Entonces, ¿qué es el bienestar social? Primero, debemos entender que se trata de un concepto multidimensional que abarca aspectos individuales, familiares y comunitarios. De acuerdo con Martínez-Martínez et al. (2023), se compone de la interacción entre tres grandes dimensiones que integran indicadores tanto objetivos como subjetivos: el Bienestar Objetivo, que incluye aspectos como educación, empleo, ingreso, acceso a tecnología, salud física y mental, entre otros; el Bienestar Subjetivo, centrado en la percepción individual sobre la satisfacción en distintas áreas de la vida, incluyendo emociones positivas y negativas; y el Bienestar Comunitario, que considera la calidad del entorno, seguridad pública y cohesión social. Esta forma de entender el bienestar ha sido adoptada por organismos internacionales como la OECD (2024), lo cual muestra que es necesario ir más allá del ingreso y de la satisfacción con la vida para comprender plenamente el BS.

 

Bajo esta lógica, elaboramos el estudio “Bienestar Social en Hogares Mexiquenses” en coordinación con el Consejo de Investigación y Evaluación de la Política Social del Estado de México (CIEPS), cuyos resultados presentan una medición integral del BS en sus tres dimensiones, así como evidencia sólida para el diseño de políticas públicas. Entre los principales hallazgos se identificaron varios indicadores con altos niveles de cobertura, lo que implica una incidencia positiva en la construcción del bienestar general. Entre ellos destacan el empleo, la calidad de la vivienda (pisos, techos y paredes), educación, por mencionar algunos. Por otra parte, también se detectaron rezagos importantes, como la falta de tiempo libre, la baja cohesión social, la alta percepción de inseguridad y la elevada prevalencia de depresión.

 

Los hallazgos también evidencian brechas de bienestar según el tipo de jefatura del hogar. Los hogares con jefatura femenina enfrentan mayores carencias en ingreso, acceso a la salud y disponibilidad de tiempo libre, siendo este último resultado de las dobles jornadas que enfrentan muchas mujeres entre el trabajo remunerado y el no remunerado. 

 

En cuanto a las diferencias entre zonas urbanas y rurales, se observó que los hogares urbanos presentan mejores cifras en empleo, acceso a internet, servicios públicos y educación. No obstante, también enfrentan mayores problemas de inseguridad pública, depresión y falta de tiempo libre. Por su parte, aunque las zonas rurales presentan menor acceso a servicios médicos e internet, muestran una mayor cohesión social, expresada en una participación más activa en actividades comunitarias y una vida social más cercana y colaborativa.

 

Las evidencias del estudio identifican áreas prioritarias de intervención respaldadas por datos empíricos, que pueden ser utilizadas por los hacedores de política pública para desarrollar estrategias que promuevan un bienestar social integral.

 

Martínez-Martínez, et al., (2023). The multidimensionality of social wellbeing: interactions from the individual to the collective level in large cities. Frontiers in Sociology, 8, 1137797. Doi: 10.3389/fsoc.2023.1137797.

OECD. (2024). How’s Life? 2024: Well-being and Resilience in Times of Crisis. OECD Publishing. https://doi.org/10.1787/90ba854a-en