Así vivió la IBERO el 11 de septiembre de 2001: sin Internet ni Whatsapp para desmentir rumores
Sin posibilidad de confirmar datos en tiempo real ni de enviar mensajes a través de aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp, estudiantes de la Universidad Iberoamericana se amontonaban frente al televisor de una cafetería ubicada en lo que hoy es la sede de la Asociación de Profesores e Investigadores (API); era martes 11 de septiembre de 2001 y nuestras y nuestros alumnos se sumaban a las y los ciudadanos del mundo que, atónitos, presenciaban el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, en Estados Unidos. A 23 años del suceso, uno de esos estudiantes, el Dr. Erasmo Zarazúa, académico del Departamento de Estudios Internacionales, analiza cómo cambió el mundo tras el atentado terrorista de Al Qaeda y rememora el ambiente que la situación causó en nuestra comunidad.
“Había pasado como un mes de que volvimos de vacaciones; no había celulares digitales, había los análogos, y algunos podían hacer llamadas o mandar mensajes SMS. Algunas personas estaban preocupadas porque tenían familiares o amigos en Estados Unidos. Más adelante pudimos ir a la biblioteca, que es donde había computadoras con Internet y consultar medios internacionales como CNN o El País”, recuerda Zarazúa.
El docente de la IBERO señala que tras los atentados comenzaron los rumores en torno a las afectaciones a la economía y que hubo quien incluso sugería que tras los ataques en Estados Unidos podía desencadenarse una tercera guerra mundial: “así son las situaciones cuando pasan este tipo de cosas”, por lo que integrantes de la comunidad encontraron en las y los alumnos de Relaciones Internacionales una fuente de información confiable para disipar dudas:
“Nuestros compañeros y maestros de otras carreras se acercaban a nosotros para preguntarnos ‘¿qué va a pasar?’, ‘¿por qué pasó?’. Nos volvimos como un factor explicativo para la comunidad IBERO.”
Más de dos décadas han pasado desde el ataque terrorista en Estados Unidos, y el profesor universitario está consciente de que muchas y muchos de quienes hoy se preparan en la IBERO no habían nacido al momento de los hechos; otros y otras no los recuerdan: “vaya que ha pasado el tiempo; a mí me tocó cuando estaba en el último año de la carrera”.
El Dr. Zarazúa dice que, antes de los atentados, las medidas de seguridad al abordar un vuelo eran más laxas, y luego de los ataques se eliminaron beneficios para el pasajero, por motivos de seguridad y como consecuencia de las afectaciones a las finanzas de las aerolíneas, entre los que se cuentan la eliminación de los alimentos y bebidas gratis y la utilización de cubiertos a bordo que no fueran de plástico.
“Las aeronaves incluso cambiaron los mecanismos de las puertas de la cabina del piloto para dotarlas de mayor seguridad y comenzó a llevarse a gente de seguridad a bordo, lo que implicaba uno, o más, asientos menos a la venta para las empresas en cada vuelo”, añadió el académico.
Aunque a varios años de distancia, considera el docente de la IBERO que las medidas de seguridad en los aviones no se aplican de manera tan severa, vale la pena recordar que dados los acontecimientos históricos de los últimos años, como la pandemia de COVID19, hay nuevas reglas que seguir en torno a control sanitario: revisión de temperatura y comprobantes de vacunación, por ejemplo (y dependiendo de destino).
Otro problema que aumentó a raíz de los atentados de Nueva York, considera el docente, es de los prejuicios en torno a las personas que viajan y pertenecen a una nacionalidad o grupo étnico, o comparten aspectos físicos con éstos y éstas: “eso todavía sigue ahorita”.
Incluso, el tener un nombre o apellido, criticó el docente, puede hacerse susceptible a revisiones más rigurosas en los aeropuertos.
“¿Qué tanto vas a vulnerar la individualidad y el respeto al otro con tal de generar seguridad”, es una de las preguntas que la gente se hacía en ese entonces y continúa planteándose en 2024, cree el profesor: “¿Qué tantos de tus derechos pueden ser violentados o transgredidos por el mismo Estado a razón de preservar la seguridad?”.
“Las generaciones actuales, quizá ya lo ven como algo natural y relativamente normal”, advirtió el docente.
Texto: Jorge Luis Cortés
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