La mulata, el prototipo idealizado de la fémina cubana: investigadora

Jue, 19 Mayo 2022
La Dra. Olga Rodríguez afirma que se ha hecho un modelo de la mujer cubana racializado y subjetivado por las marcas de la colonialidad
  • Preparándose para la fiesta, Víctor P. de Landaluze. Foto tomada del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.

En la actualidad, la mujer mulata, salerosa y de piel canela es un motivo de propaganda turística de Cuba a escala nacional e internacional. Su cuerpo sigue siendo una etiqueta para vinos y tabacos, para la publicidad de playas, centros nocturnos y paraísos tropicales, pero ¿qué historia cultural y de discriminación racial hay detrás de ese imaginario alegre y desinhibido?

Con la preocupación ética de comprender por qué y cómo se cosifica y se convierte en objeto de mercancía el cuerpo de la mujer mulata en Cuba, la doctorante Greyser Coto Sardina, junto a su directora de tesis, la Dra. Olga Rodríguez, coordinadora del Doctorado en Historia y Teoría Crítica del Arte, difunden en su videocolumna, publicada en el canal de YouTube de la Dirección de Investigación y Posgrado de la IBERO, el contenido del artículo Corporalidades racializadas desde el discurso visual de la otredad. Memorias no escritas de las subalternas en la obra plástica de Víctor Patricio Landaluze, que se publicó en el número 24, de la revista Història Unisinos, de la Universidade do Vale Do Rio do Sinos.

La creación del modelo prototípico idealizado de la fémina cubana, racializado y subjetivizado por las marcas de la colonialidad persiste a pesar del tiempo en la sociedad cubana contemporánea, afirmó la Dra. Olga Rodriguez. Las académicas exponen que la mujer mulata hace referencia a un tono de piel canela o cobrizo. En la literatura y en la pintura, esta mujer es representada como salerosa y deshinibida, y mantiene una carga simbólica y libidinal porque en ella se combina lo aromático y lo afrodisíaco condensado en su cuerpo biológico y cultural.

A las mujeres mulatas en la Cuba del siglo XIX se les conoce como ochuncitas porque están relacionadas con Oshun, una de las deidades de la religión Yoruba. Ellas sólo se codeaban con los trabajadores cercanos a los blancos como el calesero, quien era conocido como el aristócrata de los esclavos, y tenía algunos privilegios como vivir cerca del amo, conducir los carruajes y ser el mensajero de amor de los señoritos blancos.

El pintor Víctor P. de Landaluze retrata en su obra pictórica las aspiraciones sociales y las relaciones de poder de la mulata y el calesero. De acuerdo con el análisis del material pictórico de archivo al que han tenido acceso las especialistas, el artista representa que el calesero subía de nivel social al conquistar a la mulata.

Ella es representada en el arte pictórico como una mujer que se encuentra en el espacio abierto y público, un lugar destinado para los hombres. Las mujeres mulatas eran graciosas de poca obligación porque andaban en la calle. Otro detalle relevante de las observaciones de las académicas es que en la descripción de los cuadros, el artista Víctor P. de Landaluze no usa el término mujer para referirse a la mulata. De hecho, en otros documentos oficiales de la época a todas las mujeres no blancas se les identificaba por su situación racial como negras, pardas, mulatas, esclavas o libertas. 

Entre 1870 a 1890 cuando se da la paulatina abolición de la esclavitud en Cuba, la corona española usaban la sátira para subestimar la liberación. España se aferraba tanto a la esclavitud que deformaba la denuncia de forma jocosa, mostrando al esclavo de forma satírica, y resaltaban “lo feo” y abusaban del color negro.

Para saber más, consulte el artículo académico completo aquí.

Brenda Macías/ICM

 

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