Rector recuerda vocación de sacerdotes jesuitas asesinados en la Tarahumara

Mié, 22 Jun 2022
El Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S.J., Rector de la IBERO, dijo que la Compañía de Jesús ha realizado por muchos años labores pastorales, educativas y sociales con los rarámuri
  • Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar fueron asesinado el pasado lunes en Cerocahui, Chihuahua (Jesuitas de México).

El Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S. J., Rector de Universidad Iberoamericana, recordó la misión jesuita que tenían los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar en la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, en donde la Compañía de Jesús ha estado por muchos años en labores pastorales, educativas, sociales, hospitales, proyectos educativos y productivos.

En una entrevista para Radar con Mario Campos, en IBERO 90.9 FM, el Rector de la IBERO compartió que por parte de los sacerdotes jesuitas hay un acompañamiento diario en las comunidades, pero siempre en franco respeto a las tradiciones de las comunidades, pues apoyan las labores de organización, los festejos y son guías espirituales para las personas que se congregan para tener la fe.

Arriaga Valenzuela recordó que el Padre Joaquín Cesar Mora Salazar, conocido como Morita, tenía 81 años e ingresó a la Compañía de Jesús a los 16 años y se ordenó sacerdote en 1971 en Monterrey. Señaló que durante su ordenación estuvo en la Sierra Tarahumara, en donde fue vicario cooperador.

“En la misma Tarahumara realizó lo que los jesuitas llamamos la tercera aprobación que es una etapa de formación, una vez que ya estamos ordenados, en la cual se hacen ejercicios espirituales. En esta época, regresó a la Sierra Tarahumara, estuvo también trabajando en una comunidad que se llamaba Chinatú, y en el año 2000 fue el vicario parroquial”, expresó.

Sobre Javier Campos, también conocido como el Gallo, el Rector recordó que tenía 79 años y durante su niñez y adolescencia vivió en Monterrey, pero después su familia se mudó a Guadalajara. Ingresó a la compañía a los 16 años y se ordenó sacerdote en 1972, en la Ciudad de México.

Javier Campos estuvo toda su vida en la Sierra Tarahumara, conocía muy bien la lengua, la cultura, las brechas y los atajos, lo que hacía de los misioneros unos expertos. “Ahí empezó su misión como superior local, después fue vicario y pastoral”.

Trabajó en distintas comunidades en Norogachi, Guachochi, Chinatú y finalmente en Cerocahui, donde era el superior de la misión jesuita de la Tarahumara. También colaboraba como vicario pastoral de la Diócesis de la Tarahumara y era asesor de comunidades eclesiales.

Sobre los hechos ocurridos, el Dr. Arriaga Valenzuela destacó que, a la comunidad de la Universidad Iberoamericana, le toca sumarse a las indignaciones propias que vive nuestro país. Y demandar que se adopten medidas de protección eficaces a todas las personas para garantizarles el derecho a su seguridad.

Añadió que a la comunidad universitaria también le toca reafirmar su identidad; así como seguir empujando en buscar la verdad sobre las 350 mil vidas que se han perdido por causa de la violencia.

Nuestra población tiene el derecho a conocer la verdad, que se esclarezcan los hechos en todos los casos, pues hay una obligación del Estado -vinculado con esta garantía de los derechos de las víctimas de violación a los derechos humanos- para dar a conocer lo que paso, y el derecho de la sociedad de conocer lo que está pasando en todos estos casos en donde hay impunidad".

En el caso de los asesinatos de los sacerdotes, hizo un llamado a la recuperación inmediata de los cuerpos y, desde luego, la reparación, “pensar en reconocer la importancia de asegurar a las victimas del caso que estos hechos no vuelvan a ocurrir, como se ha repetido en diversas ocasiones”.

Destacó que La IBERO se suma a demandas de justicia y a seguir empujando una agenda en temas cruciales del país: seguridad, administración de justicia, acceso a derechos económicos y sociales, y a un medio ambiente sano. Una agenda que vaya en pro de construir mejores relaciones humanas, así como una sociedad más justa y fraterna.

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Valentina González/ICM/JCM

 

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