Sin evaluación “antinarco” y los presidentes ya se van

Mié, 18 Oct 2023
Los gobiernos de México y Estados Unidos aún no han definido qué indicadores van a tomar en cuenta, explica Ernesto López Portillo, investigador de la IBERO
Destaca también que, en el caso del cierre de la Iniciativa Mérida, cada país se quedó con su propia idea de los resultados
  • Los gobiernos de los presidentes Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador se acercan a sus respectivos finales.

Por el Lic. Ernesto López Portillo, Coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana de la IBERO Ciudad de México 

Los presidentes de México y Estados Unidos no se ponen de acuerdo sobre cómo evaluar la “lucha antinarcóticos”, según informó Reforma, con base en un reporte de la Oficina de Rendición de Cuentas del Congreso del vecino del norte (GAO, por sus siglas en inglés) (https://www.reforma.com/atoran-evaluacion-de-lucha-antinarco/ar2694778). Habiendo firmado con bombo y platillo un acuerdo en octubre de 2021, dos años después y en vísperas de la conclusión de ambos mandatos, “El Buró aún no ha establecido un proceso para evaluar el progreso para alcanzar las metas compartidas del Entendimiento (Bicentenario), porque sigue en negociaciones con el Gobierno mexicano sobre un conjunto de indicadores que ambos Gobiernos usarían para evaluar conjuntamente el progreso”, refiere la nota citando dicho reporte.

En marzo pasado publiqué en este espacio mi texto México y Estados Unidos: seguridad ¿un callejón sin salida? (https://ibero.mx/prensa/mexico-y-estados-unidos-seguridad-un-callejon-sin-salida), donde relaté que “He sido testigo de que las minucias de la relación bilateral en seguridad jamás han estado a la vista del público, de manera que, más allá del discurso formal, la sociedad quizá jamás ha sabido hasta dónde llega la confianza y la cooperación y hasta qué punto la relación está limitada por la desconfianza recíproca”. Además, enfaticé que “la política prohibicionista de las drogas respira desde su propio fracaso en ambos países. Es decir, su motor, por increíble que parezca, no está en el logro de sus fines declarados (reducir el acceso a las drogas ilícitas y desmontar la delincuencia organizada). Más bien la prohibición se autorreproduce precisamente por sus costos asociados, esto es, las violencias, y por el impulso de ella a cargo de sus beneficiarios informales y formales (fortunas ilícitas descomunales y presupuestos públicos garantizados para la seguridad)”.

En realidad, es aún peor de lo que afirmé, porque no sólo estamos atrapados en una política que ha fracasado, sino además, parece que no alcanza la confianza ni para concretar lo firmado en mediciones de resultados que sean convincentes para ambas partes. Según la nota de Reforma, desde el Capitolio se califican las negociaciones como “difíciles” y refiere que no se han establecido “cuáles indicadores usarán para medir el éxito”.

En octubre de 2021 ambos gobiernos anunciaron el nuevo Entendimiento Bicentenario y cerraron la Iniciativa Mérida. Respecto a la segunda, México la calificó como un fracaso, pero Estados Unidos concluyó que sí ayudó a fortalecer la cooperación (https://www.eleconomista.com.mx/politica/Mexico-y-EU-le-dicen-adios-a-la-Iniciativa-Merida-y-hola-al-Entendimiento-Bicentenario-20211008-0060.html). Tal vez justo ahí, en esa evaluación contradictoria, quedó marcado el camino que ahora vemos.

Más allá de la conocida retórica en los eventos binacionales donde parece haber auténtica cooperación, debemos preguntarnos qué está pasando realmente. ¿Dos años sin indicadores comunes en torno al tema que quizá genera las mayores presiones políticas y sociales? La información de Reforma incluye además el señalamiento de la GAO en el sentido de que hay una “disminución en los esfuerzos conjuntos… la cooperación con la Guardia Nacional ha sido limitada”. Vale recordar que la retórica del mandatario mexicano no ha dejado dudas en cuanto a su desconfianza respecto a la experiencia anterior en la cooperación bilateral.

Sigue inalterada la imposibilidad de someter a la auténtica rendición de cuentas una relación bilateral que “por nuestra seguridad” se mantiene en la opacidad. Con todo, al parecer podemos confirmar que, así como cada país se quedó con su idea de lo que fue la Iniciativa Mérida, acaso también cada parte tiene una idea diferente de lo que debería ser el Acuerdo Bicentenario. De ser así, entonces podemos entender por qué dos años no alcanzan para acordar indicadores de evaluación comunes, todo esto, por cierto, cuando ambas presidencias están en etapa final.

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