#REPORTEIBERO La importancia de regresar a las aulas no es sólo educativa
En nuestro país, a casi año y medio de haberse decretado el cierre de centros educativos en todos los niveles, el pasado 30 de agosto se estableció el regreso oficial a las aulas para alumnas y alumnos de educación básica, aunque semanas antes algunas instituciones de educación superior ya habían arrancado labores.
A pesar de que las autoridades han impulsado la apertura de escuelas en todos los niveles, cada unidad educativa ha decidido de qué forma es el regreso, el tiempo de estancia y el número de días, así como las modalidades que usarán para atender a las y los estudiantes. Se ha hecho énfasis en que el regreso a clases de forma presencial es necesario pues de no hacerlo está en riesgo toda una generación.
¿Pero qué tan cierta es esta posición del gobierno? Para la Dra. Hilda Patiño, directora del Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, al no tener al alumnado en las aulas “se han agravado problemas importantes que tienen que ver con el campo del aprendizaje y con el de la salud emocional de los estudiantes”.
Por su parte, el Dr. Raúl Romero Lara, coordinador de la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación de la IBERO, dice que “la escuela, como institución social, juega un papel importante en el desarrollo de las niñas, los niños y jóvenes, además de brindar experiencias de aprendizajes cognitivos, de un desarrollo progresivo de conocimientos; y son un espacio para el desarrollo de habilidades blandas”.
En este sentido, la investigación Modelling the long-run, learning impact of the Covid-19 learning shock: Actions to (more than) mitigate loss, publicada en la Revista Internacional de Desarrollo Educativo, arroja que “las pérdidas de aprendizaje debido al cierre de escuelas por la pandemia podrían continuar acumulándose incluso después del regreso de los menores (a las aulas)”.
Además, en este mismo trabajo se estima que un cierre escolar de tres meses podría reducir el aprendizaje a largo plazo en un año completo.
Por su parte, la investigación Educar en contingencia, encabezada por la Universidad Iberoamericana y otras instituciones de educación superior, puso en relieve un panorama más inquietante: uno de cada cuatro estudiantes pensaba en la posibilidad de abandonar la escuela en los diferentes niveles educativos. De esa cifra, 75% mencionó que se debe a cuestiones relacionadas con la pandemia, ya sean económicas o socioemocionales, entre otras.
La misión… recuperar la educación
De acuerdo con un estudio del Banco Mundial (BM), los países de América Latina y el Caribe, incluido México, tendrán un rezago educativo equivalente a dos años de escolaridad. Antes de la pandemia, el promedio era de 8.8 años y ahora se sitúa en 6.8. Es decir, si antes se consideraba que teníamos conocimientos de tercero de secundaria, el COVID-19 nos hizo descender hasta el primer grado de ese nivel.
A través del informe Simulating the potential impacts of covid-10 School Closure on Schooling and Learning Outcomes, el BM apunta a que este problema se debe al cierre de escuelas a causa de la crisis sanitaria, que a nivel mundial habría dejado a más de mil millones de estudiantes fuera de las aulas.
En el Tercer Informe de Gobierno de la actual administración, se detalla que debido a la pandemia, de 2020 al primer trimestre de este año, 35.6 millones de estudiantes de todos los niveles se vieron afectados al no poder reiniciar sus actividades escolares de forma presencial; mientras que la cifra de docentes fue de 2.1 millones en todos los tipos y niveles educativos.
Según los números del seguimiento mundial de los cierres de escuelas de la UNESCO, la cifra de alumnas y alumnos afectados fue de 37.5 millones. Todavía el 31 de mayo, nuestro país aparecía como uno de los 23 en el mundo que no habían regresado a las aulas. Según el organismo, la duración total de cierre de centros educativos en México fue de 58 semanas.
En marzo de 2021, la UNESCO celebró la conferencia A un año del COVID: Priorizar la recuperación de la educación para evitar una catástrofe generacional, en la que participaron ministros de educación de diferentes países del orbe, y donde se abordaron tres temas: la reapertura de las escuelas y el apoyo a docentes; mitigar la deserción escolar y las pérdidas del aprendizaje; y acelerar la transformación digital.
Tras el evento, la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial pusieron en marcha Misión: Recuperar la educación en 2021, pues se estima que el cierre de escuelas y las interrupciones en la enseñanza generarán pérdidas con valor de unos 10 billones de dólares en ingresos futuros de los niños, niñas y jóvenes afectados.
Aunque hay voces que critican la reapertura de las escuelas, al estimar que no existen las condiciones para el regreso a las aulas; otras se pronuncian porque se haga de inmediato ante el rezago que parece haber entre quienes han tomado clases de manera remota y muchos otros relegados al carecer de los medios tecnológicos para hacerlo.
Además, según algunos estudios hechos a nivel mundial, el alcance va más allá de lo educativo –aunque sea lo principal—. De acuerdo con el documento antes mencionado, las escuelas también desempeñan un papel fundamental al garantizar prestación de servicios sanitarios esenciales y alimentación, protección y apoyo psicosocial. Por ello, el cierre de escuelas también “ha puesto en peligro el bienestar y el desarrollo de los menores, no sólo su aprendizaje”.
Este proyecto mundial busca que, para finales de este año, se pueda cumplir la meta de que niñas, niños y jóvenes vuelvan a la escuela y a un entorno de aprendizaje propicio que “tenga en cuenta su salud, su bienestar psicosocial y otras necesidades”.
En ese sentido, para recuperar el aprendizaje perdido, se proponen las siguientes medidas, pues el estudiantado “puede no estar preparado para los planes de estudio correspondientes a su edad y su nivel antes de la pandemia”:
- Todas las escuelas impartirán refuerzo educativo.
- Todas las escuelas incorporarán el aprendizaje socioemocional a su docencia.
- Todas las escuelas incorporarán tecnologías digitales para mejorar las competencias fundamentales de lectura y razonamiento matemático.
La importancia de regresar a clases
A decir de la Dra. Patiño Domínguez, experta en sujetos y modelos educativos, se debe hacer un diagnóstico para detectar los ‘vacíos’ que no se han cubierto por el cierre de las escuelas. Aunque loables, los esfuerzos por mantener la educación a través de la modalidad a distancia fueron insuficientes, lo que derivó en que la relación docente-estudiante se volviera asincrónica e incompleta.
Señala que es posible que en todos los niveles haya un déficit importante en los aprendizajes escolares esperados, lo que pone en riesgo el futuro desarrollo de las y los alumnos, quienes van a tener que hacer un doble esfuerzo para subsanar este déficit. Sin embargo, donde podría haber más problema es en los grados de cambio.
“Preocupan, especialmente, los grados de transición o cambios de ciclo, como el primer año de primaria, de preescolar a la primaria, cuando los niños aprenden a leer y a escribir; el primero de secundaria, el primer año del bachillerato y el primer año de la universidad”.
En el campo de lo emocional, explica la investigadora de la IBERO, los niños, niñas y jóvenes son las principales víctimas de esta pandemia pues se encuentran en una etapa de la vida en la que la socialización es muy importante para encontrar y afirmar la propia identidad; al mismo tiempo que se aprenden las habilidades y actitudes prosociales como la empatía, la colaboración y la toma de perspectiva.
“Los jóvenes tienen una gran necesidad de pertenencia e identificación con sus pares, y el aislamiento les resulta en general más insoportable que a los adultos. La ansiedad, la depresión, el miedo o el enojo, y en general todos los estados emocionales aflictivos, se exacerban en condiciones de aislamiento y temor generalizado. De ahí que sea muy importante regresar a las aulas”, recalca.
El Dr. Romero Lara afirma que cada nivel tendrá un impacto diferenciado, no sólo por el grado sino también por el contexto, ya que “deberán tomarse en cuenta elementos tales como si es una escuela rural, urbana, multigrado, privada, particular, etc.; así como las condiciones de infraestructura (baños, tipos de bancas, instalación eléctrica, equipos de cómputo, multimedia, acceso a Internet, etc.) con las que cuenta cada escuela”.
Respecto a la socialización, el académico señala que los recintos educativos son los lugares “donde se aprenden y desarrollan habilidades y actitudes, en donde se aprenden y reaprenden reglas, normas, formas de interactuar con los otros -entre estudiantes- y entre estudiantes y docentes, y viceversa”.
Abunda: “Es también un espacio en donde se establecen en algunos casos los primero lazos de amistad, de cómplices en los aprendizajes e incluso en las travesuras; es en donde se generan lazos de solidaridad y en donde en la actualidad también se aprende el respeto, tolerancia y del otro, en ambientes cada día más interculturales; situaciones que son posibles gracias a la interacción y la socialización, esta última como una acción vital de la presencialidad, es entonces que el regreso a la presencia toma su importancia, pero este proceso deberá ser con todas las medidas de higiene y seguridad para minimizar el riesgo de contagio y poder permanecer más tiempo en las escuelas”.
Los riesgos de no estar en las aulas…
En mayo pasado, Human Rights Watch publicó el informe Los años no les esperan: el aumento de las desigualdades en el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes debido a la pandemia de COVID-19, en el que se establece que cuando las y los niños dejan de estudiar, o estudian menos, su adquisición de habilidades y conocimientos no sólo se detiene, sino que tiende a retroceder.
Desde esta óptica, la doctora Hilda estima que toda una generación de estudiantes puede estar afectada, por lo que es preciso hacer un diagnóstico del déficit de los aprendizajes porque seguramente los hay, tanto en los conocimientos esperados según el grado y el programa de estudios, así como en el desarrollo de habilidades para la vida, “como son el pensamiento crítico y las habilidades socioemocionales. Aunque se puede seguir a distancia, el riesgo es perder la comprensión de muchos aprendizajes importantes para el desarrollo ulterior de las personas”.
Para ambos docentes universitarios, la educación a distancia permite tener control sobre la higiene y el cuidado de la salud, es decir, se reduce la posibilidad de contagio de COVID-19; sin embargo, quienes asistan a las aulas tendrán la oportunidad de aprender mejor, al tener una relación mucho más humana, donde el aprendizaje se lleva a cabo por diferentes canales, y no sólo por el oído y la vista.
Al educarse a través de la pantalla, se están “olvidando los aspectos kinestésicos, olfativos, táctiles, aspectos que son especialmente importantes en el aprendizaje a nivel preescolar y la primaria, pero que nunca dejan de tener importancia. Así que los que asistan a las clases presenciales ganarán en aprendizaje y en socialización”, explica la Dra. Hilda Partiño, quien recuerda la importancia de seguirnos cuidando en este regreso.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en su reporte Educación en pandemia: los riesgos de las clases a distancia, estima que el alumnado con menor aprendizaje integrará en el futuro una planta de trabajadores con menos habilidades, “lo que puede reducir sus ingresos en un 8% anual durante su vida laboral”.
En este sentido, la respuesta educativa frente a la pandemia deberá ser recuperar las habilidades de los estudiantes para evitar que tengan empleos precarios una vez que se inserten en el mercado laboral.
Frente a este nuevo ciclo escolar, el Dr. Romero Lara asegura que será preciso usar los conocimientos adquiridos por las y los alumnos durante este tiempo de contingencia, aprendizajes que hayan afinado en la vida diaria, como la ubicación espacio temporal u operaciones de aritmética básica.
Ahora bien, aunque se debe reconocer que las y los niños, así como los jóvenes han aprendido en casa hábitos, habilidades, actitudes y conocimientos implícitos al hogar (disciplina, respeto al otro, autogestión, etcétera) otros beneficios se han visto impedidos y en ellos se debe trabajar.
“Una de las virtudes de la educación presencial es el desarrollo de habilidades blandas afectivas y de socialización, por lo que el mayor riesgo para quienes no regresen a la presencia, al menos por el momento, es que sus habilidades blandas se restrinjan al entorno de casa”.
Respecto al aprendizaje de conocimientos académicos, secuenciales y escolares, apunta que el riesgo es que haya un desfase entre quienes aprendan de manera presencial, híbrida y a distancia, dado que hasta el momento no se ha encontrado la estrategia pertinente para que al estar en casa se alcancen los aprendizajes esperados para cada nivel y contexto educativo
“Mientras que quienes asistan a las escuelas, aún con el riesgo de contagio, aprenderán de manera sociocultural y constructivamente, de manera colaborativa en la presencia, aprendiendo con el otro, a negociar, a alcanzar sus metas e incluso a que no siempre se logra lo esperado, es decir, la frustración como un aprendizaje necesario que también enriquece al ser humano, y esto se aprende desde la infancia”.
Por lo tanto, a decir del especialista, la afectación para quienes no regresen a la presencia es perder la posibilidad de aprender del otro y con el otro, “como lo indica nuestro modelo y filosofía de aprendizaje ignaciano, en donde la presencia del otro nos enriquece y permite formar mejores personas para los demás”.
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