¿Qué harías si al nacer, toda tu vida ya hubiera sido escrita por un completo extraño? Uno que ya decidió si vas a tener las mismas oportunidades que las y los demás, como educación, vivienda, salud y protección.

Para una pequeña niña zapoteca, nacida en la comunidad de Santa María Quiegolani, Oaxaca, a quien por ser mujer indígena intentaron imponerle cómo debía vivir, esta situación no le parecía justa, por lo que decidió enfrentarse a aquella sociedad que la ignoraba por su origen.

Eufrosina Cruz Mendoza, aquella niña que aprendió español a los 18 años, visitó nuestra IBERO durante la 12 EXPO ARU 2023, para compartir un poco de su historia y lo que ha sido de su vida desde que dejó su comunidad a los 12 años de edad.

Durante el evento Justicia social: Voces desde la vulnerabilidad, organizado por el Departamento de Reflexión Interdisciplinaria, Eufrosina habló de cómo la sociedad ha normalizado la pésima situación por la que atraviesan muchos de los pueblos indígenas en el país, afectando en especial a las mujeres.

“Mi mamá y papá no saben leer ni escribir, mi hermana se casó a los 12 años y tuvo su primer hijo a los 13. Lamentablemente todos habíamos avalado ese tipo de actos, pero a eso se le llama violencia y abuso”, comentó la diputada federal.

Asimismo, lamentó el hecho de que comunidades como la de ella tengan que arrebatar lo que por derecho se merecen. Además, agregó que la falta de visibilidad y atención a los pueblos indígenas provoca que sean vistos como algo que no son.

“Yo no soy víctima, no soy la jodida de este país, responsabilizo a eso que se llama circunstancia, a eso que se llama desigualdad, a eso que se llama pobreza”.

Destacó que, a pesar de que la población indígena es catalogada como sector vulnerable, Eufrosina no se considera así, pues dijo que, para poder salir de una situación injusta, se requiere valentía, entrega y consciencia de que en la vida nos vamos a enfrentar a grandes retos.

“No somos vulnerables porque no nos falta un tornillo, esa palabra limita nuestra capacidad de avanzar. Nos falta oportunidad, nos falta posibilidad, nos falta que nos vean con los ojos correctos”, sentenció la defensora por los derechos humanos de los pueblos indígenas.

Compartió que una de sus grandes influencias para seguir luchando ha sido su profesor Joaquín, quien le enseñó a construir lo que denominó posibilidad imaginatoria, la cual le ayudó a poder dimensionar la situación por la que estaba pasando, así como su posible futuro en caso de seguir viviendo en su comunidad de Oaxaca.

“Yo ya estaba construyendo una posibilidad real, y saben cuál era, era elegir si me casaba o no, si tener hijos o no, y con eso me di cuenta que por fin podría construir mi propio futuro”.

Invitó a las y los asistentes del evento a no dejar que nadie más decida sobre sus vidas, pues consideró que es una de las peores formas en que podemos abandonarnos, lastimarnos y olvidarnos de nosotras y nosotros mismos. Alentó a las y los jóvenes para lograr lo que se propongan, y reiteró que, si una pequeña niña de Oaxaca logró salir adelante a pesar de tener a la sociedad en su contra, para aquellos que tienen más comodidades, podrán lograr lo que quieran.

“Ustedes construyan su realidad bajo su decisión, nunca permitan que otros impongan sus ideales, pero para que ese cambio ocurra, es necesario asumir esa responsabilidad, tanto de las cosas buenas como de las malas”, expresó.

Para finalizar, Eufrosina compartió con el público que ella jamás se imaginó tener la oportunidad de contar su historia a través de su libro Los sueños de la niña de la montaña: Memoria de una utopía cumplida, texto que narra el trayecto personal y profesional que ha recorrido.

Texto: Alberto Elihú Cortés Hernández                  Fotos: Alberto Hernández Mendoza

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