La muerte del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, reavivó un debate en redes sociales, medios de comunicación y espacios académicos: ¿Manzo era un político de izquierda, de derecha o incluso —como afirmaron algunos analistas— de ultraderecha?

Para el Dr. Carlos Maldonado Alvarado, Académico del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana (IBERO) Ciudad de México (CDMX), esta discusión hay que dividirla desde el ejercicio de los medios o desde categorías académicas que poseen definiciones más rigurosas.

El especialista sobre cultura política, calidad de la democracia y ciudadanía, afirma que las etiquetas que se colocaron sobre Manzo respondieron más a intereses coyunturales que a su verdadera práctica política.

Apunta que en el debate mediático el concepto “ultraderecha” se usa con ligereza, pero en la ciencia política se reserva para movimientos que combinan valores conservadores, nacionalismo excluyente y una clara erosión del Estado de derecho.

Para colocar a un político en esa categoría, explicó, deben cumplirse criterios específicos como promover identidades “puras”, rechazar abiertamente los derechos de minorías, y validar prácticas gubernamentales ilegales o autoritarias.

Detalló que Manzo proviene de una tradición vinculada a la izquierda, además de que militó en Morena y aplicó programas locales que apuntaban a un modelo de bienestar, como farmacias municipales y apoyos directos a población vulnerable.

Indicó que lo más controvertido que detonó acusaciones mediáticas fue su postura sobre seguridad pública, pero “es evidente que sus políticas y prioridades lo colocan en el centro izquierda, no en la derecha ni mucho menos en la extrema derecha”.

Recordó que Manzo pidió apoyo estatal y federal ante la presencia del crimen organizado en su municipio y fue cuando declaró que, en casos de flagrancia, las fuerzas municipales podrían abatir a agresores armados.

“Manzo nunca propuso eliminar juicios, ni violar deliberadamente el Estado de derecho; habló de un uso legítimo de la fuerza en situaciones extremas, algo que ya contempla la ley”, dijo.

Añadió que Manzo al tomar distancia respecto a la frase “abrazos, no balazos” tuvo costos políticos, en un escenario en el que denunció falta de apoyo federal y mostraba un interés abierto para combatir el narcotráfico.

Con su muerte, el académico acotó que queda pendiente el papel de los gobiernos municipales frente al crimen organizado y la urgencia de políticas de seguridad que no rompan el Estado de derecho, pero tampoco condenen a las comunidades a la indefensión.

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