OPINIÓN | El agua nuestra de cada día

Mié, 22 Mar 2023
La experta señala que no es posible defender el agua para consumo humano sin atender las necesidades de líquido que tienen los ecosistemas
Al deterioro ecológico que ha sido reportado en las cuencas se une un constante deterioro del tejido social
Por: 
Adriana Flores* y Colectivo Riberear

El agua es un elemento alrededor del cual existe gran sensibilidad social, y tenemos poca consciencia de los elementos y procesos que se requieren para que contemos con un suministro constante de agua segura, potable y asequible.

Ante estas preocupaciones, se han articulado distintas iniciativas que reúnen a actores sociales muy diversos, para trabajar en favor de las cuencas, de manera que se pueda asegurar el agua para las personas, los procesos productivos (como la producción de alimentos y demás bienes que consumimos), pero también para la naturaleza. Es decir, no es posible defender el agua para consumo humano sin atender las necesidades de agua que tienen los ecosistemas, porque son los procesos naturales quienes mantienen los flujos hídricos de calidad. Una de estas iniciativas es el Colectivo Riberear (www.riberear.org) que trabaja en la reconexión de los grupos sociales con el agua.

Los sistemas fluviales en México presentan un diverso y muy alto nivel de deterioro, así como una pérdida sistemática de integridad funcional por factores humanos. La contaminación del agua, pérdida de biodiversidad, y cambios en los ciclos biogeoquímicos, generan impactos que reducen el bienestar local y comprometen tanto la seguridad hídrica como la integridad ecológica (Postel y Richter 2003). Al igual que el deterioro que se presenta en 85% de las ecorregiones hidrológicas de América Latina (CONABIO, 2009), los ríos y arroyos de México reflejan un estado crítico. En el periodo 2012-2018, el 98.53 % de los sitios que monitorea CONAGUA para sistemas lóticos presentaban un estado eutrófico (77.42 %) y mesotrófico (21.11 %).

Al deterioro ecológico que ha sido reportado en las cuencas se une un constante deterioro del tejido social. El escenario que presenciamos hoy se caracteriza por la existencia de rupturas entre las personas y grupos sociales, siendo muchas veces que comparten la misma cuenca.

La pérdida de conectividad hidrosocial ha desvinculado a las comunidades de sus ríos y es intensificada por decisiones y políticas públicas ineficaces y descontextualizadas. Es particularmente flagrante la falta de representación política dentro de los mecanismos de gestión de las cuencas de ciertos grupos sociales que implementan algunas de las prácticas ecológicas que aportan más beneficios al funcionamiento ecológico de la cuenca, como pueden ser representación política de los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Algunos de esos grupos han mantenido --mediante sus cosmovisiones, prácticas y conocimientos-- la integridad de las zonas de captación pluvial y optimizado el uso sustentable en zonas medias y bajas. A pesar del importante rol de las comunidades indígenas y locales, existe una desigualdad política que impide que estos pueblos y comunidades participen en la toma de decisiones sobre sus cuencas.

En la Ciudad de México, por ejemplo, la desconexión hidrosocial se manifiesta en varios aspectos, de los cuales resaltan dos: (1) la creciente dependencia de agua de otras cuencas para atender las anunciadas sequías (como el sistema Cutzamala y el reciente anuncio de traer agua de Zumpango), con lo cual cabe preguntarnos si ¿será posible atender las fugas de agua, que alcanzan casi el 40% del sistema, en vez de quitarle ese recurso a las cuencas vecinas?; y (2) la presión inmobiliaria hacia el suelo de conservación de la Ciudad de México, con la amenaza de pérdida de bosques, suelos y su sistemas de recarga, siendo que esta región suministra la misma cantidad de agua a la CdMx que la traída del sistema Cutzamala, ¿no tendríamos que proteger el suelo de conservación como una zona clave para la seguridad hídrica capitalina?

La política pública parece seguir fragmentando la vida socionatural de las regiones que aportan agua, y avivando la posibilidad de conflictos socioambientales en esos lugares.

En nuestro trabajo cotidiano buscamos atender el deterioro del tejido socionatural del territorio, dadas las desigualdades políticas que dificultan el diseño de prácticas – acuerdos – decisiones que pongan en el centro el buen convivir de los habitantes

  • Colectivo Riberear. (2021). Trayectorias hacia la gobernanza del agua: prácticas y acuerdos de manejo fluvial para mantener la conectividad socionatural del territorio. Proyecto presentado a PRONAII – CONACYT, 2020.
  • CONABIO. (2009). Página sobre Biodiversidad Mexicana / Ecosistemas. https://www.biodiversidad.gob.mx/ecosistemas/
  • Postel, S. y Richter, B. (2003. Ríos para la vida. INE. SEMARNAT. TNC.  

La Dra. Adriana Flores es invesigadora del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (CENTRUS), de la IBERO.

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