#ESTUDIO Contabilidad macroecológica, el paradigma del desarrollo sustentable

Mié, 3 Ene 2018
Sustentabilidad, propuesta para mejorar las condiciones de vida de la población, fomentando la creación de nuevas bases para la formulación de políticas económicas y sociales
  • (Imagen: pixabay.com).
  • TABLA: Indicadores del PIBE y costos totales por agotamiento y degradación del medio ambiente (2003-2016)
  • GRÁFICA 1: Relación entre el costo por degradación y la rentanacional
  • GRÁFICA 2: Costos por degradación y costos por agotamiento en relación al PIB
Por: 
Por: Dr. Alexander Galicia Palacios, economista, financiero y académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Desde hace treinta años, nuestro país se encuentra inmerso en un naufragio paradójico de disputas ideológicas que encubren la apropiación y la explotación de los recursos naturales y que ha dado origen a grandes debates en los entes gubernamentales y en las universidades, esto con el fin de generar un marco teórico que analice e integre los procesos económicos, naturales y sociales. 

Hoy existen cientos de modelos que tratan de dar solución y reducir el costo medio ambiental originado por el progreso, el cual se caracteriza por cambios significativos en la tecnología, las comunicaciones y el comercio, pero sobre todo con los procesos de producción de mercancías a nivel mundial; cambios relevantes, pero no equitativos, reflejo de un desarrollo parcial no equilibrado y orientado a una sutil destrucción del hábitat. 

En los años setenta, conceptos como el de energía, entropía, ecosistema o flujo energético cobraron relevancia e impregnaron el lenguaje científico; sin embargo, comenzaron a ser evidentes las limitaciones físicas y ecológicas al crecimiento de los países, por lo que el modelo de desarrollo basado en el consumo excesivo de energía comenzó a dar cuenta de la ausencia de condiciones ecológicas adecuadas para conservar el ciclo natural del planeta. 

Actualmente, el sistema económico se encuentra marcado por la recesión y encarecimiento de los combustibles fósiles, lo que ha dado pauta para que científicos sociales hagan un retroceso y se pregunten el impacto que podría tener la racionalidad económica y los principios paradigmáticos en la dinámica de la producción y la generación de riqueza. Es así, como el concepto de ‘sustentabilidad’ emerge como una de las propuestas más relevantes para mejorar las condiciones de vida de la población, fomentando la creación de nuevas bases para la formulación de políticas económicas y sociales.  

Sin embargo, la sustentabilidad está sujeta a un conjunto de restricciones relacionadas a los intereses de los grandes conglomerados económicos, cuyo objetivo es la búsqueda del beneficio y la eficiencia económica sin considerar el bien común. Y no se trata de un concepto aislado y ajeno al desarrollo para abatir la desigualdad económica de los países, por lo que debe entenderse como un todo, en aras del bienestar presente y futuro de la población mundial. 

La aparición de teorías energéticas y ecológicas en las ciencias sociales han reorientado el campo de investigación de varios autores dedicados a la ciencia económica, sensibilizándose por el estudio de los problemas ecológico-políticos, mientras que la gran mayoría sigue centrándose en la indiscutida teoría del equilibrio general, restando validez a la teoría clásica convencional.

Los primeros estudios de la ciencia económica sobre el uso y agotamiento de los recursos naturales surgen en 1798 con el Ensayo sobre el Principio de la Población de Malthus, el cual plantea que la naturaleza fija un límite permanente al bienestar basado en la escasez de recursos y el crecimiento poblacional tiende a rebasar la oferta de alimentos. (1) 

A partir de este momento y durante todo el siglo XIX surgen diversos teóricos con planteamientos desde otras áreas de la ciencia que tratan de evidenciar y exponer argumentos que contraponen el crecimiento económico y el equilibrio de la naturaleza. Los orígenes de estas discusiones fueron marcadas a principios de este siglo por la aparición del concepto de energía, ya que sólo existía la noción conceptual de “calórico”.

Por otro lado, con las transformaciones de los procesos productivos derivados de la revolución industrial surgen áreas de estudio y especialización como la economía ambiental, que comulgan con el bienestar social y la asignación óptima de recursos. 

Sus estudios se basan en un análisis sistemático sobre las fallas del mercado considerándolas como externalidades; para esto, Pigou (1920) establece una distinción entre costos marginales privados y costos sociales, abogando por la intervención del Estado mediante la aplicación de impuestos y subsidios, para corregir las fallas y externalidades que genera el mercado. (2)

El debate actual se centra en la preocupación por el daño y la escasez de recursos naturales, con el fin de alcanzar el reto que consiste en lograr la compatibilidad entre el sistema económico y el medio ambiente, todo esto por la búsqueda de un nuevo paradigma que pueda responder a los problemas y desafíos que plantea el deterioro ambiental. 

En 1987, la Organización de Naciones Unidas emitió el Informe Brundtland, que propone el término desarrollo sostenible, el cual se define como aquel desarrollo que “responde a las necesidades del presente, pero sin comprometer las posibilidades de sobrevivencia y prosperidad de las generaciones futuras”.(3) 

Derivado de esta propuesta se hizo necesario el desarrollo de metodologías para medirlo y de las cuales destaca la contabilidad energética o contabilidad nacional, que estima el cálculo del Producto Interno Bruto Ecológico (PIBE) como una valoración monetaria que asigna un costo al agotamiento de los recursos naturales y la degradación del medio ambiente, elementos que por sus características no se intercambian en el mercado. (4)

En México, el Sistema de Cuentas Económicas y Ecológicas conforman la metodología que mide el equilibro entre el sistema económico y el medio ambiente, entendido como el paradigma de un desarrollo incluyente con tres componentes principales: el económico, el social y el ecológico. 

Publicado por la ONU en 1993 en su capítulo XXI, el Sistema de Cuentas Ecológicas contiene: el análisis, las cuentas satélites y la metodología para el cálculo de indicadores ecológicos; el procedimiento es similar al cálculo del Producto Interno Bruto, sólo que se agrega una resta del costo por agotamiento de los recursos naturales (Cag) y el costo por degradación del medio ambiente (Cdg), la expresión formal se escribe como: 

PIBE=PIB-(Cag+Cdg)

En términos generales el Producto Interno Bruto Ecológico (PIBE) incluye la valoración de los recursos naturales como el agua, los bosques, la erosión del suelo, la calidad del aire y la contaminación; la diferencia del Cag que se refiere al desgaste o pérdida de los recursos naturales y el Cdg que alude a la estimación monetaria que se requiere para restituir al medio ambiente y la pérdida de las condiciones naturales originadas por los procesos productivos. 

Sin embargo, este cálculo no es suficiente para la elaboración de estadísticas sobre el medio ambiente, ya que se requiere un nivel de desagregación mayor que permita identificar los impactos reales de los procesos económicos sobre la naturaleza. (5) 

Ver TABLA

La tabla de indicadores sobre el PIBE y costos por agotamiento y degradación ambiental (CTADA), muestra la estadística que presenta el INEGI para el periodo 2003-2016, en ella se observan las proporciones con relación al crecimiento del PIB.

En la primera columna se muestra la proporción entre el producto interno neto ecológico (PINE) y el PIB donde el valor monetario de la producción representa más de 70% y la diferencia respecto al total (100%) corresponde a la deducción del capital físico y natural, así como los costos asociados por la degradación y el agotamiento de los recursos naturales.

En la segunda se relacionan los costos totales por agotamiento y degradación ambiental respecto al PIB, éstos reflejan un descenso significativo promedio de 2% hasta el año 2014.

La tercera hace una relación entre el gasto en protección al ambiente y el costo por agotamiento, es decir la erogación de recursos para recuperar el uso de capital físico y capital natural; sin embargo, el costo cumple una ambivalencia puesto que hay recursos que pueden ser recuperables y otros no, por ejemplo, el agua y el aire, los cuales no pueden ser recuperados o renovados.

La última corresponde al porcentaje destinado al gasto en protección al ambiente en relación al PIB el cual presenta variaciones porcentuales en su incremento de apenas un punto porcentual, lo que significa que no hay una preocupación importante por preservar los recursos naturales.

Ver GRÁFICA 1

En la gráfica se presenta la evolución del PIB respecto a los costos totales por agotamiento y degradación ambiental; se puede observar que al deducir los costos totales el PIB sufre una caída de aproximadamente 1.7% como consecuencia del aumento en los costos totales por agotamiento y degradación ambiental. 

Ver GRÁFICA 2

Finalmente, en esta gráfica se presenta la relación entre los costos de degradación de los recursos y el costo por agotamiento, la diferencia indica que en promedio hay un agotamiento anual de recursos naturales correspondiente a 1.2 % del valor total anual del PIB y en promedio 4% anual que corresponde a la degradación de recursos. Es decir, durante el periodo de 2003 a 2016 (13 años) la degradación de recursos equivale a 52% del producto interno bruto de un año y el agotamiento de recursos naturales al 15% de un año. 

A primera vista pareciera que el PIBE podría ser un buen indicador del bienestar social; sin embargo, un mismo PIBE para una sociedad con niveles de ingreso totalmente heterogéneos y condiciones ambientales y geográficas distintas reafirma la subjetividad del concepto de bienestar, por lo que en términos macroeconómicos se pone en duda la contabilización de los recursos naturales debido a la asimetría en la forma de calcular la depreciación del capital y el desgaste o pérdida de los recursos naturales. 

Tal vez el uso del término capital natural podría aproximarse más a un equilibrio en el sistema de cuentas ecológicas, entendiéndolo como una dualidad conceptual entre la pérdida de recursos naturales y los producidos por el ser humano.

Finalmente, el desarrollo económico ha significado la disipación de recursos no renovables y que resultan irremplazables, por lo que el desarrollo económico debe centrase en considerar la relación que tiene con el agotamiento de los recursos y sus efectos en el medio ambiente ya que en un mundo de recursos finitos el crecimiento ilimitado es una falacia del libre mercado que no ha sido capaz de generar un reparto justo y racional de los recursos entre los individuos, las naciones y las generaciones futuras. 

Referencias

1 Malthus, Thomas Robert (1978) An Essay on the Principle of Population. Library of Economics and Liberty. Retrieved December 13, 2017 from the World Wide Web: http://www.econlib.org/library/Malthus/malPop.html

2 Valverde, Alejandra y Almagro, Francisco (2011). Desarrollo sostenible y producto interno bruto ecológico incluyendo la contaminación del aire en la zona metropolitana del valle de México. Tiempo Económico, 19 (VI). pp. 5-24.

3 Organización de Naciones Unidas (1987). Report of the World Commission on Environment and Development: Our Common Future. Nueva York, 1987. Recuperado de https://es.scribd.com/doc/105305734/ONU-Informe-Brundtland-Ago-1987-Info...

4 Ibíd., p. 7.

5. Ibíd., p. 14.

 

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