Además de consolidarlo como una área de encuentro comunitario y de conexión con la tierra, el Huerto IBERO José Acosta, S. J., de la Universidad Iberoamericana, también busca ser un espacio de investigación que aporte a la mejora de procesos productivos de cultivos urbanos con el acompañamiento de tecnología, y modelos de control y supervisión, señaló Renata Rovelo, asistente de investigación del Instituto de Investigación Aplicada (InIAT).

Al participar en el evento Huertos urbanos como una solución a la crisis climática, Rovelo comentó que se busca que este ecosistema funcione como un espacio de investigación en donde todos los departamentos académicos encuentren un interés por la agricultura urbana. Además de responder al llamado del InIAT, respecto a generar tecnologías en un ‘laboratorio vivo’ como es el huerto.

El objetivo, dijo, es generar nuevo conocimiento a partir del acondicionamiento de un huerto urbano que propicie el estudio del impacto ambiental, económico, social y en salud de un espacio productivo y comunitario dentro de la Universidad; así como el modelamiento, la automatización y el uso del internet de las cosas en estos ecosistemas.  

“Las áreas de oportunidad que encontramos  son realizar investigación sobre el impacto socioeconómico, en salud y en el medio ambiente que tiene un espacio verde productivo dentro de una institución educativa y profundizar en modelos de apropiación de estos espacios en una comunidad universitaria”, dijo Rovelo.

Sobre el uso de tecnología, modelos de control y supervisión, la experta en huertos explicó que permiten estudios de causalidad entre los parámetros del proceso y los resultados de producción de ciertas especies de plantas, y soluciones de modelados, de diseños de experimentos y pruebas de tecnología.

El Huerto José Acosta, S. J., ubicado en la puerta cinco de la IBERO, tiene ocho camas de cultivo productivas (dos de ellas son accesibles para personas en silla de ruedas, y una estará destinada para la hidroponia). Recientemente, se inicio un ciclo de cultivo, por lo cual, se necesita de personas que apoyen en su cuidado, sobre todo aquellas que tienen acceso a la Universidad.

El año pasado, poco antes de que iniciara la pandemia, se sembraron 42 variedades de flores, hierbas y hortalizas en las ocho camas de cultivo, tales como: col rizada, betabeles, rábano, jitomate cherry, acelga, menta y hierbabuena, entre muchas otras.

La cosecha se donó al equipo de seguridad de la IBERO, así como al albergue La esperanza de las voluntarias vicentinas, una institución de asistencia privada que da tratamiento y hospedaje a personas enfermas y sus familiares cuando no tienen otro sitio donde quedarse.

Si quieres ser voluntario en el huerto ponte en contacto en el correo electrónico: huertourbano@ibero.mx.

• Notas relacionadas:

Huerto IBERO comparte cosechas con comunidad vulnerable por COVID-19

Huertos urbanos, solución a la vulnerabilidad alimentaría por COVID

A integrar huertos en los hogares, así como se tienen salas de televisión

#CISIBERO Huertos urbanos disminuyen el calor que se genera en las ciudades

Valentina González/ICM