Un proyecto educativo de largo alcance en México, que mida el éxito del aprendizaje en las escuelas y ponga atención al bienestar emocional de los estudiantes, fueron los ejes reflexivos de las Doctoras Arcelia Martínez Bordón y Cimenna Chao Rebolledo, de la Universidad Iberoamericana (IBERO), durante el foro “Un nuevo rumbo para la Educación en México: El Compromiso Hacia el 2024", que tuvo lugar en el salón de la Comisión Permanente del Senado de la República.

Durante su participación Arcelia Martínez Bordón, Coordinadora de la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación de la IBERO, señaló que la educación tiene un papel muy importante para lograr la reducción de la desigualdad, además de promover la movilidad social y fomentar una sociedad más justa en nuestro país.

Manifestó que no es solo echarle la culpa al neoliberalismo, pues deben hacerse cambios en materia educativa que mejoren la comprensión lectora, esencial para la interpretación y producción de conocimiento; el razonamiento matemático, despreciado en el nuevo modelo educativo, y el pensamiento científico, que provee las bases para comprender los fenómenos naturales y sociales.

La politóloga y analista de políticas educativas sostuvo que el gobierno debe de proveer condiciones óptimas para implementar nuevos planes de estudios, que incluyan capacitación, acompañamiento y resolución de dudas para los docentes, ya que “no se pueden implementar reformas sin acompañamiento”.

“La presión a los docentes ocurre cada sexenio (…) necesitamos más tiempo, planeación, menos ocurrencias, a partir de la evidencia, menos ideología, más diálogo con las y los docentes. Creo que en los últimos años ha habido mejoras importantes de cobertura. Hay un sistema desigual que no garantiza a todos los ciudadanos la educación, la permanencia de aprendizaje, hay un sistema segmentado y diferenciado con inequidades”, sostuvo.

Por su parte, la Dra. Cimenna Chao Rebolledo, directora de Innovación Educativa de la IBERO, aseguró que hay una deuda epistémica sobre la importancia de las emociones en la educación, no sólo desde su apartado cognitivo, pues hay que mirar el propósito de la escolarización, la convivencia y encarnar en cada estudiante “el ser y sentir” que los hace estar presentes en las aulas.

“No se trata de echarle la culpa al COVID, revisar qué hicimos y aprendimos, reflexionar en consecuencia para atender ahora y hacia el futuro, mejorar la preparación, sanear aquello que ha quedado resquebrajado en lo socioemocional al nivel de las escuelas y las familias”, abundó.

La especialista en procesos del aprendizaje apuntó que durante el confinamiento la violencia intrafamiliar en los hogares del país aumentó 20%, además de que en los jóvenes de 18 años hubo un incremento de 27% en síntomas depresivos o en afectaciones a la salud mental.

“Los datos actuales son más aterradores, nos encontramos un aumento en suicidios del 15% en jóvenes de entre 12 y 19 años, una etapa más vivida y energética en sus vidas, en estado de desesperanza, su crecimiento tiene este punto de partida”, aseveró.

La Dra. la Cimenna Chao Rebolledo dijo que las escuelas deben acompañar los casos de violencia o las adicciones en los estudiantes como parte de su salud mental y aunque la prevención es necesaria, no es suficiente para fortalecer la formación del profesorado y detener estos riesgos en las y los jóvenes del país.

“Que las y los docentes sepan de las emociones de su alumnado, sepan regular sus propias emociones, el autocontrol para guiar y mediar a los estudiantes en el aula, establecer mejores relaciones interpersonales, reivindicar lo afectivo en la educación”, concluyó.

Texto: Luis Reyes

Foto: Senado de la República

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