Académico SUJ señala lo encomiable y lo crítico del nuevo marco curricular

Vie, 4 Mar 2022
El Dr. Juan Carlos Silas, coordinador del CEA-MOPE y académico del ITESO, participó en la mesa de análisis ‘Nuevo marco curricular y plan de estudios’
  • Dr. Juan Carlos Silas Casillas, coordinador del Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas (CEA MOPE) del Sistema Universitario Jesuita.

El Dr. Juan Carlos Silas Casillas, coordinador del Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas (CEA MOPE) del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), señaló lo encomiable y lo crítico del nuevo marco curricular y plan de estudios 2022 de educación básica.

El también académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) dijo, en la mesa de análisis Nuevo marco curricular y plan de estudios, que este texto es a veces prolijo y a veces corto en precisiones, y sin duda es también inspirador e incompleto, pues retrata un futuro armónico, pero al cual es difícil saber cómo llegar.

El documento ocupa casi 50 páginas, al inicio, para mostrar los sesgos y debilidades de los modelos educativos previos, criticar el corte neoliberal de los esquemas anteriores y señalar que eso ha ocasionado el individualismo y la obcecación por la evaluación competitiva de los alumnos y la evaluación punitiva de los profesores.

Refiere además cómo los organismos internacionales han estado colonizando el sistema educativo mexicano y lo han apartado de la función comunitaria. “Y no es que esto sea falto de razón; en el fondo algunas de estas críticas están bien fundadas. La pregunta es si era necesario dedicar casi el 30% del texto a pintar su raya con el pasado”.

Enfatiza poner en diálogo a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes con la comunidad, es decir, que el estudiante ya no es el único foco de la educación, sino que también lo es la comunidad en la que se ubica la escuela. Parece entonces que hay un énfasis en vincular las actividades escolares con la vida en la comunidad, y en tener a estudiantes y docentes como los actores centrales de este diálogo.

El nuevo marco curricular y plan de estudios, que tiene un tono cercano a las pedagogías del sur y crítica al apego de los postulados del norte global, propone que el aprendizaje es un hecho contextual, y busca posicionar al estudiante frente al presente de su comunidad -un presente que es resultado del pasado- y a la manera en que las dinámicas sociales actuaron y actúan en generar inequidad e injusticia.

La comunidad es el eje articulador de los procesos educativos, misma que busca encontrar lo común desde la diversidad, “y esto es realmente encomiable, aunque francamente es difícil de hacer operativo, por lo menos en el corto plazo”. La escuela se resalta como el nodo al que confluyen los integrantes de la comunidad, y se propone que en ella se pongan a manera de diálogo las formas de entender el mundo.

El perfil de egreso lo integran siete rasgos: Identidad personal, colectiva y comunitaria; Identidad étnica y nacional; Desarrollo psicosocial, emocional, vida saludable y pensamiento crítico; Cuidado del medioambiente; Comunicación multimodal, varias lenguas y varios métodos; Pensamiento científico y matemático; y Ética y desarrollo humano en la comunidad.

Se integran cuatro campos formativos -que no son algo nuevo, pero que ahora están muy presentes-: Lenguajes; Saberes, tecnologías y ambientes; Ética, naturaleza y sociedad; y De lo humano y lo comunitario. Y hay siete ejes articuladores transversales: Inclusión, Pensamiento crítico, Interculturalidad crítica, Igualdad de género, Fomento a la lectura y escritura, Educación estética y Vida saludable.

Con relación a los docentes, en el nuevo marco curricular y plan de estudios hay varios elementos importantes. El primero, es que se habla mucho de la revalorización de los docentes, que ahora estarán asumiendo un papel clave, serio y “pesado” en la transformación social que, a decir de Silas Casillas, “es una especie de símil con las misiones culturales o con el trabajo con el que se preparaban los docentes de las normales rurales hace 80, 90, 100 años, para poder incidir en la comunidad”.

Por otro lado, se pone mucho en juego la idea de la libertad docente, que es clave y muy valiosa, “pero como toda libertad, debe llevarse con tiento y con diálogo; hay que ver cómo se da por allí”.

Un tercer aspecto es el esquema de trabajo propuesto, que requiere de un tipo de maestro diferente al que se tiene hoy. Este tipo de profesor/a deberá tener otras habilidades; deberá saber cómo vincularse con la comunidad, cómo proponer diálogos de saberes, cómo elegir las formas de llevar a cabo estos diálogos de saberes y las evaluaciones, tanto las evaluaciones acerca de lo que dominan los estudiantes, como de la situación comunitaria. Y aquí está una de las previsibles futuras tensiones, pues las escuelas normales no están formando a este docente, al menos no completamente.

“A mí me encantaría ver cómo se incluye el elemento de dinamización comunitaria y del trabajo conjunto de la escuela y la localidad, o de la escuela y del barrio; y cómo se incluye eso en la valoración de los profesores. Pero por lo pronto baste decir que no hay congruencia entre estos elementos”.

Sobre la propuesta de contar con evaluaciones diagnósticas, que son al mismo tiempo individuales y colegiadas, que surgen de la sistematización de información, que se constituyen en la brújula que orienta el trabajo, son “una larga aspiración de muchos de nosotros (académicos), pero eso va en franca ruta de colisión con el uso de estándares nacionales, calificaciones, desempeño de los estudiantes centrado en la nota”. Es un cambio de enfoque y de cultura que, sin duda, va a tener tensiones y polarización.

Por otra parte, queda inacabada la relación entre el marco curricular y el proyecto de país. Por ejemplo, cómo esta estrategia educativa de desarrollo comunitario se vincula con salud, con la promoción de una equidad sustantiva, con una cultura de paz, con la economía social, etcétera.

“Uno de los grandes problemas de este tipo de textos es que son inspiradores y es realmente difícil estar en desacuerdo con lo planteado. El problema es cómo, cómo llevamos a cabo esto, cuál es el camino para llegar a esto”.

Por último, el Dr. Juan Carlos Silas comentó que, si se quiere fortalecer este marco curricular, probarlo y saber qué funciona y qué no, hay que hacer un pilotaje serio, en que se valore cada elemento y se utilice toda esa información para afinarlo.

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PEDRO RENDÓN/ICM

 

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