre desgarramientos y alternativas emergentes, aproximaciones críticas al tejido social ante la crisis civilizatoria, organizada por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

En su disertación, que Zibechi enfocó en hablar de qué entra en crisis cuando se habla de una crisis civilizatoria, mencionó que ésta es el derrumbe, el colapso, el fin de algo. Y, “de qué podemos presumir que pueda ser el fin esta crisis civilizatoria; bueno, de una civilización moderna, occidental, capitalista, colonial y patriarcal”.

Pero ¿la gente está realmente dispuesta a reflexionar que las variables occidente, modernidad, colonialismo y patriarcado están en una situación de colapso?; es muy difícil definirlo en este momento, señaló.

Lo que sí se puede pensar si se toma una de las variables, el patriarcado, es hasta qué punto la emergencia de los movimientos de mujeres, feministas, mujeres antipatriarcales, mujeres que luchan, es una muestra de que el patriarcado ya no puede seguir operando.

Por lo anterior, cuando se habla de crisis civilizatoria, se va mucho más allá del concepto del colapso del capitalismo, aclaró Zibechi, para quien otro elemento de la crisis es la concentración de la riqueza en el 1% de la población mundial, y la producción industrial y agropecuaria sin fin es un elemento más de la crisis ambiental y del caos climático.

Abundó que, al hablar de crisis civilizatoria, también se menciona indirectamente a los sujetos y colectivos que están generando esta crisis civilizatoria; porque no se puede pensar que hay una causa de la crisis, “sino que hay un conjunto de causas que operan desde diversas dimensiones y desde diversas estructuras sociales”.

Entre esos actores y sujetos colectivos, por enunciar sólo dos cuyas expresiones son fundamentales en Latinoamérica, están los movimientos de mujeres y los movimientos de los pueblos originarios o indígenas, que han hecho entrar en crisis al sistema.

Zibechi añadió que hablar de crisis civilizatoria, de derrumbamiento, de colapso, “supone colocarnos en un lugar muy expuesto”, porque la subjetividad humana se niega a ver esto.

“Entonces estamos en esa situación en la cual no sólo los conceptos eurocéntricos, modernos, heredados de la crisis epistémica, son difíciles de aceptar que puedan seguir operando, sino que también tenemos una subjetividad razonable, por otro lado, que nos lleva a aplazar, a no querer ver lo que parece evidente. Y este no querer ver nos coloca también en el lugar de ser como pregoneros del desastre, y a nadie le gusta serlo, pero creo que hay que hacerlo”.

Para terminar, Zibechi comentó que, epistémicamente, son precisamente los pueblos de las y los de abajo, para quienes la vida cotidiana es un estado de excepción, “quienes están en mejores condiciones para comprender lo que se nos viene o lo que se está viniendo”.

Son pueblos como los amazónicos o los que viven en tierras bajas, “donde la ecología enseña fragilidades que en otras zonas del planeta no se ven de la misma manera, y que están en condiciones de observar, en función de una mirada que une presente y pasado, el volumen y la intensidad de los cambios en curso”.

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PEDRO RENDÓN/ICM